Prisionero de su soberbia política
Alfonso Carlos Ontiveros Salas
Parece que no hay condiciones en un Gobernador que se resiste a admitir que el dialogo es la mejor opción para solucionar los conflictos.
Negarse sistemáticamente a aceptar que el dialogo sensibiliza posturas encontradas. Toda posibilidad conciliatoria se pierde. El Estado no puede mantenerse en un conflicto que no le está abonando nada bueno a los gobernados.
Sinaloa se aparta cada vez más de la probable solución a sus problemas torales. Al Gobernador le interesa mantenerse aferrado a un conflicto que lo llevará ineludiblemente al fracaso electoral y a perder todo el respeto como gobernante.
El proyecto de gobierno no es el control político de la Universidad Autónoma de Sinaloa. La inseguridad es una amenaza continua a la tranquilidad ciudadana toda vez que la desaparición forzada de personas se agrava de manera alarmante.
Los homicidios preocupan a la ciudadanía porque al gobierno parece no interesarle que por todos los puntos cardinales de la ciudad y del Estado suenen las armas y proyectiles asesinos priven de la vida a ciudadanos sin castigo a los delincuentes.
El temor social se manifiesta continuamente ante la ola criminal de despojos violentos de vehículos, en los que hombres y mujeres jóvenes o adultos se ven amenazados por la libertad de la que gozan los criminales.
Los tiempos que el gobierno le dedica en las semaneras al conflicto contra la Universidad Autónoma de Sinaloa, lo tienen atrapado por la irritación que les causa no poder ejercer el control político pretendido en la comunidad universitaria rosalina.
Creyeron que las condiciones de ese control político lo tenían asegurado cuando expiden la Ley de Educación Superior de Sinaloa. Pero el cuete les tronó y muy feo, por cierto. La anhelada Ley les fue declarada inconstitucional y por ese motivo no la pueden aplicar. La UAS no es la Universidad Autónoma de Occidente en la que, en ésta última, su comunidad universitaria fue entregada vilmente al control político del Estado.
Se aferran en la negativa a dialogar. La Universidad Autónoma de Sinaloa mantiene su disposición al dialogo para conciliar y resolver el conflicto. Pero también es cierto que el puño se mantiene cerrado para estrellarlo, de ser necesario, en los rostros enemigos.
El coraje se ha personalizado en la humanidad de Jesús Madueña Molina, pero tarde que temprano habrá de revertirse. Quien vive prisionero de su soberbia y no responde a su consciente racional, seguro que morirá dentro de los muros oscuros de su sinrazón. Es la venganza desatada con todo el peso del poder gubernamental, por haberse atrevido el Rector Titular de rechazar la Ley violatoria de la autonomía universitaria. La Ley de Educación Superior de Sinaloa.
La crítica, la basura mediática de corrupción, los procesos penales instruidos y las vinculaciones a proceso en contra de directivos universitarios poco a poco se les ha revertido azotándoles en la cara las resoluciones judiciales federales que dictan lineamientos de lo que será en un futuro muy cercano y en favor de la Casa Rosalina el juicio político de su historia.
La Universidad Autónoma de Sinaloa, es grande por su historia, es maravillosa por los personajes que le dieron proyección y arraigo en la sociedad sinaloense y es con excelencia la marca formativa de sus estudiantes. Esa es la esencia de la defensa de la autonomía universitaria sin importar las consecuencias. La UAS es mucho más grande que la soberbia política del gobernante quien morirá aferrado a su fracaso.
La lucha continua. No hay descanso. El odio a los universitarios rosalinos es por la frustración de un gobierno fracasado. La ilegalidad de sus actos sigue siendo el común denominador. La mentira gubernamental caerá frente a la verdad de los uaseños. El desenlace no está muy lejos. La UAS lo espera.