La salud de México en 2024

Karla Suárez / Integralia

Una de las principales interrogantes rumbo a los comicios de junio es el panorama en materia de salud que dejará el actual sexenio y los desafíos que recibirá el próximo gobierno en este ámbito. En los últimos cinco años, el sistema de salud se ha enfrentado a la disminución en la inversión y en la calidad de los servicios de salud, a los elevados niveles de gasto de bolsillo, al incremento en las brechas en infraestructura y recursos, al continuo desabasto de medicamentos y a un sistema poco o nada coordinado.

En el cierre de su administración, el presidente López Obrador ha encomendado a las autoridades del sistema de salud arrancar dos nuevos proyectos: la Megafarmacia del Bienestar en el Estado de México y la compra consolidada de medicamentos e insumos para la salud, ahora liderada por Birmex, al tiempo que busca afianzar el proceso de centralización de los sistemas estatales para la atención de la salud.

La Megafarmacia del Bienestar, inaugurada en diciembre de 2023, hasta el momento sólo ha gestionado el traslado de 164 medicamentos y ha surtido únicamente 67 recetas médicas. En cuanto a Birmex, ese mismo mes fue designada como el área consolidadora para realizar la contratación de medicamentos e insumos para la salud. Se trata del quinto esquema de adquisiciones implementado por este gobierno, iniciado a tan sólo nueve meses de su conclusión.

Posteriormente, bajo el argumento de avanzar con el proceso de “federalización”, en enero se publicó la reforma a la Ley de Coordinación Fiscal y la Ley General de Salud, con el fin de transferir los recursos financieros en salud de 23 entidades federativas al IMSS-Bienestar. Esta última modificación deja a los estados con un reducido, casi nulo, margen de maniobra ante posibles eventualidades sanitarias y no contempla mecanismos para garantizar la trazabilidad y la transparencia en el ejercicio de los recursos financieros.

Ante este panorama, resulta fantasioso pensar que los meses restantes del actual gobierno serán suficientes para consolidar un sistema nacional de salud comparable con los de países nórdicos. Además, surge la pregunta de si la salud será una prioridad real para las candidatas presidenciales o sólo será un estandarte de campaña.

¿Qué se puede esperar en el sector durante un año de elecciones y de cambio de gobierno?

Respecto a salud, Claudia Sheinbaum se ha mostrado a favor de la continuidad de los proyectos del actual presidente, así como del Modelo de Atención a la Salud para el Bienestar (MAS-Bienestar). Ha utilizado en todo momento la narrativa del derecho universal a la salud, priorizando los esquemas de prevención y la necesidad de intensificar la dignificación hospitalaria y la formación de profesionales de la salud.

La continuidad propuesta por la candidata permitiría que durante el próximo sexenio el IMSS-Bienestar cuente con mayor tiempo para su consolidación y se podrían analizar los resultados de Birmex respecto a la compra consolidada del presente año. Sin embargo, no podemos olvidar que la salud ha sido uno de los rubros más débiles de este sexenio y, aunque dificilmente veremos un desmarque por parte de la candidata respecto al presidente, ésta será una complicada herencia y, probablemente, la realidad la alcance más temprano que tarde.

Por su parte, Xóchitl Gálvez ha sido vocal respecto a la necesidad de corregir el desabasto de medicamentos, eliminar el rezago en los niveles de vacunación, incrementar el gasto en salud, brindar atención integral a las enfermedades crónicas no transmisibles y, sobre todo, revertir la centralización de los servicios de atención primaria y hospitalización general.

Resulta evidente que las propuestas de la candidata de la oposición responden de manera efectiva a los problemas reales en matería de salud. No obstante, ante una posible victoria de Xóchitl Gálvez, el escenario político y económico no será el óptimo para su implementación debido a las ajustadas finanzas del país y la probable falta de apoyo en el Congreso de la Unión.

Los cambios que AMLO está impulsando en el final de su sexenio buscan afianzar su visión del sector salud; sin embargo, en un contexto de elecciones y cambio de gobierno, tocará a la nueva administración —sea quien sea que la encabece— evaluar su pertinencia y buscar rutas alternativas de política pública.

Independientemente del resultado electoral, el próximo gobierno heredará un sistema de salud cuya arquitectura ha sido modificada profundamente en los últimos años, con aspectos pendientes que deberá resolver urgentemente. Temas clave como el aumento de la inversión pública para reducir el gasto de bolsillo en salud, el fortalecimiento de la colaboración entre sectores público, privado y sociedad civil, así como garantizar la certeza en los procesos regulatorios y reforzar las instituciones de salud, serán prioritarios para la siguiente administración.

Además, la transparencia en la asignación de recursos del IMSS-Bienestar determinará si su creación logrará impulsar un sistema equitativo para la población más vulnerable del país. En este contexto, es crucial seguir de cerca las propuestas de las candidatas y buscar que la salud no sea sólo un tema de campaña, sino una prioridad real que derive en acciones concretas.

Con información de Expansión

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