Los “otros datos” de los desaparecidos
Leopoldo Mendívil
Algo no cuadra en la renuncia de Karla Quintana como titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (CNBPD).
Contra la costumbre de la 4T, el currículum de Quintana es impecable: doctora en Derecho por la UNAM, una maestría en Harvard y otra en la Universidad de Barcelona; una licenciaturas en Derecho y otra en Letras. Además, toda su trayectoria profesional la vincula a la defensa de derechos humanos dentro y fuera del país.
Los comentarios sobre la gestión de doña Karla varían mucho. Algunos colectivos de madres buscadoras han manifestado su decepción, mientras analistas y académicos se expresan muy favorablemente de ella. Como sea, hoy el quid del asunto está en los datos y los “otros datos” sobre los desaparecidos.
Una de las encomiendas de la CNBPD, creada en 2019, fue la elaboración de una base de datos confiable, a la que se denominó Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, el cual arrancó con 68 mil personas, contadas desde la guerra sucia del siglo pasado hasta 2018.
Pero con la pena de que la 4T ha sumado 43 mil personas al registro. Tal cifra no fue del agrado del presidente López Obrador, quien no pudo aceptar que durante su gestión hayan ocurridos más desapariciones que durante el gobierno de Felipe Calderón, cuando la cifra ascendió a 26 mil.
Ahora, permítame un poco de contexto. La CNBPD realizó una indagatoria en otros bancos de datos, como vacunación COVID, registro civil, licencias, etc., donde obviamente las personas aparecen vivas. Los domicilios se incorporaron al registro, con la intención de que las fiscalías estatales verificaran si se trataba de la misma persona o de un homónimo.
Entre que las fiscalías no avanzaron y que la cifra actual era muy alta, el presidente ordenó un censo de víctimas. Esto es: a partir del registro de desaparecidos arriba citado, el equipo censal acudió a los domicilios para corroborar si la persona había sido localizada. El esfuerzo censal sonaría plausible bajo el argumento de que cuando una víctima aparece, los familiares no la dan de baja del registro.
Pero… Siempre hay un pero.
El censo fue encargado a la Secretaría del Bienestar, concretamente a los Servidores de la Nación. ¿Le suena a propaganda? Pues sí, además de que dicha Secretaría no está facultada por ley para dicha tarea, ya veo a los Servidores llegar a los domicilios con sus chalecos guindas para dar el mensaje de preocupación gubernamental por el asunto.
El segundo “pero” es que el censo solo se está levantando en los 23 estados gobernados por morenistas, según reveló el portal de Proceso. ¿Y las víctimas de las demás entidades no cuentan?
El tercer “pero” es la queja de los colectivos de búsqueda, quienes afirman que los Servidores carecieron de instrucciones precisas (y el más mínimo tacto). Esto es, acudían a un hogar, preguntaban por Juan Pérez y si estaba vivo, pues a anotaban que había sido “localizado”, sin asegurase de si era una víctima o un homónimo. Peor se la cuento, doña Rosario. Por mucho que depuren el registro de desaparecidos, cada día se suman 27 personas más. De ese tamaño es el drama.
Finalmente, hace un par de días se hizo público el registro. Ignoro si esta versión ya tuvo la eficiente “depuración” de los Servidores de la Nación o es el último listado dejado por Quintana. Me pregunto si tal divulgación ocurrió a raíz de que se supo que doña Karla, unas horas antes de renunciar, envió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos una copia del registro con 110 mil desaparecidos, para su resguardo (The Washington Post, 26/08/23).
Aquí entre nos, doña Rosario, no sé cómo al presidente le sorprende tener más desaparecidos que Calderón, si también tiene más homicidios dolosos y una acción más violenta y frecuente del crimen organizado. Nada más le cuento que la Comisión ubicó dos mil 710 fosas clandestinas, casi el mismo número que el acumulado 2006-2018, miles de cadáveres sin identificación regados en los SEMEFOS de todo el país y una cifra negra de desaparecidos que ni siquiera se sabe de qué tamaño es.
El presidente se equivoca cuando afirma que “hay muy mala fe de quienes quisieran que se acusara al gobierno de no estar atendiendo en el problema de los desaparecidos”. No doña Rosario; una de las pocas acciones de la 4T dignas de celebrar fue precisamente la instalación de la Comisión Nacional de Búsqueda.
La crítica es otra: no habría tantos miles de desaparecidos si se hubiera combatido con firmeza y eficiencia al crimen organizado y la impunidad.
Ahora cuéntenos, licenciada Piedra: ¿usted va a hacer algo en esta crisis humanitaria que vive México o va a seguir de florero?