México y su calificación

Ricardo Gallegos

Recientemente ratificamos la calificación para México en HR BBB+(G) con perspectiva estable, y a partir de esto surgen varias reflexiones respecto a los retos y oportunidades que pudimos detectar durante este periodo de revisión.

Durante 2022, las finanzas de México, al igual que la de muchos países en el mundo, estuvieron sujetas a una presión muy importante debido a factores tanto internos como externos. Principalmente, tuvimos el tema de la inflación, que durante todo el año pasado y parte de este fue muy resistente, a pesar de los varios incrementos de tasa por parte del Banco Central; también estuvieron presentes la incidencia del comercio global y los últimos efectos del colapso de las cadenas de suministros; por último, elementos relacionados con los conflictos geopolíticos, como la guerra entre Rusia y Ucrania y el endurecimiento de las relaciones entre China y los Estados Unidos, los cuales también terminaron incidiendo en nuestro panorama económico.

A pesar de todos estos fenómenos, la economía mexicana presentó una importante resiliencia. Particularmente, sobre este tema destacan varios elementos: el crecimiento del PIB de alrededor de 3.1% en 2022, un nivel de endeudamiento neto del 46.19% y además un costo financiero a PIB de 2.86%, que, si bien tuvo incrementos importantes por la tasa de referencia, fue correctamente administrado desde el punto de vista financiero.

Claramente hay siempre factores bajo los cuales se puede analizar y criticar este tipo de variables macroeconómicas, por ejemplo: qué tanto del consumo interno durante el año pasado fue gracias a la gran cantidad de remesas que ingresaron nuestros connacionales, lo cual, desde el punto de vista de política pública, poco tendría que presumirse; también es importante ponderar qué tanto del efecto de la apreciación del peso fue uno de los elementos importantes para mantener a raya el endeudamiento.

Lo cierto es que, una vez más, México demostró tener sólidos fundamentos macroeconómicos y que en un periodo pospandemia, a pesar de que no tuvo un efecto rebote tan importante como otras economías, como por ejemplo la chilena (HR AA-(G)) la cual llego a crecer casi un 12% en 2021, este fue suficiente para que tuviéramos un buen nivel de crecimiento económico.

Al corto plazo, algunos de los temas que pueden incidir en la trayectoria de calificación del soberano están relacionados con riesgos exógenos, como el comportamiento económico de Estados Unidos (HR AAA(G)), nuestro principal socio comercial, y la profundidad de una muy posible recesión en ese país. A esto se van sumando riesgos adicionales en el camino, como por ejemplo la intensa discusión y negociación entre el gobierno y los representantes de los partidos republicano y demócrata sobre el techo de endeudamiento.

Pero quizás uno de los puntos más importantes dentro de la agenda interna será la evolución de la certidumbre de las políticas públicas en torno a varias vertientes; por ejemplo, el desarrollo de una política industrial que abone de manera efectiva al estado de derecho y coadyuve a una inversión local y extranjera que impacte de una manera más intensa el fenómeno del nearshoring; otro aspecto sería la consolidación de una independencia incuestionable entre el poder ejecutivo, legislativo y judicial, y, en general, lograr un balanceo de fuerzas que permita que la toma de decisiones tenga elementos de consenso, como en toda democracia moderna se espera.

Finalmente, otro aspecto que hay que observar son las elecciones del próximo año a nivel federal, que siempre arrojan elementos de volatilidad de índole política, y cuyo resultado podría sentar las bases de lo que podremos esperar en los siguientes años. Al tiempo.

Director General Adjunto de Análisis Económico

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