Con AMLO, México ya no es paraíso fiscal: doctor Rojas Silva

Flag of Mexico in a mixed stack of european coins and a blue background.(series)

Urbano Barrera

En México se cuenta con una recaudación eficiente por medio de una reingeniería fiscal y un óptimo manejo hacendario-distributivo, considera el doctor Óscar Rojas Silva. A cuatro años de iniciado el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, otro de los principales logros en materia económica que enuncia el economista por la Universidad de Guadalajara es que se ha terminado el modelo donde los ricos no pagaban impuestos y los pobres –aún con trabajo extremo– vivían y morían pauperizados y sin esperanza. El país, señala, ya no es un paraíso fiscal.

“Antes se vivía en una secuencia de paraíso fiscal para los poseedores del capital, y de terrorismo fiscal para el contribuyente cautivo. Unos decían: ‘para que pago impuestos si se los van a robar’, pero si de repente veo que me regresan y que los proyectos que se planean se terminan, que el país va tener estas noticias de que los que no pagaban impuestos ya los pagan, entonces cambia el asunto del pago de impuestos”.

El catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explica a Contralínea el modelo económico que ha seguido la actual administración federal, así como el trabajo que se realiza en la materia para heredar a los próximos gobiernos no sólo un bono político, sino un bono económico que fortalezca las estructuras y consiga, en el futuro, acciones y obras de gran calado. “La transformación de México inició y, se debe continuar sin hacer caso a las seducciones de la oligarquía”.

El maestro y doctor en crítica de la economía política observa que la deuda está bajo control, el peso se fortalece, la inversión extrajera se redirecciona de todo el mundo a México, las exportaciones se diversifican tanto hacia Estados Unidos como a China, y hay nuevas estructuras para el trabajo, sin salarios deprimidos ni outsourcing con pretensión de degradar los sueldos a menos cero.

Añade que ya no hay clientelismo popular, sino beneficios elevados a rango constitucional –como la pensión para los adultos mayores o los apoyos para las personas con discapacidad–. Además, indica, se pone fin al intermediarismo político y financiero al entregar de forma directa los recursos a los que menos tienen.

Rojas Silva –director del Centro de Estudios del Capitalismo Contemporáneo y comunicador especializado en pensamiento crítico en Radio del Azufre y Academia del Azufre– explica que en estos cuatro años se ha dado un viraje del inútil gasto corriente a una reorientación del gasto productivo-multiplicador. Con ello, se termina con el gobierno obeso e impune de los sexenios pasados.

Asimismo, en forma estructural y sistemática, la cuarta transformación ha frenado la evasión y la elusión fiscal; se ha activado la economía interna –a pesar de las crisis a nivel global provocadas por la pandemia de Covid-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania–; y se desecha el caprichoso mercado a criterio del capital con la activación de precios de garantía en productos alimentarios. A ello se suma que se participa en el desarrollo mediante inversión mixta, vigilada y ordenada.

En este momento, dice el doctor en economía, hay reconocimiento e integración social en los procesos productivos y, la construcción de un Estado de bienestar por encima de un México que –hasta 2018– fue convertido por la tecnocracia y el neoliberalismo en un paraíso fiscal.

Con AMLO, México ya no es paraíso fiscal: doctor Rojas Silva
FOTO: 123RF

Balance, a cuatro años del gobierno

Antes de hacer un balance del actual gobierno, el economista recuerda que “el modelo neoliberal llegó a un nivel en el que ya no estaba funcionando: las tasas de crecimiento no podían superar al 2 por ciento. Era básicamente crecimiento nulo con relación al crecimiento de la población. Lo poquito que se creció se convirtió en grandes fortunas, en ingresos sólo para 14 multimillonarios. a desigualdad se hizo extrema, a grado tal que se forzó el cambio. No sólo se afectó a la población, sino a los sectores empresariales del país que dejaron de crecer”.

Agrega que el neoliberalismo fue una política de salarios bajos, deprimidos, outsourcing y corrupción sistemática. “México se convirtió básicamente en un paraíso fiscal: no había pago de impuestos de parte de los grandes contribuyentes. Entonces había que reordenar el asunto fiscal, había que reordenarse en el sentido de que los empresarios no se convirtieran en especuladores, sino en motores del crecimiento del país”.

El académico expone que la llamada cuarta transformación hizo un nuevo pacto con un sector del capital nacional para reorganizar el tipo de modelo de crecimiento. Otro rubro que se tuvo que replantear es el gasto corriente: “el gobierno se había hecho muy obeso y el presupuesto se iba en el gasto corriente. Por tal, la austeridad republicana viene a cerrar la llave del gasto corriente para convertirla en gasto productivo”.

