¿Entró el Banxico en contradicción?
Víctor Piz
La decisión del Banco de México (Banxico) de recortar la tasa de referencia en 25 puntos base, a 10.75 por ciento, se produjo a pesar de la debilidad del peso de la semana pasada y de que el consenso de los analistas encuestados por Citibanamex en la víspera del anuncio esperaba una nueva pausa.
“El peso ya había caído desde junio, siendo el de peor desempeño en la región durante el periodo”, de acuerdo con un análisis de Oxford Economics.
Se refiere a la depreciación del tipo de cambio observada después de la jornada electoral de junio, cuando pasó de 16.97 a 18.76 pesos por dólar en menos de dos semanas.
Aunque el peso mexicano se depreció, “los miembros del directorio de Banxico se centraron en el progreso de la desinflación subyacente y la desaceleración del crecimiento económico”, agrega.
No tomaron en cuenta los riesgos de la reciente depreciación cambiaria, ocurrida en la última semana, en la que el tipo de cambio llegó a 19.53 pesos, aunque luego se replegó a 18.83.
Más bien, el banco central sustentó su decisión en que la inflación subyacente sigue disminuyendo, pues en julio sumó 18 meses consecutivos de reducciones.
En el comunicado de política monetaria, Banxico señala que, en su valoración, la Junta de Gobierno “tomó en cuenta la trayectoria que ha seguido el componente subyacente y que se prevé que este continúe descendiendo”.
Como se había anticipado, fue una decisión dividida con 3 votos a favor y 2 en contra, en la que se impuso el bloque ‘dovish’, cuya visión considera adecuado reducir el grado de apretamiento monetario, manteniendo una postura restrictiva.
Este grupo, integrado por la gobernadora Victoria Rodríguez y los subgobernadores Galia Borja y Omar Mejía, estimó que había espacio para realizar un recorte y mantener una postura restrictiva, pero no excesiva.
De acuerdo con la Encuesta Citibanamex de Expectativas del 6 de agosto, publicada dos días antes de la decisión de Banxico, la mayoría de los analistas veía un recorte de 25 puntos base a la tasa de referencia hasta la reunión de septiembre.
De los 33 participantes en la encuesta, 10 proyectaban un recorte en la reunión de agosto, que se realizó esta semana, 18 en la de septiembre, 4 en noviembre o diciembre y uno hasta 2025.
La decisión de Banxico no fue consistente con los pronósticos y ahora se anticipan más ajustes monetarios en lo que resta del año, cuando menos uno más.
Los analistas consideran que, señaladamente, se discutirá la posibilidad de un nuevo recorte en la próxima reunión de política monetaria, que se realizará a finales de septiembre.
Con redondeo de cifras, la inflación general fue de 5.6 por ciento anual en julio, con lo que se observó una fuerte aceleración desde 5 por ciento anual en junio.
Además de que aceleró por quinto mes consecutivo, esta inflación anual es la más elevada desde mayo de 2023 y está siendo impulsada por el aumento en los precios de las frutas y verduras.
El componente subyacente, que dicho por Banxico “refleja de mejor manera la tendencia de la inflación”, se replegó de 4.1 a 4 por ciento anual, alcanzando su mínimo desde febrero de 2021.
Por el contrario, el componente no subyacente, que es más volátil, aceleró de 7.7 a 10.4 por ciento anual entre junio y julio, siendo la cifra más alta desde agosto de 2022.
A su interior, los precios de productos agropecuarios escalaron de 10.4 a 13.7 por ciento anual, impulsados por las frutas y verduras, cuya inflación anual se disparó de 19.7 a 23.6 por ciento de un mes a otro.
Según el análisis de Oxford Economics, “los precios de los alimentos frescos se han disparado debido al clima adverso y las distorsiones de la oferta causadas por el crimen organizado”.
Los que cuestionan la decisión de Banxico ven contradictorio que haya recortado la tasa de referencia mientras se ligan cinco meses consecutivos con la inflación general acelerando.
Además, los pronósticos de inflación general del propio banco central se revisaron al alza ante las presiones en el componente no subyacente.
Desde esa perspectiva, Banxico decidió moverse en la dirección de un menor apretamiento de las condiciones monetarias, aunque el entorno inflacionario no le conceda la razón.
Con información de El Financiero