Omar Fayad, el embajador sin atributos

Fausto Pretelin Muñoz de Cote

No tengo ningún mérito para ser embajador.

Omar Fayad editorializó en siete palabras la estrategia de política exterior del presidente López Obrador en sus cinco años de gobierno.

El analista de futbol Fernando Marcos usaba cuatro palabras para editorializar cada partido que le tocaba comentar en televisión. Sus cuatro palabras cerraban la transmisión y dejaban pensando a los televidentes. Yo era adolescente y siempre contaba las palabras. ¡Sí, son cuatro palabras!

Las siete palabras de Fayad fueron tan sinceras como cínicas, pero remueven olas bajo los pies.

En primer lugar, Fayad le avisa a Noruega que carece de experiencia diplomática; que sus conocimientos sobre la materia son igual o menores a los de un estudiante de secundaria; que le llevará tiempo para asentarse en Oslo; y lo más grave: que al presidente de México nada le importa Noruega.

En efecto, las siete palabras de Fayad se las dijo a un grupo de senadores mexicanos que han aplaudido la propuesta de AMLO. A la izquierda del que será embajador de México en Noruega, se encontraba sentado el senador Héctor Vasconcelos.

La segunda ola que provocó el conjunto de palabras mencionadas por Fayad, fue la de una clara burla a los senadores. Yo acepto que no tengo méritos para convertirme en embajador y ustedes me aprueban porque piensan lo contrario. Los senadores obedecen a AMLO a pesar de ser ridiculizados por el nuevo embajador en Noruega.

La tercera ola es el silencio cómplice de los diplomáticos del Servicio Exterior Mexicano.

Los diplomáticos son humillados por AMLO a través de las palabras de Fayad. No hay meritocracia.

Los jóvenes a quienes di clases hace 20 años han sido humillados durante cinco años.

¿Estudiar para ser diplomáticos? No, ni de broma. El etnocentrismo los ha despreciado.

El político etnocentrista desprecia la mayor prueba educativa internacional PISA. México sumido en la mediocridad.

Fernando Marcos aparece nuevamente. Calificaba al sistema del futbol mexicano como incompetente. Los equipos no compiten, decía, debido al sistema que usa para determinar al campeón. Lo mejor es disfrutar las ligas inglesa, española o italiana, y dejar a la mexicana para únicamente fabricar conversación en redes sociales.

México no es una parroquia. Sus integrantes compiten con el mundo. Los estudiantes que no son hábiles para las matemáticas ni saben leer y comprender de manera correcta, llegarán a la vida profesional sin habilidades competitivas.

Sin embargo, podrían ser designados como embajadores en Francia, Reino Unido, Alemania o Estados Unidos.

Gracias, embajador Fayad, por sus siete palabras.

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