Para el experto, la gran apuesta a inicios de la administración lopezobradorista fue que la tasa máxima del 2 por ciento pudiera elevarse al 4 o 6 por ciento, pero en eso viene la pandemia de Covid-19, que produce crisis inflacionaria. Luego, recuerda, ocurrió la guerra entre Rusia y Ucrania y se generaliza la inestabilidad. “Es decir, los cambios estructurales hasta ahora se pueden medir no tanto por la tasa de crecimiento, sino por la estabilidad que se alcanza dentro de este contexto. Con esos elementos, a cuatro años de gobierno, se puede decir que: el sueño de los neoliberales de supuesto equilibrio que ellos nunca consiguieron, ahora se está logrando”.

Ello, dice, porque la deuda está bajo control, el peso no se devalúa sino que se está apreciando; la inversión extranjera está llegando a raudales y, a pesar de la pandemia, siempre existió presupuesto para terminar los proyectos prioritarios.

Respecto de la austeridad, indica que la medida ha servido para alimentar los programas de transferencia de recursos sociales para contener de inmediato los problemas de corto plazo en la economía cotidiana de las personas.

Por ello, el doctor Rojas Silva indica que ésta es una política no neoliberal en la cual el Estado crea los diferentes canales para intervenir en la economía y transformarla. “En este momento hay estabilidad, se da seguimiento a los proyectos y además se echó andar una política internacional que reestructura la relación con Estados Unidos, pero no se le cierra la puerta a China. Con esa dualidad se trabaja multilateralmente. Yo lo veo positivo: se hicieron reformas que antes eran imposibles, que representaron la gran violencia del sistema neoliberal, sobre todo en pensiones y outsourcing. Al eliminarlas, se generó un nuevo esquema para la estructura del trabajador, donde también se recupera el reparto de utilidades, y se cierra, poco a poco, la brecha de la desigualdad”.

El experto en análisis económico considera que muchos de estos logros no se pueden observar por el efecto que tuvo la pandemia, misma que se constituyó como un velo: “el cambio estructural existe, pero la pandemia reduce los efectos de lo que debería haber sido. Sin pandemia estaríamos creciendo arriba de 4 por ciento constante, pero la crisis sanitaria retrasó el proceso. Pero, para finales de sexenio y el que sigue habrá condiciones diferentes para rebasar el 2 por ciento y potencializar el crecimiento de acuerdo al producto interno bruto (PIB)”.

Al respecto, explica que esto es previsible porque antes del neoliberalismo el país pudo llegar a crecer a tasas de 8 por ciento. Añade que incluso la guerra ha dado beneficios geoestratégicos a México, porque hay un fenómeno de relocalización de inversión debido al quiebre en Europa, y el panorama bajo esas condiciones es positivo. Además, indica que el desarrollo sostenido es muy posible, porque los países estructuralmente suelen crecer a tasas constantes cuando su mercado interno es activo y no sólo dependen del exterior.

Observa que mientras en la etapa neoliberal se promovió comprar todo en el exterior y dejar de producir, ahora la visión es totalmente contraria: se busca fortalecer el mercado interno y recuperar el sureste mexicano –abandonado por los neoliberales– para conectarlo con el centro y el norte, y así crear un mercado conjunto amplio y organizado, interconectado y con soberanía energética, que ya quisieran los países de Europa. Un mercado interno integrado es la base esencial del crecimiento.

El doctor Rojas Silva explica que ese mercado interno ya está listo para fortalecerse y apoyarse con los megaproyectos, como el Tren Maya, el Transísmico y la refinería Dos Bocas.

Con AMLO, México ya no es paraíso fiscal: doctor Rojas Silva
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Manejo del presupuesto

Respecto del manejo del presupuesto, el economista indica que para saber si está equilibrado hay que referirse al concepto del balance primario: cuánto gastas y cuánto ingresa. En ese sentido, expone que se mantiene, al no superar el 0.3 por ciento del PIB que actualmente es del 0.2.

Gracias a eso, indica, no se ha tenido que entrar en una mecánica de deuda y, los techos de deuda existentes son estables porque hay ingresos. Además se ha cerrado la puerta a la evasión, a la elusión y se combate el paraíso fiscal, hay recursos para todos los programas sociales y productivos.

Y pese a que se viene cargando la deuda del Fobaproa, dice, se puede programar el gasto. En lo que va del sexenio, la Secretaría de Hacienda ha desarrollado mecanismos en los mercados internacional para refinanciar la deuda, para liberar recursos para el desarrollo y mejorar las condiciones para pagarla. Esta ingeniería, expone el economista, es reconocida a nivel internacional por los mercados financieros.

