Descripción del perverso plan de Rubén Rocha

Álvaro Aragón Ayala

En funciones de Senador de la República y candidato de Morena-PAS al gobierno de Sinaloa, Rubén Rocha Moya supo esconder muy bien su perfil perverso, maldito, al grado de que se le consideraba una persona madura, que sabía controlar sus emociones, que tenía talante para gobernar con justicia y equidad, pero todos se equivocaron, pues al asumir la gubernatura sacó a relucir su verdadera personalidad esquizofrénica, su inclinación a la traición y la mentira y sus apetitos por ejercer el poder de manera absoluta, abusiva, prepotente, como si se tratara de un dictador.

Como gobernador descarnó de inmediato y hasta hizo “pública” una de sus prioridades: tomar el control de la Universidad Autónoma de Sinaloa, olvidando sus compromisos políticos y su responsabilidad de atender los problemas de seguridad pública y criminalidad, abandonando a su suerte a los productores agrícolas, pescadores, mineros, ganaderos, acuicultores, a toda la sociedad, maquillando el nulo quehacer y la rapiña gubernamental con el pago a la prensa de millonarias sumas de dinero.

LA TRAICION A CUÉN OJEDA
Para lograr su sueño de controlar y regresar él y su grupúsculo de ancianos a la Universidad, de la que fue Rector –“mi mejor cargo ha sido la de Rector, no la de gobernador”, confesó en una ocasión-, tenía que dar dos pasos, realizar dos acciones que encarnarían su maldad y revelarían su perfil traidor y siniestro: la primera acometida sería y fue deshacerse de Héctor Melesio Cuén Ojeda, y tratar de meterlo a la cárcel, pese a que él lo ayudó a convertirse en candidato de Morena-PAS y en gobernador de Sinaloa. Tomó esa determinación y desplegó contra él y su familia una campaña de desprestigio por razones de odio que carecen de toda lógica.

El segundo ataque sería y fue la creación de una Ley Estatal de Educación Superior que le serviría para “entrar a conquistar” a la UAS. La ley que elaboraron a contentillo los diputados de Morena y los del PRI-Morena y que Rocha Moya se encargó de publicar en el Diario Oficial del Gobierno del Estado, debería contener y contiene artículos que de aplicarse le permitirían al gobernador, al Congreso Local y a la Secretaría de Educación Pública y Cultura tomar el control académico, financiero, administrativo y político de la Casa Rosalina.

LA LEY QUE LE FUE RECHAZADA
Los legisladores de la LXIV Legislatura construyeron, pues, la “Ley Rocha”, que, de acuerdo a los planes, le facilitaría a Rubén Rocha participar en la elaboración de una nueva Ley Orgánica de la UAS, con cuyo contenido accedería a la destitución y nombramiento del Rector y de todos los directores de preparatorias, escuelas y facultades y de toda la estructura administrativa de la Universidad. El proyecto era y es ceder el control de la institución un grupúsculo de jubilados, personajes de la tercera edad, decrépitos, que forman parte de su círculo de amigos de la vieja guardia uaseña.

Sin embargo, la Ley Estatal de Educación Superior fue tan mal hecha que de inmediato saltó a la vista su inconstitucionalidad y el contenido de cuando menos 15 artículos que violentan la autonomía universitaria y que se contraponen a la Ley General de Educación Superior (federal). La comunidad universitaria la rechazó y acudió a los Tribunales Federales para echarla abajo. Los Juzgados de Distrito y los Tribunales Colegiados determinaron la no aplicación de la “Ley Rocha” hasta no resolver el fondo de la litis. La UNAM, la UDUAL, la ANUIES y otras instituciones y organismos de educacion superior de corte nacional e internacional consideraron que la ley de marras viola flagrantemente la autonomía de la UAS y la Constitución.

DIFAMAR, DESTRUIR Y ENCARCELAR
Seguro de que nunca podrá aplicar la Ley de Educación Superior Estatal y que esta será desechada definitivamente por los Tribunales Federales, convencido de que por esa vía jamás va a poder modificar la Ley Orgánica de la UAS ni tomar el control de la institución, el gobernador decidió cobrar venganza y armó un plan para difamar y destruir a la Universidad y buscar encarcelar a sus funcionarios. Para el cumplimiento de su “castigo”, Rocha Moya movilizó y encomendó al Congreso Local, a la UIPES, al SATES, a la Auditoría Superior del Estado y a la Fiscalía General de Justicia fabricar delitos contra todos los funcionarios universitarios.

Sin datos fidedignos, sin documentación probatoria, sin el basamento de una auditoría legal (la Auditoría Superior del Estado carece de facultades para auditar a la UAS), el propio gobernador, los diputados de Morena y el PRI del Congreso Local y los periodistas coptados con contratos de publicidad de millones de pesos, se encargarían y se encargan de difundir que en la Universidad hay corrupción y que no se cumple con los estándares de transparencia y rendición de cuentas. Las mentiras son el estribillo antiUAS, la narrativa del gobierno y la prensa rochista.

Esos sonsonetes fueron y son el “soporte”, las falacias que, repetidas una y mil veces, “justifican” a la Fiscalía para que invente delitos y para que los Jueces, obedeciendo consignas del gobernador, penalicen o criminalicen a los funcionarios de la UAS. A contrapartida, la Auditoría Superior de la Federación determinó que en la UAS no hay delito que perseguir, pues en las más recientes auditorías que le han practicado no han encontrado desvíos de recursos, ni daños a la hacienda pública ni al patrimonio de la Casa Rosalina.

Mas todavía: el resultado positivo de las auditorías practicadas a la UAS durante los últimos 15 años, el arqueo contable-financiero-administrativo que la ASF le aplicó por el ejercicio 2022 no cuenta para Rocha Moya, sus ancianos y paleros del Congreso Local, pues, aunque saben que se trata de una mentira falaz, siguen repitiendo que la Universidad no se deja auditar y de que incurre en actos de corrupción. La venganza del gobernador desnuda su temperamento faccioso, abusivo, refleja el perfil de un dictador dispuesto, quizá, hasta llegar a matar con tal de lograr su objetivo: apoderarse de la máxima casa de estudios.

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