La nada electoral

Federico Döring

Desde hace varias semanas, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama, venía interviniendo en la precampaña, con declaraciones que descalificaban a la oposición; sin embargo, después del primer debate entre los candidatos a la Jefatura de Gobierno, los embates arreciaron.

No necesitó reconocerlo abiertamente, su candidata, Clara Brugada, a quien impuso a la mala sobre el entonces aspirante Omar García Harfuch, había perdido el debate ante el candidato de la alianza Va X la Ciudad de México, Santiago Taboada.

Martí Batres entró en pánico, dejó su puesto de jefe de Gobierno y se puso la camisa de jefe de campaña, dijo adiós a las políticas públicas y dio la bienvenida a todas las artimañas y mapacherías electorales.

Pero no ha entendido que es la nada electoral, que se subió de mosca al camión de RTP de la campaña y que lo único que debe hacer es callarse y atender el apercibimiento del Instituto Electoral de la Ciudad de México (IECM).

Insiste en que va a seguir contestando lo que se diga de la ciudad, pero lo que no entiende es que está disputando la propia capital del país y que, por ende, se debe hablar de ella.

Su intervención impune en el proceso refleja que no tienen esa ventaja que durante mucho tiempo presumieron al electorado: por el contrario, se ha reducido y a dos meses de campaña hay un empate técnico, con la gran diferencia de que Santiago Taboada va creciendo día con día, mientras la morenista Clara Brugada se estancó.

Es ahí donde reside el temor de los morenistas y del propio jefe de Gobierno, porque no ve la forma de cómo levantar su campaña y hacer clic con los capitalinos, que no la ven como una candidata natural, sino como la imposición.

Además, Martí se está jugando su futuro político, porque pasará a la historia como el personaje que entregó la Jefatura de Gobierno a la oposición, después de más de 30 años de gobiernos fallidos y como el morenista que no supo ganar una elección importante.

Después de eso no le queda más que irse al salón de los perdedores de Morena, sin la mayor posibilidad de regresar a buscar un puesto de elección popular.

Por eso actúa como un animal herido al que no le importa violentar la ley electoral, porque es capaz de que, con su comportamiento, busque la anulación de una campaña; pero no se lo vamos a permitir. Por eso Martí Batres Guadarrama es la nada electoral, que no es el candidato, aunque quisiera. Ésta es la última ocasión que le dedicamos un momento de reflexión.

Como dijera el Presidente de la República: ya no vamos a caer en provocaciones ante sus descalificaciones y señalamientos, que se dedique a gobernar los últimos meses que le quedan y que deje hacer campaña a los candidatos.

Con información de Excélsior

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