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Orientación del gasto en el terreno social

Acerca de la orientación del gasto social, el doctor Óscar Rojas Silva observa que ya se abandonó la tradición clientelar con el uso de los programas sociales que nunca terminaron de aliviar los problemas, sino que servían para tener cautivas a las personas en su decisión de voto.

Además, explica que se logró acabar con los intermediarios políticos y financieros, que son iguales o hasta peores. Por ello, se necesitó de un instrumento de dispersión de recursos: el Banco del Bienestar, con una nueva tesorería. Así, el recurso va de la bolsa del gobierno a las tarjetas y a los beneficiarios en fechas determinadas, lo que da tranquilidad a las familias.

El investigador considera que no se trata de un nuevo clientelismo, pues al ser derechos constitucionales no dependen de la voluntad de los partidos políticos ni de los gobiernos. “No es un regalo, como piensan los neoliberales, es un reconocimiento a que la riqueza del país se hace colectivamente; no sólo es la recompensa al trabajo individual, sino al trabajo que tiene consecuencias en las empresas y ayuda con beneficios para la comunidad en forma colectiva”.

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Austeridad republicana

La idea de la austeridad republicana, considera el doctor Rojas Silva, es que el operador del presupuesto no debe ser tan caro, sino que debe tener extremo conocimiento de planeación económica.

El problema de fondo, dice, es que cuando los funcionarios tienen mucho dinero se desvirtúa el servicio público y empiezan a estar preocupados por preservarse en esa actividad. “Así se creó una clase burocrática que vivía del gasto corriente: ‘la burocracia dorada’. […] Y se llegó a casos terribles y evidentes como los funcionarios del Instituto Nacional Electoral, donde cualquier necesidad por mínima que sea va a cuenta del presupuesto”.

En ese contexto, el experto considera que el principio de la austeridad republicana es contundente: no puede haber gobierno rico con pueblo pobre.

“En términos estrictamente económicos, lo que significa el enunciado es reconvertir un peso de gasto corriente en un peso de gasto productivo, porque el gasto corriente se esfuma y el gasto productivo se multiplica. El sentido de la austeridad republicana y lo de pobreza franciscana es reconocer que falta mucho por hacer”.

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Recuperación del poder adquisitivo

El doctor Rojas Silva considera que en este contexto también es necesario recuperar los principios de economía no neoliberal, marxista, donde se reconoce que la única fuente de valor, además de la naturaleza, es el trabajo.

“Entre menos le pagues a los trabajadores, la riqueza se concentra más en los capitalistas, entonces los empresarios neoliberales lo que hicieron fue competir con el mundo pero no con tecnología y nuevas estrategias, sino a propósito malbaratando la fuerza de trabajo”.

En el caso mexicano, detalla, de 1976 al gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto tres cuartas partes del poder adquisitivo se esfumó para los trabajadores. “La apuesta era reducir a casi cero el salario”, dice, pero eso era insostenible. Por ello, el gobierno del presidente López Obrador tuvo que emprender una recuperación inmediata con beneficio para toda la economía.

“De no haberse actuado así, en la pandemia de Covid-19 habríamos tenido escenas desafortunadas y muy dantescas. Muchos llegan a decir que un gran número de trabajadores ganan salario mínimo, cuando en realidad es un pivote y una escala donde todo empieza a tener presiones a la alza. Además, viene con reparto de utilidades, reforma a las pensiones y reforma para evitar el outsourcing”.

De este último punto, indica que la subcontratación era llevar el salario a menos cero, “el tiro de gracia para los trabajadores. Aquí viene una de las contradicciones de los principios que tenemos que superar, cómo es posible que trabajando seas pobre. El trabajo tiene que redituarte para vivir. Por tal, se llegó a un estado de trabajadores pauperizados y eso era insostenible, razón por lo que viene esta política en su conjunto”.

Se suma al factor salario, la recuperación de la democracia sindical, que sienta las bases para una respuesta organizada y verdadera de los trabajadores.

“En ese entorno podemos decir que en la economía de bienestar uno de sus núcleos es la recuperación del mundo del trabajo, con reconocimiento de que es fuente de valor y que se deben eliminar la posibilidad de trabajadores que no tengan para vivir”.

El economista considera que “este gobierno trabaja para los que vienen, no sólo para lucirse y ganar votaciones, sino para recuperar la economía a mediano y largo plazo: el siguiente presidente o presidenta va a tener no sólo un bono democrático como en 2018 (30 millones de simpatizantes), sino ahora se le sumará un bono económico, en el sentido de que tendrá mecanismos para poder planear otro tipo de obras”.

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