AMLO o las trampas de la fe
José Gil Olmos
La fe ha sido uno de los factores que mejor ha explotado política y electoralmente Andrés Manuel López Obrador desde sus primeros pasos como líder social, luego como dirigente partidista y estos últimos años como presidente de la República. No es casual que su primera marcha desde Tabasco a la Ciudad de México la haya bautizado como el Éxodo por la democracia y que a su partido le haya puesto Morena.
En las elecciones del 2018 la fe y la esperanza por un cambio y mejoramiento a la situación de violencia, corrupción, inseguridad y pobreza fueron en buena medida los motores que impulsaron los 30 millones de votos con los cuales López Obrador arrasó en la elección ante sus contendientes José Antonio Meade y Ricardo Anaya.
Esa misma fe y esperanza transformada en un programa de gobierno que lleva el nombre de Bienestar (una expresión también llena de tintes religiosos) fue la promesa que ofreció la administración lopezobradorista al pueblo para llevarlo de un estado de sufrimiento a otro de abundancia, paz y felicidad mediante programas sociales que llevaban el apelativo del presidente como franquicia.
Con esa promesa de transformación fue que López Obrador emitió de manera profética aquella frase de “al diablo con sus instituciones” como un anuncio de lo que haría al sentarse en la silla presidencial.
Entronizado desde Palacio Nacional, un edificio levantado sobre las ruinas aztecas por órdenes de Hernán Cortés y que López Obrador decidió convertirlo en su fortaleza política, desde ahí ordenó a sus legisladores agrupados en Morena la desaparición o el cambio de 23 organismos e instituciones forjadas en décadas por agrupaciones civiles comprometidas con la transición democrática.
Sólo por enumerar algunas de las instituciones que mandó al diablo, retomando sus propias palabras, podemos citar al Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros (Bansefi), el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem), el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE), el Seguro Popular, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que lo sustituyó por uno creado a su conveniencia; el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT), la Agencia de Noticias del Estado Mexicano (Notimex), el Fondo de Desastres (Fonden), las estancias infantiles, Prospera y los comedores comunitarios, entre otros.
Por obra y gracia de su voluntad creó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), que después desapareció por resultar un fracaso; el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, que casi fue anulado por los escándalos de corrupción; la Megafarmacia, que ha sido un chasco; las Becas Bienestar, que no han logrado impulsar la educación; la Secretaría de Bienestar, con programas sin éxito, y las Universidades para el Bienestar, que no son una opción real para la formación profesional de los 300 mil jóvenes que no pueden acceder a las universidades públicas o privadas.
Si a nivel institucional la fe de una transformación se convirtió en una trampa, a nivel político fue una gran engañifa.
Morena nunca pudo convertirse en un partido, ha seguido siendo un movimiento apéndice de la voluntad de López Obrador, quien decide quiénes son los candidatos o candidatas a puestos de elección popular llamados o llamadas corcholatas. Los legisladores siguen ciegamente a su Pastor, que les ordena aprobar leyes sin cambiar una sola coma. Y con su dedo flamígero castiga y manda al ostracismo a quienes desacatan su voluntad. Estás conmigo o contra mí es su dogma.
En las trampas de la fe de López Obrador la Cuarta Transformación se ha quedado en un proyecto malogrado de verdadero cambio, más bien es el reforzamiento del presidencialismo encarnado en una sola figura que concentra todos los poderes descalificando a los que no están de acuerdo con su voluntad, convirtiéndolos en adversarios o enemigos.
Político carismático, con una narrativa capaz de convertir el agua en vino y los programas sociales en maná, Andrés Manuel López Obrador terminará su mandato en septiembre con niveles de aceptación altos a pesar de los enormes fracasos de su administración. Pero difícilmente le alcanzará para lograr la meta de 35 millones de votos que se fijaron su candidata presidencial Claudia Sheinbaum y su partido Morena para ganar la Presidencia de la República y la mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, como lo tuvo en su época de oro el PRI.
Por cierto…
Especialistas del think tank Ethos Innovación en Políticas Públicas analizaron las propuestas de Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez en combate a la corrupción, finanzas públicas, adaptación al cambio climático y políticas de cuidados.
Sobre combate a la corrupción, uno de los temas fundamentales, Dalia Toledo, directora de Finanzas Públicas y Anticorrupción, afirmó que el actual gobierno no ha dado los resultados esperados: en el Índice de Percepción de la Corrupción, de Transparencia Internacional, hay un estancamiento en 31 puntos de 100 posibles desde 2020. Mientras que en el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción, de Américas Society/Council of the Americas y Control Risk, la puntuación del país ha ido disminuyendo cada año: en 2019 obtuvimos 4.56 puntos de 10 y en 2023, sólo 3.87.
Entre las causas están la captura y debilitamiento de algunas instituciones, poco avance en reducir la impunidad, nombramiento de perfiles no idóneos para los puestos clave, entre otros. Además, el presupuesto ha sido controlado por el gobierno como un arma para debilitar a estas instituciones. Por ejemplo, este año la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción recibirá 40% menos recursos de los que recibió en 2018.