Cuando se vaya AMLO termina la 4T

Juan Manuel Asai

La 4T está condenada a ser ave de paso de la política nacional. Su ciclo dominante terminará cuando López Obrador deje Palacio Nacional para irse a su finca de Chiapas. Es así porque se trata de un movimiento que gira alrededor de un liderazgo fuerte, incuestionable, gira en torno al presidente más votado en la historia del país.

Sin López Obrador en Palacio las fuerzas disolventes al interior de Morena se impondrán. Comenzará una etapa diferente en la política nacional, esto será incluso con el triunfo de la doctora Sheinbaum en las elecciones del año que entra.

La batalla al interior de Morena por la jefatura de Gobierno de la CDMX es un buen ejemplo. Martí Batres, Jesús Ramírez, Citlali Hernández no estarían confabulando contra la candidatura de Omar García Harfuch si la propuesta hubiera sido de AMLO, entonces se plegarían. Pero como la toman como una decisión de Sheinbaum entonces sí se atreven a la conspiración porque saben que el liderazgo de Claudia apenas se está consolidando y todavía es vulnerable.

La lección es que sin un hombre fuerte que tiene todos los hilos del poder en la mano, como hoy ocurre con AMLO, en Morena sobrevendría el caos. Eso es justo lo que pasará conforme pasen los meses.

Morena dejará de ser un movimiento y, si tiene suerte, se convertirá en un partido político con cierta cohesión ideológica. Ahora caben todos en un mismo saco, gracias a que todos se cuelgan del cuello de López Obrador para ganar posiciones, pero eso está por terminar.

Ya comienzan a notarse más las diferencias que las coincidencias.

El único común denominador que tienen, por ejemplo, los compañeros de luchas universitarias de Claudia Sheinbaum con los priistas tabasqueños que encabeza Adán Augusto López es que los dos bandos reconocen que López Obrador es su jefe. Cuando López Obrador no esté el choque será natural, inevitable.

Andrés Manuel López Obrador obtuvo 30 millones de votos, Claudia tendrá apenas la mitad, pero con eso será suficiente para ganar la elección presidencial, pero de lo que hoy se llama 4T solo quedará el nombre.

El caso de la elección del candidato de Morena para el gobierno de la CDMX, como se apuntó arriba, no deja lugar a dudas. No tiene lógica que dos personajes opuestos, de hecho antagónicos, como Omar García Harfuch y Clara Brugada estén compitiendo por el mismo cargo en el mismo partido. Ambos tienen cualidades, no lo discuto, pero que pertenezcan al mismo partido es algo anormal y, por lo mismo, ese proceso no terminará bien. De modo que ya lo sabe, la 4T languidece y dentro de poco desaparecerá.

El factor Marcelo Ebrard

Marcelo Ebrard es el único político que puede dar un manotazo en la mesa y mover las fichas de la elección presidencial. Su único contrincante en el horizonte es Samuel García, de Nuevo León, que está muy cómodo en su encomienda de ser el sicario de Morena para disparar sobre PAN y PRI y después deshacerse en elogios para el presidente. Marcelo en cambio haría todo lo posible por acercarse a los votantes de PAN, PRI y lo que queda del PRD, porque sabe que la única opción ganadora de la elección es juntar todas las fuerzas políticas.

Para que todo esto arranque lo primero que tiene que pasar es que Marcelo diga que quiere competir y que está dispuesto a enfrentar el tiroteo que será muy intenso en su contra. Pero si Marcelo sigue dándole largas y no se baja al ruedo, entonces no hay casi nada por hacer. En la boleta si no va Samuel irá Dante Delgado que es un político talentoso pero que llevaría al estadio Azul menos gente que Claudia Sheinbaum, lo que es mucho decir

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