El deterioro del programa de vacunación en México amenaza la salud de la primera infancia
Alberto Sotomayor*
Las vacunas constituyen un pilar fundamental de la medicina preventiva y son consideradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una política de gran efectividad en la salud, ya que han permitido una disminución importante y sistemática en la morbilidad y mortalidad infantil. Sin lugar a dudas, no hay intervención sanitaria preventiva más costo efectiva que la vacunación, sólo después de la potabilización del agua.
Es la mejor inversión para el futuro, al brindar protección contra padecimientos, discapacidades y defunciones por enfermedades prevenibles, sobre todo en los niños más pequeños, tales como la difteria, la hepatitis B, el sarampión, la parotiditis, la tosferina, la neumonía, la poliomielitis, las enfermedades diarreicas por rotavirus, la rubéola y la influenza estacional, que ocasionan el 17% de las muertes en menores de 5 años a nivel mundial.
La infección por rotavirus es la causa más común de enfermedad diarreica grave, que en casos extremos puede causar la muerte. Son susceptibles a la enfermedad todos los niños menores de 5 años, en especial los menores de 1 año. La distribución de la enfermedad es mundial, pero en países en desarrollo los niños mueren con mayor frecuencia debido a varios factores: localidades de difícil acceso, deficiencias en el tratamiento oral y desnutrición. En México, la diarrea sigue siendo un problema de salud pública; está dentro de las 5 principales causas de morbilidad y mortalidad en menores de 5 años de edad. En días recientes, se dio a conocer que en Navojoa, Sonora se registra un incremento en los casos de rotavirus, afectando principalmente a niños menores de 5 años.
Para la protección del rotavirus, la cobertura mundial estimada en 2020, de acuerdo a la OMS, fue de apenas el 46%, es decir, más de la mitad de los niños que deberían haber recibo la vacuna no lo hicieron. En el caso de nuestro país, se han registrado abruptas y sistemáticas caídas de cobertura desde el 2013, y se observar la más baja de la década en el 2020, con tan sólo el 69%, y para el 2021 hubo una mejora marginal, al pasar al 77%, pero se ubica lejos de la aplicación casi universal de 2012, cuando se registró una cobertura del 99%. Se trata de la vacuna que más ha experimentado reducciones de cobertura y que no ha logrado recuperar los niveles que tuvo hace casi una década. En el contexto internacional, de entre 194 países, México pasó de ocupar el primer lugar en el ranking mundial en 2012 a retroceder al lugar 82 en 2020.
Por otra parte, de acuerdo con un análisis elaborado por el Pacto por la Primera Infancia, a partir de información oficial relativa a la vacuna contra el rotavirus que se aplica en tres dosis, a los 2, 4 y 6 meses de edad, se observó una tendencia creciente del 2010 al 2018 del 80%, al pasar de 1.8 millones en 2010 a 3.4 millones de dosis en 2018, el registro más alto en el periodo. Sin embargo, para el 2019 disminuyó el número de dosis en 10%, para el 2020 la caída fue del 31%, con una recuperación marginal del 2% en 2021 para nuevamente descender en esa proporción para el 2022. De tal manera que el grave decremento acumulado en el periodo es del 39% y registra el menor número de dosis aplicadas desde el 2012, con tan sólo 2 millones de dosis.
Las consecuencias del alarmante deterioro en la cobertura de vacunación contra el rotavirus son evidentes, dado que los riesgos de un brote de casos están a la vista. De acuerdo a la información de la Secretaría de Salud, del 2017 al 2018 se incrementó en un 7% el número de casos de enteritis debido a rotavirus, al pasar de 1,139 casos a 1,218. Para el 2019 se observa nuevamente un incremento con lo que se registra el número más alto con 1,225 casos. Para 2020 se observa una reducción importante del 73%. Sin embargo, durante el 2021 se advierte un preocupante incremento del 113% con 701 casos nuevos y para el 2021 nuevamente aumentaron el número de casos en un 9%, al registrar 761 casos.
Desde el Pacto por la Primera Infancia estamos convencidos de que ningún niño debe enfermar o morir por una causa prevenible, y todos deben poder alcanzar su máximo potencial en materia de salud y bienestar. El costo de una vacuna es mucho más bajo que el costo de tratar a un niño enfermo o combatir un brote de enfermedad. Pese a la evidencia contundente de los riesgos latentes de brotes de enfermedades prevenibles por vacunación que afectan principalmente a la Primera Infancia, el gobierno en lugar de fortalecer el programa de vacunación para revertir su evidente deterioro, decidió recortar su presupuesto en un 54%, lo cual a todas luces es una negligencia.
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*Alberto Sotomayor es Coordinador Nacional de Investigación del Pacto por la Primera Infancia | @Pacto1aInfancia