El desarrollo y la economía regional sinaloense
Héctor Melesio Cuén Ojeda
A mediados de los años ochentas empezó a tomar auge un fenómeno económico denominado “globalización”, un concepto hoy muy familiar para todos pero que en ese momento era novedoso, sonaba con cierta complejidad y -como se dice actualmente- algo “disruptivo”.
Se trataba del signo de los tiempos: la ampliación del intercambio entre los países, la desregulación económica y la apertura comercial. México se incorpora a esa ola en 1986 ingresando al GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio), el antecesor de la Organización Mundial del Comercio, y Sinaloa se enfila a consolidar como un estado exportador de perfil agropecuario, sector que actualmente representa el 75% de las exportaciones sinaloenses y cuyo valor alcanza hoy cerca de 4 mil millones de dólares anuales.
Por cierto, es al célebre filósofo canadiense Marshall McLuhan a quien le debemos la conceptualización de este fenómeno, derivado de su famoso término la “aldea global”, utilizado para describir la febril interconexión humana a escala global generada por los medios electrónicos de comunicación.
Hoy que estamos viviendo una inesperada situación de crisis económica, caracterizada por el bajo crecimiento y la reaparición del fenómeno inflacionario, el paradigma de la globalización empieza recibir un gran número de críticas y están proliferando los posicionamientos nacionalistas, y en algunos países de Europa como España, incluso hasta el independentismo.
Lo cierto es que hoy más que nunca, se está poniendo de relieve la importancia del desarrollo regional y el fortalecimiento de las economías locales, aminorando en la medida de lo posible la dependencia externa y sacando provecho al máximo de las ventajas comparativas de cada entidad y de sus vocaciones naturales para ser competitivos y atraer el mayor número de inversiones.
En esta nueva circunstancia, Sinaloa y México están llamados a aprovechar esta oportunidad que nos trae la nueva realidad. Derivado del conflicto armado Rusia-Ucrania y el congestionamiento productivo de China debido a su política de Covid cero, se está gestando una redefinición de las alianzas económicas regionales, un juego en el que México sigue siendo un de los países privilegiados al formar parte del mercado norteamericano.
Pero desde luego, hay mucho trabajo por hacer si queremos ser ganadores en esta nueva situación. En Sinaloa necesitamos ampliar nuestra atractividad y sacar más provecho de nuestras ventajas naturales. De acuerdo al más reciente informe de “Exportaciones trimestrales por Entidad Federativa” del INEGI, actualmente sólo participamos con el 1% de la exportación total del país, mientras que los seis estados fronterizos con EU (Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Chihuahua, Sonora y Baja California) concentran el 58% del total nacional, al ser el asentamiento de gran parte de la industria manufacturera de exportación.
En el Reporte (trimestral) de Economías Regionales que pública el Banco de México, a estos seis estados se les reconoce como la “región norte” y a nuestro estado se le ubica geoeconómicamente en la región centro norte. Desde luego tiene una gran ventaja ocupar un espacio en los 3,152 km de frontera con Estados Unidos (Nuevo León le basta tener sólo 15 km), pero Sinaloa por falta de infraestructura nunca ha podido sacar provecho de su condición de estado cuasi fronterizo (tenemos en medio a Sonora o Chihuahua) y de conexión directa con el mar Pacífico. Sólo hemos logrado desarrollar la conectividad terrestre al norte a través de la súper carretera Mazatlán- Durango, pero hace muchos años o al mismo tiempo, debió idearse la financiación de la Badiraguato-Parral y la Topolobampo-Chihuahua.
De acuerdo al IMCO, la competitividad se entiende como la capacidad para atraer y mantener inversiones. Sinaloa tiene la capacidad y el potencial para sumarse a la pujanza exportadora de los estados del norte. Debemos hacer sinergia todos para que Sinaloa alcance ese objetivo, no demore más en el desarrollo de sus sectores y dejemos atrás cuanto antes el mediocre e inercial comportamiento de nuestra economía.