Apuesta jesuita por la paz con justicia
Luis Gerardo Moro Madrid*
Inicia el tiempo de los recuentos: doce meses no han bastado para que en México prevalezca la justicia, la paz y el respeto a los derechos humanos. A pesar de los esfuerzos de muchas personas por construir una nación digna, este trayecto ha estado marcado por la indignación ante las respuestas insuficientes o equivocadas que el Estado ha ofrecido en sus distintos niveles.
En esta pausa reflexiva resulta imperativo no pasar por alto los clamores y las problemáticas que continúan sacudiendo a nuestra sociedad: los feminicidios, los desplazamientos, las ejecuciones, las desapariciones persisten. Miles de familias siguen sin noticias sobre sus seres queridos, y lamentablemente no existen registros oficiales confiables que documenten esta tragedia. El horror se ha materializado en nuestro país, con episodios extremadamente dolorosos, como los multihomicidios de jóvenes en Lagos de Moreno, en Celaya y recientemente en Salvatierra. No podemos acostumbrarnos o naturalizar este paisaje.
El caso Texcaltitlán, en el Estado de México, es sólo un ejemplo de cómo gran parte de nuestro territorio ha escapado del control estatal e impera la violencia perpetrada por grupos criminales. Esta realidad afecta cotidianamente a miles de personas, quienes se ven confrontadas e inermes contra las agresiones y extorsiones de esos grupos.
La Compañía de Jesús no estuvo exenta de esta situación y experimentó en carne propia los asesinatos de los jesuitas Javier y Joaquín en 2022, quienes durante cinco décadas entregaron su vida a la Sierra Tarahumara, sin que se haya alcanzado justicia, ya que el perpetrador fue ajusticiado este año y la comunidad rarámuri sigue a expensas del crimen organizado.
Ante estas situaciones adversas, los jesuitas impulsamos este año el Diálogo Nacional por la Paz en la Ibero Puebla, espacio que reunió a la Iglesia en un encuentro sin precedentes, donde se reconoció el desafiante contexto de violencia. Las y los asistentes buscaron ser generadores de propuestas. La Agenda de Paz fue el producto del diálogo, que se constituye una guía para alcanzar la paz en diversas comunidades del país. Los resultados no serán inmediatos y se necesita la participación, el esfuerzo y la voluntad política de todos los niveles de gobierno.
La militarización y las reformas que se proponen desde el gobierno para legalizar la entrega de la Guardia Nacional al Ejército plantean interrogantes sobre el rumbo de la seguridad en nuestro país, al ser un modelo que ha demostrado durante tres sexenios que no funciona. A esta realidad se agrega la persistente crisis migratoria, la cual lamentablemente se agudizó con el trágico incendio en Ciudad Juárez que cobró la vida de 40 personas en marzo de este año. Este suceso refleja el impacto devastador de la negligencia institucional frente a las inaplazables necesidades de las personas que se encuentran en movilidad y desplazamiento forzado. El encubrimiento al Ejército persiste, desde los casos de la época de la Guerra Sucia hasta Ayotzinapa, a pesar de la existencia del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico y la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia, respectivamente.
En contraste, aumentan las narrativas que desacreditan de manera asimétrica, principalmente desde las conferencias matutinas, la labor de personas defensoras de derechos humanos, medios de comunicación y periodistas, de lo cual no se ha escapado la Compañía de Jesús y nuestra institución, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh). Estas acciones socavan los cimientos democráticos en México y desvían la atención de lo verdaderamente crucial: el acompañamiento a las víctimas.
Aunado al debilitamiento de nuestra democracia, también impera la amenaza constante hacia los organismos autónomos y el riesgo inminente de perder la independencia judicial en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Esta situación se ha materializado de manera gradual.
A nivel global, el panorama no es tampoco positivo: los conflictos bélicos, la persistente desigualdad, el surgimiento de nuevos gobiernos en América Latina que minan la democracia son señales de que la humanidad está aún lejos de lograr la paz que anhelamos y por la que trabajamos. En medio de crisis como las de Ucrania-Rusia, Palestina-Israel y los conflictos en África, emerge la urgente necesidad de alcanzar la paz ante el infierno que narran las víctimas.
En este panorama desafiante, pero ante la esperanza de un nuevo ciclo, la Compañía de Jesús reafirma su misión de promover la reconciliación y la justicia. Citando al papa Francisco, a 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, este instrumento nos recuerda la importancia de su vigencia, al ser una herramienta irrenunciable para construir un mundo más libre, igualitario y justo, una brújula para enfrentar los desafíos de conflictos, pobreza, cambio climático y nuevas tecnologías.
En México, la reconstrucción del tejido social y el respeto a los derechos humanos continúan siendo el anhelo supremo para las personas. La Compañía de Jesús continuará trabajando para que renazca e impere la paz en el año 2024, con la fuerza que nos da la buena nueva del nacimiento de Cristo en nuestros corazones.
*Provincial de la Compañía de Jesús en México.