¿Otros seis años de crimen, mentiras e ineptitud?
Pablo Hiriart
Al tiempo que Claudia Sheinbaum daba su discurso en el Zócalo y ofrecía “profundizar los logros alcanzados” por el presidente López Obrador en materia de seguridad, en otro cierre de campaña era asesinado el candidato de la oposición a la alcaldía de Coyuca de Benítez, en la Costa Grande de Guerrero.
José Alfredo Cabrera Barrientos, candidato a la presidencia municipal de Coyuca de Benítez por el PAN-PRI y PRD, quedó tendido en la cancha de basquetbol donde se realizaría el mitin, herido de muerte cuando repartía saludos y sonrisas rumbo al templete.
Menos de 24 horas antes el presidente López Obrador faltaba a la verdad al presumir que estas eran “las elecciones más limpias, más libres y pacíficas de la historia de México”.
La mentira cayó por su propio peso con el reporte que la empresa de consultoría Integralia dio a conocer, el martes, que exhibe a las elecciones más sangrientas por el asesinato de 231 candidatos, aspirantes y dirigentes políticos, y contabilizó 749 víctimas relacionadas con los comicios hasta ese día.
Ayer en la mañana López Obrador respondió al reporte de Integralia y dijo que la violencia que todavía estamos padeciendo se debe a los gobiernos neoliberales del pasado, cuando “se establecieron vínculos entre autoridades y la delincuencia”.
“Eso lo establecieron como práctica estos hipócritas y corruptos del periodo neoliberal…, pero son tan perversos, hipócritas, que como los denunciamos y eso se ventila como nunca, se avientan una campaña en contra mía de ‘narcopresidente AMLO’”.
Las elecciones intermedias de 2021 habían sido las más violentas de la historia contemporánea del país, pero éstas las superan en 150.5 por ciento.
Fue mentira, o un fracaso, lo prometido en su campaña y en la toma de posesión, de que con abrazos a la delincuencia y “atacando las causas de la violencia” se acabaría la criminalidad.
En el sexto año de su administración, AMLO sigue culpando al pasado, como si él no hubiera gobernado ni ofrecido acabar con esa tempestad de sangre y plomo.
Claudia Sheinbaum, en su mitin de cierre de campaña, alzó la voz para decir que afortunadamente vivimos “bajo el liderazgo del mejor presidente de la historia: Andrés Manuel López Obrador”.
Seis veces visitó AMLO a Badiraguato (le hicieron un busto de bronce), pero no quiso recibir a las madres buscadoras de desaparecidos, que fueron víctimas de la violencia criminal, porque le pareció que era “politiquería”.
Todo aquel que abra los ojos verá cómo el narco se apodera de estructuras de gobierno. De la frontera sur. De amplias franjas de la frontera norte. De carreteras. Y lo seguirá haciendo si hay continuidad.
Ninguna diferencia con la política de ‘seguridad’ de AMLO planteó Sheinbaum en el Zócalo.
“Vamos a profundizar la estrategia de paz y seguridad y los logros alcanzados. La estrategia que promoveremos será la de atender las causas y seguir avanzando en la cero impunidad”, dijo la candidata presidencial de Morena.
Más de lo mismo. No hay esperanza.
Las mentiras de AMLO, aumentadas.
Dijo en el Zócalo que con el gobierno de la cuarta transformación el “crecimiento económico supera todas las predicciones”.
Qué frialdad para el engaño.
Con AMLO hemos tenido el peor crecimiento económico desde el sexenio del presidente De la Madrid, que cosechó las uvas amargas de la francachela populista.
Su discurso fue una reiteración de las promesas de AMLO hace seis años, como que ya no habrá gasolinazos (el litro iba a estar a 10 pesos), no subirá la luz ni el gas.
Que habrá paz, honestidad, libertad de expresión, se fortalecerá la democracia, protegerá el medio ambiente, sin maíz no hay país, promover la inversión privada “sin corrupción” (sic).
Sin rubor dijo que “hoy México es respetado en el mundo, es una referencia, es ejemplo de buen desempeño económico y de una política exterior que es un timbre de orgullo”.
Demagogia y falsedad, mientras perdemos el país en manos de criminales y se nos va la oportunidad del gran despegue económico por elegir gobernantes ineptos e ideologizados.
¿Otros seis años de lo mismo?
Con información de El Financiero