Campañas sucias en Sinaloa

Ernesto Hernández Norzagaray

En la tercera semana de abril escribía en las páginas del semanario sinaloense Riodoce: “El 24 de febrero, Alfredo López renuncia a la candidatura a la alcaldía de Mocorito argumentando razones de tipo familiar; el 6 de marzo, es asesinado el secretario general del PAN en el municipio de El Fuerte; el 19 de marzo, Manuel Antonio Pineda Domínguez renuncia a su candidatura a la alcaldía del municipio de Rosario; el 12 de abril Luis Alonso García Corrales y Juan Francisco Cerón, secretario de organización del PAS y militante del mismo partido, respectivamente, son secuestrados y ese mismo día, Claudia Tiznado, también pasista, renuncia a su candidatura al distrito electoral 24”.  

Y, ahora, en la víspera, de las elecciones concurrentes del 2 de junio, hay agregados preocupantes como es una fuerte campaña sucia en las redes sociales en contra de distintos candidatos, los secuestrados presuntamente han sido cooptados para conseguir la base de datos de la estructura organizativa del PAS y se rumora que está en curso una operación para el día D como la de 2021.  

Para Víctor Antonio Corrales Burgueño, uno de los dirigentes estatales del PAS, Cerón, el “secuestrado”, es un “traidor” porque se ha pasado a las filas de Morena y se sumó a una estrategia que busca minar al partido local. Esto lleva a Héctor Melesio Cuén, su líder moral y candidato a diputado federal por la coalición “Fuerza y Corazón por México”, a acusar que los operadores del PAS “están siendo amenazados” para inhibir su trabajo político.  

Esto coincide con el pronóstico del cuestionado Enrique Inzunza, candidato de la coalición “Juntos hacemos historia”, al Senado de la República, de que el PAS perderá el registro en estas elecciones.  

Sin embargo, lo más escandaloso fue el reciente asesinato de Santos Moreno Cabada, gobernador indígena de Choix y candidato del PRI a regidor suplente del mismo municipio y, hasta ahora, la Fiscalía local acusa a uno de sus hijos de ser el culpable del presunto parricidio con lo que momentáneamente le quita el tinte político.  

Si faltará poco para complicar la atmosfera aparece el libro de la periodista de investigación Anabel Hernández: La historia secreta, AMLO y el cártel de Sinaloa, donde distintos personajes de la política estatal encabezados por Rubén Rocha Moya, gobernador, son mencionados como presuntos cómplices de alguna de las fracciones de esa organización criminal.  

Y, todavía más, el periodista Jorge Menéndez publica en el diario Excelsior el artículo: La Sinaloa de los Chapitos, aportando elementos nuevos sobre un robo millonario al cártel, los 66 levantados y las concesiones en las juntas municipales de agua que presuntamente se otorgaron al líder de esta fracción del Cártel de Sinaloa. 

Incluso, es imposible no recordar lo sucedido en las elecciones concurrentes del verano de 2021, cuando el crimen organizado se metió de lleno desde antes de inicio del proceso electoral: amedrentando, anulando, segmentando, operando y amenazando a dirigentes, operadores, candidatos, incluso, a ciudadanos de zonas vulnerables que dieron como resultado un triunfo apabullante de la coalición “Juntos haremos historia”.  

Entonces, si bien, ninguna elección a cargos de representación popular se caracteriza por su tersura está presente la obsesión por ganar en todo partido o coalición el mayor número de ellas, lo normal y seguro, es que salgan a flote todas las debilidades verdaderas o falsas del oponente.  

Y es que como lo menciona Manuel Castells en su libro revelador Comunicación y Poder (Alianza Editorial), están los llamados rat fuckers (follador o cazador de ratas) que se dedican, y vaya de qué manera, a esculcar en los rincones de la vida pública y privada de líderes y candidatos para de esa forma exhibir sus inmundicias buscando desacreditarlos públicamente y en esa forma, inhabilitarlos moralmente, para el triunfo.  

Están los casos más mencionados en esta elección, los morenistas Enrique Inzunza y Juan de Dios Gámez, candidatos al Senado y la alcaldía de Culiacán, respectivamente sobre los que pesan sendas acusaciones por acoso y violencia sexual o el presunto nepotismo en la CFE de Domingo “Mingo” Vázquez, candidato frentista a la alcaldía de Ahome, llegando todos ellos a la elección con una carga negativa que deberán discernir los ciudadanos en el momento de emitir su votos, incluso, Inzunza, en estas circunstancias, ha sido citado para declarar ante un juez sobre los señalamientos que le hace quien es una jueza.  

En definitiva, las elecciones sinaloenses ya hicieron su contribución a la calidad de estos comicios concurrentes, los “más grandes de la historia del país” y se suman a la larga lista de comicios sucios que marcaran este proceso que ya algunos los califican como los “más violentos de la historia electoral” lo que anima la idea de que caminamos cada vez más a un Estado fallido. 

Y es que mire, estimado lector, hay cálculos de que hasta semana hubo alrededor de 750 agresiones contra actores políticos que representan el doble de los ocurridos en las elecciones de 2018, entre ellos, hay al menos tres decenas de asesinatos de aspirantes o candidatos a cargos de elección popular que según la secretaria de seguridad pública federal hay que matizar para ser justos con los occisos como si el estatus político hiciera la diferencia. 

En definitiva, Sinaloa que se presenta como un estado “tranquilo”, que no pinta en la violencia política, cuando Chiapas, Guerrero, Zacatecas, Michoacán se lleva las palmas, está haciendo su contribución “modesta” a esto que algunos ya llaman el infierno electoral. 

Y, claro, después de este domingo sabremos más de lo que verdaderamente ocurrió antes, durante y después de la jornada electoral. 

Asistamos a votar en libertad. 

Con información de Sin Embargo

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