El gobierno de los generales
Julián Andrade
Lo único que avanza con consistencia es la militarización. La llegada del general Luis Rodríguez Bucio como subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) es un paso, uno más, en ese sentido.
De alguna forma es lógico que el sustituto de Ricardo Mejía sea un soldado. A Mejía nunca le importó su trabajo y lo vio como un trampolín político. Tuvo el descaro de participar en mítines, mientras los índices de homicidios aumentaban en todo el país.
Los civiles ya tienen poco que ver en las tareas de combate al crimen. Algo queda en la Fiscalía General de la República (FGR), pero no más, en lo que respecta al ámbito federal.
Rodríguez Bucio era el jefe de la Guardia Nacional, donde también llega otro general, David Córdova Campos.
Es de ingenuos sorprenderse a estas alturas, y más aún porque el presidente López Obrador ha sido bastante enfático en su preferencia hacia los uniformados sobre los civiles. Por eso en la Guardia Nacional ya no existe ni la finta de que se trata de una institución de carácter civil, que es como mandata la Constitución.
Por lo menos los próximos 18 menses, los que le quedan gobierno de López Obrador, las cosas seguirán avanzando de esa forma.
Un ejemplo es lo que ocurre en el Metro de la Ciudad de México, donde la seguridad ya está en manos de la Guardia Nacional. El presidente de la República argumenta que la mayoría de la población está de acuerdo con la medida, e inclusive presentó una encuesta donde un 79 por ciento expresa conformidad, mientras un 20 por ciento la rechaza.
El dilema es de otro tipo, pero así lo resuelve al menos desde el punto de vista argumental. Lo que pida el pueblo, sea lo que ello signifique.
El problema más serio vendrá luego del 1 de octubre de 2024. Quien gane tendrá que enfrentar la realidad de que no hay una policía civil y que va a costar mucho trabajo que exista inclusive en el largo plazo.
La presencia de los militares en tereas que no les competen va para largo y las consecuencias que de ello pueden derivarse son inciertas. Además, son dueños del Aeropuerto Felipe Ángeles, del Tren Maya y pronto tendrán su línea de aviación.
El periodo posrevolucionario significó el devolver a los militares a los cuarteles y la 4T está accionando a la inversa, empoderándolos, metiéndolos en las grillas que por necesidad hay en los gabinetes y dándoles una notoriedad que no habían tenido desde los años veinte del siglo pasado.
A esas alturas, la SSPC administrará las prisiones, –si no ocurre un percance mayor que requiera dar esa área también a las fuerzas armadas–, informará sobre índices delictivos, organizará tianguis para vender mercancía asegurada y continuará en el empeño de acelerar liberaciones de reos.
Las tareas sustantivas las seguirán viendo los generales. Un aspecto interesante será observar cómo se procesarán las críticas y las evaluaciones de desempeño, una vez que no existan en los organigramas civiles a quienes culpar de los descalabros. Esto para nada es un asunto menor, es central, porque ahí se pagará el costo del despliegue territorial de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública.
Todo esto implica un cambio de dimensiones profundas que, para bien y para mal, tendrá consecuencias.
Los soldados, recatados y profesionales, como en realidad son, ya están en las arenas movedizas del debate público y ello tendrá un impacto en la imagen misma y positiva que han logrado mantener a lo largo de las últimas décadas.
Lo que queda pendiente son los enfoques de seguridad ciudadana que tantas esperanzas generaron en el pasado, ya que hacían converger el respeto a los derechos humanos con acciones policiales eficaces.
A estas alturas, y luego de lo que el país ha vivido en los últimos años, parecen extravagancias o noticias de un tiempo lejano. Pero no lo son, porque esos modelos provienen de avances a nivel internacional.
Pronto sabremos del alcance del general Rodríguez Bucio en su nueva encomienda, aunque bien puede ser que nada cambie, precisamente porque ya lo hizo, porque no hay nada que se imponga a la dinámica de los cuarteles y sus generales.