Rocha quiere todo el control de los medios de comunicación

Álvaro Aragón Ayala

Rubén Rocha Moya anda enojado con la responsable de cuidar su imagen, Adriana Ochoa del Toro, porque le falla la estrategia del control de medios y periodistas y porque la campaña librada con los que él considera sus opositores o enemigos tiene efectos contrarios a los planeados. Se le revierten

El gobernador Rubén Rocha Moya entró, de lleno, en una etapa en el que intenta controlar, cueste lo que cueste, todos los medios de comunicación para ajustarlos a una sola línea informativa o editorial: la guerra sucia y la persecución contra las autoridades de la Universidad Autónoma de Sinaloa y la criminalización y el acoso informativo del dirigente estatal del Partido Sinaloense, Héctor Melesio Cuén Ojeda. Pero el plan de dominación gubernamental de los medios-periodistas atraviesa por una etapa difícil.
Rocha Moya trazó un proyecto, en la figura de la Ley de Educación Superior de Sinaloa, a todas luces violatoria de la autonomía universitaria, mediante el cual intenta intervenir la UAS para ceder la Rectoría y las direcciones de preparatorias, escuelas y facultades a su grupo político que abreva en el partido Morena o en el “cartel de jubilados” con el que mantiene querencias o afinidades o bien a diputados locales que participaron en la elaboración de la Ley.
El proyecto del gobernador fue parado en seco por las autoridades universitarias que interpusieron cientos de amparos indirectos en contra de la aplicación de la ley de marras. Los Juzgados de Distrito decretaron 150 suspensiones definitivas a favor de la UAS, ofreciendo la lectura de que por la vía legal ni el Congreso Local ni el gobierno del Estado pondrán aplicar la Ley de Educación Superior.
Bloqueada la Ley por los tribunales federales, instrumento con el que Rocha Moya intenta quedarse con la UAS, el gobernador optó por pretender auditar a la Casa Rosalina con el premeditado propósito de fabricarle al Rector Jesús Madueña Molina delitos patrimoniales en perjuicio de la institución; en tanto que contra Cuén Ojeda avanzó la campaña de criminalización con el propósito de vender la idea de que su patrimonio, fruto de 44 años de trabajo, es de procedencia ilícita.
En la UAS topó otra vez, ahora con la falta de facultades de la Auditoría Superior del Estado para realizarle investigaciones contables-administrativas a la máxima casa de estudios; no puede, incluso, revisar los ingresos propios de la universidad. Es la Auditoría Superior de la Federación la responsable de auditar a la Casa Rosalina; en un periodo de 16 años la dependencia la ha auditado en 33 ocasiones. Actualmente le practica tres más.
Cerrados los caminos para la apropiación de la UAS por la vía legal y administrativa, el gobernador se inclinó por los montajes, por fabricar escenarios falsos para acusar públicamente de mal manejo de los recursos al Rector y elevar el discurso destructor contra Cuén Ojeda, involucrando ahora a su familia. En la manufactura de la imagen negativa de la UAS y del dirigente del PAS, juegan un papel clave los medios de comunicación aliados a su administración.
Sin embargo, la jornada de persecución y criminalización del Rector de la UAS y Cuén Ojeda tiene claramente efectos de bumerán, ya que, por su accidentada orientación, impactan negativamente en la figura del gobernador Rubén Rocha. La sociedad sabe ya que se trata de una campaña de persecución y demonización instrumentada por él con el apoyo de medios de comunicación que no han podido ocultar el origen de la campaña de difamación y calumnia.
Porque la tarea de deshonra y hostigamiento contra el Rector Madueña Molina y Cuén Ojeda cayó en un pozo profundo y perdió toda credibilidad, decidió descreditar a medios de comunicación y periodistas que no ha podido enganchar en su gobierno ni meterlos de lleno a la guerra sucia, bajo el entendido de que las publicaciones son vehículos activos destinados a la conformación de espacios sociales, la construcción de públicos, la legitimación de corrientes de opinión e influyen en las decisiones políticas y de interés público.
Rocha Moya no quiere análisis profundos, profesionales, sobre el diferendo que libra con la UAS; tampoco quiere información que ponga en la mesa del debate el peso jurídico de los amparos que protegen la autonomía de la Universidad ni que se escriba o hable sobre persecución política gubernamental. Reclama una prensa sumisa, no pensante, que difundan solamente lo propio del gobernador, ideas o “información” que congenien con el montaje contra la UAS, su Rector y Héctor Melesio Cuén.
El enojo contra su coordinadora de prensa, Adriana Ochoa del Toro, es precisamente porque no ha podido ampliar el radio de control y ha permitido la huida de periodistas “al otro bando”. Ahí estriba pues el porqué de la satanización de algunos columnistas y analistas y la purificación de medios que antes Rocha llamaba mentirosos y del porqué de sus constantes ataques, humillaciones y exposiciones a los comunicadores a los que ha acorralado con el uso de frases lapidarias como aquella que “el que no esté de acuerdo con sus dichos (con los del gobernador), que venga y cancele su convenio” después de colgarles el epíteto de carroñeros.

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