AMLO, Morena y Claudia
José Gil Olmos
AMLO no se va, se queda y estará manejando Morena, su partido, desde donde habrá de influir en el gobierno de Claudia Sheinbaum, a quien también formó.
Andrés Manuel López Obrador no dejará en manos de otro o de otros lo que tanto le costó, la formación de un partido político que lo llevó a alcanzar la presidencia de la República después de 18 años de peregrinar en todo el país.
Morena es su partido, su franquicia política electoral, que ahora le servirá como instrumento político para cogobernar los próximos seis años.
Al estilo de los sistemas políticos cubano y de la antigua URSS, en los cuales partido y gobierno iban juntos, con AMLO y Morena se perfila un sistema parecido, que no igual, con el cual gobernará el sexenio 2024-2030.
El Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no ha dejado de ser un movimiento y por eso, en una reciente entrevista con los caricaturistas proclives y favorecidos por su gobierno, AMLO manifestó su preocupación de fortalecerlo.
“Hay que seguirle imprimiendo principios al movimiento, eso es lo que protege, porque es muy grande y se tiene que mantener el equilibrio entre principios y eficacia, que no se vuelva puro pragmatismo, que no sea la lucha del poder por el poder la que termine por imponerse porque se acaba eh, ¡se acaba!”, declaró.
Morena es una extensión de López Obrador y es él quien le da coherencia y consistencia. Es el eje de gravedad de todo el movimiento y su palabra está por encima de cualquier otra. Es la ley.
Quien se quede al frente y sustituya a Mario Delgado en la dirigencia de Morena tendrá tras de sí la figura omnipresente de AMLO, quien una vez deje la presidencia de la República se dedicará a manejar su instrumento de control político.
Desde Morena, sin que lo diga directamente aunque a veces lo hará, AMLO estará presente y será un personaje activo del segundo piso de la cuarta transformación.
Impensable que López Obrador deje Morena, que en sólo 10 años ha tenido un ascenso vertiginoso alcanzando la mayoría de los gobiernos y congresos de los estados, las presidencias municipales, las cámaras de diputados y senadores, hasta alcanzar la cúspide de la pirámide política con la presidencia de la República.
El reto es mantener a raya a las tribus que integran Morena, a los llamados “puros”, que vienen acompañando a AMLO desde hace muchos años, y a los advenedizos del PAN, PRI, PT, PRD y PVEM que por conveniencia se han unido al partido alcanzando los escalones más altos del poder gubernamental.
Caudillo, héroe, mito, líder o dirigente, AMLO es el único que puede sobreponerse a tribus y corrientes que impiden formalizar la estructura de Morena en todo el país, integrada por millones de seguidores del tabasqueño más que del partido en sí mismo.
De ahí que AMLO seguramente no se irá descansar a su finca “La Chingada”, sino que estará conduciendo o manejando el timón de Morena y, desde ahí, cogobernar con Claudia Sheinbaum el próximo sexenio.
Por cierto… Morena no sólo será el partido en el gobierno, sino una franquicia política electoral con mucho dinero. Tan sólo este año, de los 10 mil 444 millones de pesos que el INE destinó a las siete organizaciones nacionales y para las actividades de candidatos independientes, 30% fue para Morena, es decir, 3 mil 100 mil millones de pesos tuvo para sus gastos.
Con información de Proceso