El Dalái Lama y la masculinidad sagrada

Bernardo Barranco V.

La opinión pública mundial se cimbró con el video del Dalái Lama. Su santidad, como le llaman, no sólo besó en la boca a un niño, sino que le pidió en público que le chupara la lengua, ante la algarabía y festejo de los ahí presentes. El video fue filmado el 28 de febrero de 2023 durante una audiencia del Dalái Lama en McLeod Ganj, un suburbio de Dharamsala, en el norte de India, donde vive exiliado desde 1951, expulsado por el poder chino. De inmediato, los usuarios de internet reaccionaron. Pocos trataron de justificar el gesto, la mayoría lo descalificó con adjetivos como repugnante, inmundo y obsceno.

Tenzin Gyatso, de 87 años, es el decimocuarto Dalái Lama, líder espiritual y político del Tíbet. Encabeza el lamaísmo o budismo tibetano. El escándalo tiene muchas aristas para ser analizado. Desde las teológicas y culturales hasta las geopolíticas.

Tras la difusión del video, el jefe del gobierno tibetano en el exilio, Penpa Tsering, salió en defensa del Dalái Lama. Dijo que el video fue compartido por “fuentes prochinas” y que las críticas eran injustificadas. Hay una disculpa pública que argumenta que fue un acto inocente, sacado de contexto y remarca: “Su santidad el Dalái Lama siempre ha vivido en celibato y santidad como monje budista”. Dicha excusa irritó aún más a los detractores. Además, salieron otros videos donde se observa al Dalái Lama acariciando a una niña. Nuevamente el acto invisibiliza a los menores, que son los que menos importan, para centrarse en la justificación del adulto agresor que es poderoso y portador de una cultura religiosa.

Hay que recordar que las diversas corrientes del budismo suman cerca de 300 millones de personas en el mundo. En Occidente, desde la posguerra, el número de budistas ha crecido de manera acelerada. En Europa Occidental cuenta con 20 millones de seguidores y forman hoy 5 % de la población de clase media y media alta. En Estados Unidos el budismo tiene una gran implantación, de cerca de 5 millones de seguidores. Desde los sesenta hubo un enamoramiento budista. Este budismo occidental moderno ofrece una filosofía religiosa que no es dogmática ni culpígena, como el cristianismo y el islam. El budismo ofrece a los adherentes un razonamiento bondadoso y humanista que aspira a la trascendencia.

El periódico parisino Le Figaro (16/07/2015) retoma una encuesta internacional encabezada por YouGov, empresa de encuestas e investigación de mercado. Se preguntó a aproximadamente 25 mil personas en 23 países del mundo sobre las principales figuras que inspiran a la sociedad. En Occidente sobresalió el Dalái Lama como una de las personalidades más admiradas. Y así lo sentencia el periódico francés: “El índice de popularidad del Dalái Lama, Premio Nobel de la Paz en 1989, va en aumento. El líder religioso tibetano es considerado la personalidad que mejor encarna la lucha por la paz, la no violencia en el mundo, los valores humanitarios y la trascendencia”.

Sin embargo, en la misma Francia, en septiembre de 2022 salió a la opinión pública un documental crítico del lamaísmo tibetano en Occidente, llamado Budismo, la ley del silencio, de la periodista Elodie Emery y el documentalista Wandrille Lanos. Después de 11 años de investigación, los autores muestran dramáticas anomalías en centros budistas tibetanos que contradicen sus enseñanzas. Denuncian muchos abusos con humillaciones, violencia y abusos sexuales cometidos dentro de los centros budistas. Como en toda estructura religiosa, reina el silencio de las autoridades budistas que han guardado disimulo y sigilo durante mucho tiempo sobre estos temas. El documental reprocha el silencio y la falsa indiferencia del propio Dalái Lama. Con base en el documental, los autores publicaron este año un libro. Ahí son más explícitas las denuncias apoyadas en 32 testimonios de víctimas, algunos de ellos nunca antes publicados, sobre el funcionamiento de un sistema que, durante más de 50 años, ha encubierto las acciones reprobables de maestros y líderes budistas.

Uno de los casos es el del lama Sogyal Rimpoché, fundador de una docena de centros en Europa, entre ellos el emblemático Lerab Ling, en Roqueredonde (pequeña comuna francesa en Hérault). El documental muestra que Rimpoché vivía rodeado de un enjambre de dakinis, jóvenes mujeres a las que trataba, con el conocimiento de muchos, como esclavas sexuales y a las que maltrataba físicamente. Dichas denuncias preceden al escándalo del video actual. ¿Forman parte de una conspiración internacional financiada por China para deslegitimar el budismo en Occidente? Abuso sexual, manipulación mental y enriquecimiento y malversación son documentados. El budismo tibetano se ve sacudido por graves escándalos que levantan señalamientos severos sobre una religión, hasta hoy, venerada en Europa.

Occidente está muy lastimado por los escándalos de la pederastia clerical. Se entiende la reacción contra el Dalái Lama. Hay engaño, encubrimiento sistemático, la complicidad y la construcción amañada de una posverdad por parte de las estructuras religiosas. La actitud evasiva ha irritado el corazón mismo de la cultura traicionada. La violencia sexual contra menores ha desenmascarado, una vez más, la dislocación patriarcal de la Iglesia católica. La masculinidad sagrada justifica la potestad masculina como una hegemonía que viene de Dios. Siguiendo al teólogo Juan José Tamayo, la masculinidad sagrada, concepto de la teología feminista contemporánea, legítima todos los actos del varón, por muy perversos que sean. La masculinidad sagrada se convierte en condición necesaria para el ejercicio autoritario del poder. Este poder empieza por el control de las almas, sigue con la manipulación de las conciencias y llega hasta la apropiación de los cuerpos. “Es, sin duda –nos dice Tamayo–, la consecuencia más diabólica de la masculinidad hegemónica. Cuanto mayor es el poder sobre las almas y más tiránico el control de las conciencias, mayor es la tendencia a abusar de los cuerpos de las personas más vulnerables que caen bajo su influencia: personas crédulas, niños, niñas, adolescentes, jóvenes, personas discapacitadas”.

Los escándalos del video del Dalai Lama y las denuncias de los centros budistas tibetanos exhiben el déficit conceptual de la relación entre sexualidad y religión. Varias religiones e iglesias, como la católica, deben trabajar los vínculos entre el celibato y el patriarcado, la masculinidad sagrada y el poder. Lamentablemente se resisten. 

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