Reino Unido: ¿giro a la izquierda?

Antonio Salgado Borge*

Todo parece indicar que Reino Unido tendrá su primer gobierno de izquierda desde 2010. Tras una serie de administraciones conformadas por el Partido Conservador, distintas señales apuntan a que el Partido Laborista arrasará en las elecciones de este año. 

La más reciente de estas señales apareció este mes. En las elecciones regionales, celebradas en distintos puntos del país hace algunos días, los conservadores fueron vapuleados sin misericordia por los laboristas. El partido del actual primer ministro perdió alrededor de 400 posiciones locales, consejos municipales, gobiernos regionales y partes clave de Londres. 

Este resultado es desastroso para los conservadores. Para su desgracia, también es consistente un sentir que rebasa los ámbitos locales. Las encuestas señalan que, al día de hoy, el Partido Laborista obtendría alrededor de 43% de los votos en una elección general, mientras que el gobernante Partido Conservador no pasaría de 24%; esto significa que no sólo el nuevo primer ministro sería laborista, sino que ese partido tendría un control casi total del Parlamento británico.

La debacle del Partido Conservador no sólo es impresionante, también es pronunciada. Apenas en 2019, lidereados entonces por Boris Johnson, los conservadores le arrebataron 66 posiciones en el Parlamento a los laboristas. Esta victoria conservadora fue la más abultada desde el triunfo de Margaret Thatcher (1987); también implicó la captura de regiones tradicionalmente laboristas y que, en teoría, tendrían que haber votado por la izquierda.

Starmer. Una izquierda sin grandes promesas. Foto: Especial

Para rematar, este fenómeno ha ocurrido sin un gran proyecto o candidatura atractiva de los laboristas. Keir Starmer, actual líder de ese partido, carece de carisma y ha optado por una estrategia que, a grandes rasgos, consiste en no agitar mucho las aguas. 

Cuando algún tema es controvertido, Starmer suele optar por evitarlo. También ha adoptado un enfoque moderado que en ocasiones tira al centrismo, en lugar de plantear transformaciones radicales. En consecuencia, el hundimiento de los conservadores no se debe principalmente a un renovado fervor nacional en favor de sus rivales.

Para entender este fenómeno es necesario considerar la conjunción de tres factores estrechamente interrelacionados.

El primero es la crisis permanente que han dejado las políticas neoliberales promovidas durante décadas por gobiernos conservadores. La población británica ha sido víctima de recortes constantes en salud, educación y servicios fundamentales. Con el Estado empequeñecido, zonas completas han quedado virtualmente abandonadas. 

Aunque el nivel de vida y el poder adquisitivo de los británicos sigue siendo bueno en términos relativos, existe una consciencia plena de un declive manifestado en servicios saturados, gente viviendo en condición de calle, estancamiento en la movilidad social o consejos municipales quebrados. 

Sunak. Fracaso. Foto: Especial

Este estado de cosas es importante, pues la campaña de los Conservadores en 2019 tuvo como lema “nivelar hacia arriba” a los sectores más abandonados. En ese sentido, el partido de la derecha británica rebasó a los laboristas por la izquierda. Pero su promesa no se ha materializado desde entonces. En consecuencia, existe un sector de la población justamente desencantado. 

El segundo es el Brexit. En buena medida los conservadores aplastaron a los laboristas hace cinco años promoviendo la elección como un referéndum sobre otro referéndum: Brexit. En 2016 la mayoría de los votantes, alentados por conservadores populistas y por la ultraderecha, optó por la salida de su país de la Unión Europea. Tres años después, Johnson hizo campaña prometiendo cumplir a rajatabla con ese mandato. Los laboristas, lidereados entonces por Jeremy Corbyn, temieron tomar la posición contraria y terminaron decepcionando a ambos bandos.

Pero la actitud del público con respecto del Brexit ha cambiado. De acuerdo con The Economist, actualmente alrededor de 60% de la población piensa que fue un error haber abandonado al bloque europeo. Y no es para menos. Distintos indicadores muestran que, como consecuencia del Brexit, la inflación y los efectos económicos de la pandemia han sido especialmente duros en Reino Unido. Es decir, el abandono del bloque europeo ha sido marcadamente contraproducente, y el público lo sabe.

El tercer factor tiene que ver con los escándalos del gobierno de Boris Johnson y de sus sucesores, incluido el actual primer ministro Rishi Sunak. Con su estilo bufonesco y el aura de una victoria aplastante, Johnson se sintió intocable. Pero ese exceso de confianza llevó Boris Johnson a cometer faltas graves, como violar sus propias reglas sobre la pandemia o nombrar a una persona con acusaciones de acoso sexual en una posición clave. Sin embargo, lo que el público encontró imperdonable fue que Boris Johnson haya optado por mentir en ambos casos, y que haya confesado sólo tras ser exhibido. 

Dado que en Reino Unido el primer ministro es elegido por el partido con más miembros en el parlamento, a la caída de Johnson le siguió otro gobierno conservador. Apoyada por el ala más retrógrada de su partido, Liz Truss fue nombrada primera ministra, pero estuvo en el cargo por menos de dos meses. La caída de Truss se derivó de un proyecto de presupuesto que implicaba, en plena crisis en el nivel de vida de los británicos, recortar impuestos a los más ricos. Tampoco le ayudó enojar a un sector mayoritario de su partido al excluirlos de su gobierno.

Al ridículo nacional que implicó la renuncia de dos líderes en menos de dos meses se suma que el reemplazo de Truss fue Rishi Sunak, quien recién había perdido la elección interna dentro de su partido contra la exprimera ministra. Sunak llegó al poder sin el respaldo mayoritario dentro de su partido o fuera de él. 

Los británicos, arrepentidos del Brexit. Foto: Especial

La incapacidad del actual primer ministro de mejorar la economía de los británicos no le ha ganado muchos adeptos. A ello hay que sumar que Sunak se ha apoyado en grupos de ultraderecha y defendió políticas de migración inhumanas, como deportar a los inmigrantes, sin importar su nacionalidad, a Ruanda (así como lo lee). 

Los tres factores anteriores –neoliberalismo, Brexit y gobiernos reprobables– explican los resultados de las elecciones locales de hace unos días. También ayudan a entender por qué los conservadores han puesto a los laboristas la mayoría parlamentaria en bandeja de plata.

De ello se desprende que no hay mucho margen para dudas. De no ocurrir algo extraordinario, Keir Starmer será el próximo primer ministro británico. Lo hará, como hemos visto, adoptando una posición cautelosa y sin prometer transformaciones radicales. Lo que está por verse es si este enfoque le alcanza a los laboristas para efectuar el giro a la izquierda que su país tanto necesita.

*Profesor asociado de Filosofía en la Universidad de Nottingham, Reino Unido. 

Con información de Proceso

También te podría gustar...