El Pacto de Madrid
Julián Andrade
Ricardo Monreal tiene un pie fuera de Morena y Santiago Creel es uno de los aspirantes opositores a la presidencia de la República con más seriedad y posibilidades. Son dos trayectorias con peso específico.
Por eso, lo que acordaron en Madrid, puede ser trascendente en el panorama político de México.
Por lo pronto, realizarán una gira por todo el país que llamarán Diálogo y Reconciliación. Las palabras importan, porque se desprenden de lo que vienen haciendo ambos personajes, en una de las coyunturas más delicadas para la joven democracia mexicana.
Resulta evidente, por lo demás, que la polarización requiere de salidas con sentido democrático. La hiel esparcida por la 4T en estos años ha hecho un daño profundo a la convivencia misma. Las descalificaciones de los adversarios y hasta los insultos desde Palacio Nacional se han normalizado.
Esto no está bien y por ello es destacable que Creel y Monreal se ocupen de una tarea por demás necesaria, mostrando que la buena política y el diálogo no solo son posibles, sino indispensables.
Aunado a ello, el senador Miguel Ángel Mancera animó a dar ya los pasos que definan candidato de un polo opositor para el 2024. Esta idea también la tiene el coordinador de los diputados del PRD, Luis Espinosa Cházaro, lo que empalma con lo que ha señalado Jesús Zambrano desde hace ya unos meses.
Una de las lecturas evidentes, es que los perredistas pueden jugar un papel de bisagra interesante, porque más allá de los números, tienen un bien muy preciado en estos momentos: el registro como partido político.
Es decir, por esa misma situación, cualquier definición de Monreal adquiere un carácter muy serio. En 2021, el todavía coordinador de Morena en el senado, trabajó para obtener ese objetivo por la vía de Fuerza por México, pero la agrupación no alcanzó el registro, aunque sigue operando en los lugares donde construyó una base electoral de importancia.
En lo que respecta a Creel, la determinación de caminar junto a Monreal, lo remite a lo que es una constante en su trayectoria, la visión de sumar, desde una perspectiva liberal y demócrata.
En efecto, el ir estableciendo y construyendo las oportunidades es un trabajo de finura política que no todos tienen y que mucho menos saben utilizar.
Creel y Monreal sí, porque son representantes genuinos de los esfuerzos que se hicieron para apuntalar el sistema democrático a lo largo de las últimas décadas. Esto no es anecdótico, es central.
A Creel, por ejemplo, nadie le puede regatear en el tema, ya que ha estado presente en las discusiones y proyectos de democratización desde las primeras horas, cuando el cambio se media con triunfos pequeños y en los que se tenía que enfrentar toda la fuerza del Estado, cuando no había INE y hasta la integración de las casillas electorales se definía en la Secretaría de Gobernación.
Nadie es ingenuo en estos asuntos, una ruta de unidad estará cargada de obstáculos y ambiciones, pero la disposición misma de estar dispuestos a poner en primer lugar lo que creen que es mejor para México, es una noticia positiva, más en el enmarañado contexto, donde proyectos se dejan de lado, aunque se sepa que son indispensables como brújula para los senderos que se tiene que seguir.
Nada está escrito, por supuesto, pero lo menos indicado, en vista de las circunstancias, es no dar los pasos decisivos para lo que sería la construcción de una alternativa plural.
Es un paso en el que tienen que ocurrir todavía varias cosas. La fundamental es que Monreal se defina. Es difícil que pueda mantener la ambigüedad por más tiempo. Seguramente las presiones aumentarán en la mediada es que se vaya midiendo el significado y el conto de una ruptura, una escisión en la 4T a poco más de dos años de la elección presidencial.
Salvadas las proporciones, es algo similar a lo que ocurrió con la Corriente Democrática del PRI en los años ochenta, que significó, con el tiempo, un cambio profundo en el tablero político.
Habrá que ver la lectura que le dan las dirigencias del PAN y del PRI al pacto madrileño y lo que tienen que decir las organizaciones de la sociedad civil al respecto.
Una cosa es segura, Creel y Monreal mostraron una carta poderosa, aunque todavía falte ver cómo viene la mano.