Derechos de niñas, niños y adolescentes en tiempos de transición

Jonathán Torres

¿Viene un golpe de timón en la atención a niñas, niños y adolescentes (NNA)?

La historia en torno de NNA, al calor de la transición, hoy provoca un sabor agridulce. El optimismo es acompañado por una alta dosis de pesadumbre alimentada por la atención absolutamente menesterosa que recibieron durante la actual administración. La pobreza que muchos de ellos han padecido por años, la inseguridad que los rodea, la mala alimentación, los latigazos de Covid-19 que minaron su salud mental, entre muchas otras calamidades, no fueron suficientes para que las autoridades se sensibilizaran y se dieran cuenta que las y los mexicanos más pequeños y jóvenes necesitaban ayuda.

Así, la sensación de que algo puede cambiar para bien de NNA se mantiene con ciertos granos de sal.

La deuda que se tiene con NNA no se adquirió de la noche a la mañana; en realidad, significa la acumulación de malas decisiones y omisiones. La situación que actualmente rodea a NNA no se originó, pero sí se intensificó durante este sexenio. La problemática integral que hoy padecen se deriva de los contextos que prevalecieron en sexenios pasados. Desde que se tienen mediciones de pobreza, por ejemplo, son el grupo de edad más afectado por la pobreza (6 de cada 10 viven en pobreza) y eso ha sido así a lo largo de la historia, y es ahí cuando empiezan las desigualdades que prevalecen a lo largo de la vida.

En tiempos de la autollamada Cuarta Transformación, específicamente, el sistema de guarderías y de protección a NNA fue prácticamente desmantelado. Después de la época de Covid-19, miles de NNA abandonaron el sistema escolarizado y esto llevó a uno de los fenómenos más lastimosos y complejos: su involucramiento en actividades ilícitas. Por si esto no fuera suficiente, cerca de 900,000 niñas y niños se duermen con hambre todas las noches y se tiene el registro de 6 a 7 asesinatos en promedio de NNA por la espiral de violencia.

En síntesis, en la narrativa política, siempre y hasta la fecha, NNA suelen ser citados como una población a la que se cuida y se protege, pero lo cierto es que, en términos de decisiones, no son una prioridad.

Este sexenio podrá presumir que la entrega de los programas sociales, a través de transferencias económicas, alivió un poco la calidad de vida en muchos hogares, lo que indirectamente pudo mejorar la circunstancia de NNA, pero no se tiene ningún indicador que permita determinar que estos apoyos impactaron positivamente en la vida de NNA. Por lo tanto, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador pasará a la historia, entre muchas otras cosas, porque no reconoció a NNA como sujetos de derechos.

“Las familias tienen una diversidad de necesidades que pueden cubrir con ese recurso, por lo que no sabemos si, efectivamente, se está asignando al cuidado y atención de NNA. Lo que necesitamos son programas sociales enfocados en NNA para asegurarnos de que lo que el Estado dice que invierte en ellos, en verdad, se vea reflejado en su desarrollo integral”, explica Nancy Ramírez, directora de Incidencia Política de Save The Children México.

Durante el proceso de campañas electorales, las circunstancias de NNA ocuparon un espacio en las agendas políticas. En el caso específico de Claudia Sheinbaum, al calor de los Diálogos para la Trasformación, se abordó las problemáticas que NNA padecen en los terrenos de la educación, la salud, el campo… Así, en reuniones presenciales y virtuales se abrió el diálogo y, en buena parte de estos encuentros, se coincidía en que el grupo más afectado por la pobreza han sido NNA, por lo que urgen estrategias específicas de solución.

Las reuniones eran dirigidas por distintos interlocutores. Juan Ramón de la Fuente, quien fungió como coordinador de los Diálogos por la Transformación, presidió algunas, pero fueron varios los emisarios de Claudia Sheinbaum: David Kershenobich, para el tema salud; Violeta Vázquez, para abordar la pobreza; Rosaura Ruiz, quien se hacía cargo de lo referente a educación; Julio Berdegué, para el eje de agricultura, entre otros interlocutores.

La agenda fue multitemática: la atención a NNA de familias jornaleras agrícolas, las escuelas de tiempo completo, la jornada extendida y la alimentación, el sistema de cuidados. Sin embargo, no se tiene registro de la incorporación de un tema delicado: el plan para prevenir y atender las violencias en contra de NNA.

Bajo este panorama, se alimenta el optimismo que permite pensar en que las condiciones para NNA pueden cambiar, de algún modo, a partir del 1 de octubre, cuando arranque el gobierno de Claudia Sheinbaum. En este momento, se sabe que la construcción de programas y políticas sigue su marcha y, sobre todo, que continuarán las conversaciones con las organizaciones defensoras de los derechos de NNA.

“Es real que las organizaciones de defensa de los derechos de NNA volvieron. Estamos en la expectativa de señales de compromisos más tangibles. El presidente Andrés Manuel López Obrador generó una organización centrada absolutamente en su persona. Así, desdibujó muchísimo la administración que conocíamos. Ahora, lo que no sabemos es cómo se va a organizar este nuevo gobierno, más allá de los nombres, y se va a recuperar esta necesaria estructura de claridad de objetivos y acciones. Es muy temprano. No hay señales todavía”, apunta Mario Luis Fuentes, profesor de la UNAM y director de México Social.

Las señales tienen que venir pronto. El perfil de quienes ocupen las carteras relacionadas con las causas de NNA son importantes, pero lo importante serán las acciones. El presupuesto 2025 será clave. La insuficiencia de recursos es enorme, por lo que se ve muy complicado un cambio notable en el actual estado de las circunstancias. Después, con la definición del Plan Nacional de Desarrollo 2030 se definirá la altura de miras del futuro gobierno. Solo hasta entonces se sabrá si hay calibre para un golpe de timón.

Por lo pronto, y en un afán de ver el vaso medio lleno, hay señales de que esta historia puede tener otro cariz. El interés superior de la infancia debe ser uno de los ejes transversales para el gobierno que muy pronto entrará en funciones. El terrible contexto que rodea a NNA debería obligar a dejar atrás la retórica y dar paso a políticas públicas que, en verdad, empiecen a saldar la enorme deuda que se tiene con quienes encarnan el futuro de México.

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Otra de las grandes señales de avance (o retroceso) se manifestará con la suerte que corra el Sistema Nacional de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA). La obsesión del actual Presidente de la República por impulsar su tesis de simplificación administrativa podría poner en riesgo la operación de un sistema que no solo depende de la Federación, sino que es un esquema de coordinación que articula el esfuerzo de dependencias y entidades de distintos órdenes de gobierno. Claudia Sheinbaum tiene la palabra.

Con información de Expansión Política

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