¿Por qué matan periodistas?
Alejandro Jiménez
De 2000 a la fecha la organización Artículo 19 ha documentado 161 asesinatos de periodistas en México, en posible relación con su labor. De estos, 41 se han registrado durante el gobierno actual de Andrés Manuel López Obrador y 47 en el mandato anterior de Enrique Peña Nieto. Somos el país más peligroso para ejercer el oficio, después de Afganistán.
La mayoría de los colegas asesinados han sido comunicadores en los estados de la República, algunos de alcance apenas municipal, a veces corresponsales de diarios capitalinos, pero no la mayoría. Han sido editores de portales informativos de corte hiperlocal y muchos especializados en temas de seguridad. Salvo el atentado contra Ciro Gómez Leyva, el perfil de los comunicadores atacados no es de integrantes de grandes medios capitalinos.
¿Por qué la mayor letalidad se da en ese perfil de periodista? Uno supone que aquellos en zonas rurales y semi urbanas se encuentran más expuestos e indefensos ante amenazas de delincuentes y políticos locales, donde la posibilidad de salir impune del crimen es casi de 100%, pero la explicación no es suficiente.
Ante eso, la investigadora Alejandra Ibarra Chaoul se dio a la tarea de revisar cada caso y buscar tendencias, encontrando que, en términos generales, “en México matan a periodistas ciudadanos y reporteros locales, personas respetadas en sus comunidades y capaces de promover la participación social, cuando toman postura frente a un hecho, cuestionan al poder de su localidad y su narrativa dominante en un momento en que el poder (político o criminal) está atravesando por un periodo de inestabilidad”.
En su libro “Causa de Muerte: cuestionar al poder” (editorial Aguilar), Ibarra toma los casos que le parecen paradigmáticos de su hipótesis: Nevith Condés Jaramillo, Javier Valdés Cárdenas, Samir Flores Soberanes, Juan Antonio Salgado Burgoin, Lourdes Maldonado, María Elena Ferral y Moises Sánchez Cerezo.
En su texto analiza cada caso y, pese a sus diferencias situacionales y de tiempo, encuentra las tendencias referidas: fueron, en determinada coyuntura, líderes de opinión capaces de influir socialmente, en momentos de crisis, inestabilidad o relevo en grupos criminales o políticos.
Esta hipótesis sirve para revisar si cada caso encaja en alguna de estas categorías, pero lo ideal es que sirva para prevenir atentados, cuando se vaya conformando el cuadro diagnóstico de peligro y los comunicadores no queden expuestos a sus victimarios.
El Mecanismo de Protección de Periodistas, dependiente de la Secretaría de Gobernación, tan debilitado en el actual gobierno, y que encabeza el subsecretario Alejandro Encinas, tendría que estar trabajando en este tipo de hipótesis, para no sólo proporcioar resguardo o escoltas a los periodistas amenazados, sino buscar de manera científica la prevención de los ataques.
El trabajo de Alejandra Ibarra es útil, porque representa un avance en el esfuerzo por entender qué está pasando y cómo podemos evitar que haya más comunicadores asesi nados en México.