La estrategia del Global Gateway
Claudia Luna Palencia
La UE a través del Global Gateway, vigente desde 2021, tiene una bolsa de hasta 300 millones de euros para apoyar inversiones que cumplan con los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU y los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París.
Desde Bruselas me explican que muchos países necesitan “un socio de confianza” para diseñar proyectos sostenibles y de calidad y garantizar que los proyectos se implementen de manera transparente.
Este plan de inversiones está guiado por seis principios básicos: 1) Valores democráticos y altos estándares; 2) buen gobierno y transparencia; 3) asociaciones en pie de igualdad; 4) proyectos verdes y limpios; 5) centrado en la seguridad; y, 6) orientado a estimular al sector privado.
¿Ha llegado tarde la UE ante la embestida china en la región? A China le ayuda bastante que no tiene un pasado colonialista con los latinoamericanos y en definitiva, la diplomacia de las vacunas antiCovid aplicada tanto por, Beijing como por Moscú, ha sido un picaporte para reconectar con varios gobiernos latinoamericanos.
Esta región vio cómo Estados Unidos vacunaba primero a su gente con viales de primer generación ARNm de Pfizer y Astrazeneca cuyos costos per cápita superaban las expectativas presupuestarias de las arcas latinas de muchos países. Las baratas vacunas chinas y rusas sirvieron para revitalizar los nexos con las naciones latinoamericanas.
A COLACIÓN
La UE y América Latina y el Caribe representan más de un tercio de los miembros de las Naciones Unidas y son una fuerza para un orden multilateral basado en normas.
También es la región con los vínculos formales más estrechos con la UE, porque tiene acuerdos de asociación, comercio o política y cooperación con 27 de los 33 países de América Latina y el Caribe. La UE es el principal inversor en la región y su tercer socio comercial exterior y juntos mueven más de 235 billones de euros en materia comercial.
No obstante, la relación no fluye tan rápido como se quisiera. A la UE, le perjudica la demora en su toma de decisiones. Se trata de un elefante pesadísimo y lento: han transcurrido veintitrés años de negociaciones de un acuerdo comercial UE-Mercosur.
Al Mercosur le ha fallado reiteradamente Bruselas: el 28 de junio de 2019, la Unión Europea y Mercosur alcanzaron un acuerdo político para establecer un acuerdo comercial interregional y nunca ha entrado en vigor, porque no ha sido votado en el Parlamento Europeo, en parte porque se oponen a él más de una decena de países miembros de la UE.
En su primera parada por América del Sur, la presidenta Von der Leyen, visitó Brasilia ya la aguardaba Luiz Inácio Lula da Silva, el eterno líder carioca, que ahora busca la paz entre Ucrania y Rusia; y que lejos de condenar la agresión ha mostrado su vecindad ideológica con Putin.
Los primeros desencuentros no demoraron en salir a la luz: el mandatario brasileño reprochó a la UE la demora y el maltrato al acuerdo con el Mercosur que no hacía más que minar todas las esperanzas.
Al respecto, Von der Leyen, se ha comprometido a “cerrar el acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur antes de final de año” siempre y cuando Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina, Venezuela y Bolivia que está en proceso de adhesión den sus garantías medioambientales signadas dentro de un anexo que sería incluido.
De acuerdo con las palabras de la dirigente: “Europa volvió a América Latina y lo hará elevando la asociación estratégica a otro nivel y además lo hará cargada de inversiones porque hay 10 mil millones de euros disponibles en el marco del Global Gateway”.
En un convite con empresarios e inversores convocados por el mandatario Lula, la presidenta de la Comisión Europea, recordó que la UE es ya el principal inversor en la región.
Han sido anunciados varios proyectos beneficiados: unos 430 millones de euros para promover el desarrollo sostenible en la Amazonia; programas forestales sostenibles, infraestructuras de energía limpia y renovables.
Habrá inversiones para detonar la producción de hidrógeno verde en Brasil que es la décima economía del mundo. La UE está en un proceso de descarbonización y requiere importar 10 millones de toneladas de hidrógeno verde cada año y hacerlo además con socios confiables.