Los exgobernadores y la náusea

Juan Manuel Asai

A Mario Marín, ex gobernador de Puebla, se le acusa de delitos muy graves, como proteger una red de pederastas, para lo que no hay perdón, y por ordenar torturar a la periodista Lydia Cacho, autora del clásico “Los demonios del Edén”. Una jueza se apiadó de él, una señora de buen corazón no vaya usted a pensar mal, y le concedió prisión domiciliaria, de manera que pasará unos años más en su casa con un brazalete de seguimiento para que no asista con demasiada frecuencia a restaurantes gourmet. Fue un típico sabadazo.

El presidente López Obrador aprovechó la ocasión para mostrar el deterioro moral de los jueces y lo necesario que es sacudir al Poder Judicial con una reforma que lo deje irreconocible. Lo grave del asunto es que el caso de Lydia Cacho sigue vivo por lo que Marín en libertad puede ser un peligro real para los implicados, pero bueno el exgobernador será un demonio en arresto domiciliario.

Se dio a conocer que varios mandatarios estatales que terminan su periodo se incorporarán al equipo de gobierno el próximo sexenio. Sí, leyó usted bien, no crea que es un adelanto del día de los inocentes. Cuando sea ex gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, vendrá a pavonearse al altiplano. Que sea difícil encontrar una peor gestión que la de Rutilio en Chiapas es lo de menos, lo importante es repartir puestos federales entre los cuates.

Rutilio entregó la plaza a las bandas del crimen organizado. Según un vocero del EZLN Chiapas está al borde de una guerra civil. ¿Qué puede ser más grave que eso? Tal vez a alguien le pasó de noche la noticia, pero cientos de ciudadanos mexicanos cruzaron la frontera con Guatemala para buscar protección para sus niños y adolescentes y mantenerlos a salvo del reclutamiento forzado de las bandas del crimen organizado.

Cuitláhuac Gutiérrez también tiene asegurado cargo cuando sea ex gobernador de Veracruz. ¿Qué se sabe de él? ¿Qué méritos tiene? Tal vez algún lector veracruzano pueda documentar sus méritos. Por acá se recuerda que ordenó el arresto de José Manuel del Río, secretario técnico de la Junta de Coordinación Política del Senado, lo que provocó una intensa movilización para liberarlo. Ricardo Monreal y Dante Delgado unieron fuerzas para lograr sacar a su colaborador de la cárcel de Cuitláhuac en Pacho Viejo. Finalmente lo consiguieron. Cuitláhuac operó por allá un novedoso sistema de represión bajo el nombre de ultrajes a la autoridad. Fue una venganza. Monreal tuvo que hacer un esfuerzo personal grande para liberar a Del Río.

También se sabe que Cuitláhuac baila bien las cumbias. Ha entretenido a varias morenistas importantes con sus pasos prohibidos. Fuera de eso no hay más datos para justificar que caiga parado en el gabinete.

Otros dos exgobernadores protagonizan en estos días un pleito de pena ajena. Alito Moreno, ex gobernador de Campeche, quiere tomar revancha de Manlio Fabio Beltrones, ex gobernador de Sonora, con un castigo que en las circunstancias actuales parece un gran premio: borrarlo de la bancada del PRI en el Senado por el pecado que no sumarse a la locura del partido tricolor, convertido hoy en una secta de lunáticos, de encumbrar a Alito como un gran gurú. Moreno descubrió un método extraño para triunfar: a más derrotas, más tiempo al frente del partido. Y como Alito pierde mucho se quedará todo el tiempo que quiera como dirigente nacional del tricolor.

Alito y Manlio no juegan en la misma liga. Es seguro que Beltrones tendrá más peso como senador independiente que toda la bancada del PRI junta. Para completar esta historia hay que recordar que el coordinador de los priistas en el Senado será Manuel Añorve, no hace mucho una suerte de jefe de ayudantes de Manlio. La náusea.

Con información de Crónica

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