El modelo invencible de los programas sociales
David Ordaz
Hagamos un pequeño ejercicio. Una familia de 6 integrantes, contando mamá, papá, tres hijos de diferentes edades y escolaridad y dos abuelos (que es por lo general una muestra de cómo se conforma una casa en nuestro país), todos adscritos a los programas sociales del actual gobierno federal.
Consideremos únicamente Pensión para el Bienestar, Jóvenes Construyendo el Futuro, Beca para el Bienestar, Pensión para el Bienestar para Personas con Discapacidad y Programa para el Bienestar de Niñas y Niños Hijos de Madres Trabajadoras.
Los dos abuelos reciben, cada uno, 3,000 pesos de su Pensión Bienestar (6,000 pesos); uno de los hijos está inscrito al programa Jóvenes Construyendo el Futuro y recibe 7,000 pesos mensuales, el otro hijo, de su Beca para el Bienestar para Educación Superior obtiene 2,800 pesos y finalmente el hijo más pequeño recibe 600 pesos de su Beca para Empezar.
Pensemos que (Dios no lo quiera, como decían las abuelas), algún integrante estuviera discapacitado. Esto le daría acceso a la Pensión Bienestar para Personas con Discapacidad que otorga hasta 3,100 pesos bimestrales (1,050 pesos mensuales) y finalmente, la mamá estuviera inscrita en el Programa para el Bienestar de Niñas y Niños Hijos de Madres Trabajadoras, que puede variar dependiendo de la edad de los menores de edad que se cuenten en casa y que, de acuerdo con información oficial, puede ser de 1,600 pesos bimestrales (800 pesos mensuales) para recién nacidos hasta los 4 años y de 3,600 pesos para menores de edad con discapacidad recién nacidos y hasta los 6 años de edad.
Vamos a los números mensuales, 6,000 de los abuelos, 7,000 del joven construyendo el futuro, 2,800 de la beca de educación superior, 1,050 del integrante con discapacidad y 800 pesos de la beca para empezar (considerando solo un hijo). En total son 17,650 pesos.
Agreguemos ahora que mamá y papá trabajan. De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, la mayor parte de los mexicanos reciben un salario promedio de 7,380 pesos al mes (14,730 pesos por los dos). Esto da un gran total de 32,380 pesos mensuales.
Hace unos días, la Condusef publicó la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera (ENSAFI) 2023, donde se revela que el 70% de los mexicanos padece algún tipo estrés financiero, esencialmente por el aumento de deudas, gastos imprevistos, pedir un préstamo, gastar de más, gastos ‘hormiga’ y complicaciones para ahorrar. El 36.9% de la población tiene un nivel alto de estrés; el 34.6% un nivel moderado y el 28.5% un nivel bajo.
Este estrés financiero genera en la población, malestares fisiológicos, psicológicos y sociales, tales como ansiedad, tristeza, frustración, irritabilidad, dolores de cabeza, trastornos gastrointestinales o cambios en la presión arterial, entre otros. Las mujeres son quienes padecen mayormente este estrés con el 42.2%, mientras que el 30.7% de los hombres lo experimentan.
A finales del año pasado, durante su conferencia “Logros, Retos y Perspectivas para la Economía Mexicana”, en la UNAM, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, señaló que la actual política del gobierno de Andrés Manuel López Obrador enfocada en los programas sociales ha traído grandes beneficios a la población, sobre todo a los hogares de menores ingresos, pues les representa entre el 17.3 y el 24.1% de sus ingresos mensuales.
Por su parte, en entrevista con La Jornada en agosto de ese año, Guillermina Rodríguez, subdirectora de Estudios Económicos de Citibanamex, afirmó que las transferencias que realiza el gobierno federal por medio de pensiones, becas y programas para adultos mayores tienen un impacto significativo en las familias de menores ingresos en el país y explicó que dichas transferencias que llegan a través de los programas gubernamentales crecieron un 34%, “en los hogares de menores ingresos son más notorios estos beneficios”.
Inevitablemente vamos a la política. Al menos durante 18 años hemos escuchado que el pueblo ha sido afectado por el neoliberalismo, un modelo que quiere privatizar, corromper y adueñarse de todo para que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Al menos durante los últimos 6 años y con un reflector del tamaño de Palacio Nacional, hemos visto y escuchado que en este país hay buenos y malos, pero que afortunadamente hay muchos que quieren un cambio de ese modelo represor.
Pero ¿qué pasa cuando esa narrativa se alinea con una estrategia perfectamente aterrizada y ejecutada a través de los programas sociales? Se crea un modelo eficaz y prácticamente invencible. Acotemos que, engañosamente a eso se le llama transformación. No es así, pero si es un sistema de gobierno político-económico donde se quitó a los intermediarios del mapa y eso, a nadie se le había ocurrido desarrollar como a Andrés Manuel López Obrador.
Por un lado, millones de familias que ven crecer entre 17 y 24% sus ingresos gracias a programas sociales que les llegan de forma directa ven y escuchan la narrativa de buenos contra malos y por otro, ven y escuchan voces aisladas de opositores que se quejan, critican y vociferan sin darse cuenta de que entre ellos mismos están sus principales enemigos.
Más de 36 millones de personas votaron por un movimiento donde encontraron identidad y un modelo que les mejoró (en mucho o poco) su nivel de vida, mientras veían o escuchaban conceptos como democracia, jurisprudencia, reformas, sistema financiero y más, de voces que llevan más de una década fallando en sus análisis y pronósticos.
Cuando preguntan si este movimiento-modelo va para largo solo se me ocurre la frase del gran Carlos Monsiváis, que “para documentar nuestro optimismo”, son más de 153 programas sociales vigentes en nuestro país. La gran duda es: ¿habrá presupuesto que aguante?
Hoy el balón está en Claudia Sheinbaum. Ojalá privilegie el slogan: ‘continuidad con cambio’.
Con información de Aristegui Noticias