Ponen en duda la seriedad de México
Víctor Piz
En momentos de nubarrones proteccionistas en el mundo con el anuncio este viernes de la oficina del Representante Comercial de Estados Unidos de un drástico aumento en los aranceles a las importaciones de determinados productos chinos, también en EU consideran que con el ‘Plan C’ del presidente López Obrador, México implícitamente abre la ‘renegociación’ del T-MEC.
El paquete de reformas constitucionales en proceso de aprobación, principalmente la que modifica el marco legal en materia de justicia, que está por ser promulgada, y la que plantea la desaparición de siete organismos autónomos, son “realmente transformadoras” para el país con implicaciones significativas en la relación con EU.
Pero al estar en contra de lo firmado en el T-MEC, de manera implícita México está renegociando los términos del tratado de cara a su revisión en 2026, afirmó Kim Breier, exsecretaria de Estado Adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de la Unión Americana, al participar en un panel organizado por el Conejo de las Américas y el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales.
Suena exagerado hablar de ‘renegociación’ del tratado, pero hay preocupación en los círculos políticos de Washington por las reformas constitucionales propuestas en México.
Así lo deja ver un punto de acuerdo (no vinculante) presentado el martes por los representantes Greg Stanton –demócrata por Arizona– y María Elvira Salazar –republicana por Florida– ante la Cámara baja de EU sobre la reforma judicial citando posibles violaciones al T-MEC.
Stanton es uno de los diez congresistas firmantes de la carta que promovió Adrian Smith hace una semana, enviada a la representante comercial de EU, donde advierten riesgos jurídicos en México con la agenda de reformas de AMLO.
En el proyecto de resolución, Stanton y Salazar aseguran que “las reformas constitucionales propuestas tendrían un impacto negativo a largo plazo en las instituciones democráticas, la separación de poderes, la independencia judicial, la transparencia y la seguridad de México”.
A mediados de julio, un grupo de congresistas estadounidenses realizó una visita a México para dialogar con el presidente AMLO sobre el estado de la relación bilateral y, en ese marco, Stanton y el senador Mark Kelly –demócrata por Arizona– se reunieron con la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, para hablar sobre la seguridad fronteriza, el agua y el nearshoring, entre otros temas.
El Capítulo 34 del Tratado entre México, EU y Canadá contiene las disposiciones finales sobre la administración del acuerdo, que entró en vigor el 1 de julio de 2020.
Destaca la cláusula de revisión, la cual establece que el T-MEC tendrá una vigencia de 16 años, con posibilidad de prorrogarse.
Para tal fin, a partir del sexto año de su entrada en vigor, se realizará una revisión del Tratado –no una renegociación– por parte de la Comisión de Libre Comercio, compuesta por los representantes comerciales de cada gobierno.
La revisión del T-MEC, que es fundamental para la economía mexicana por ser un motor para su crecimiento, se llevará a cabo en 2026.
Desde la perspectiva del gobierno mexicano, el grado de dificultad de la revisión es diferente al de 2018, cuando se negoció la modernización del tratado original, el TLCAN.
Se asegura que el ambiente en EU ha cambiado, pues hay un nuevo consenso respecto a un mayor proteccionismo, especialmente de Donald Trump, pero en su momento, Kamala Harris votó en contra del T-MEC.
Ahora nos enfrentamos a una guerra comercial entre China y EU, como lo corrobora el anuncio de este viernes de la oficina del Representante Comercial de una última tanda de nuevos aumentos arancelarios sobre determinados productos chinos.
La revisión del tratado puede representar una oportunidad, pero también un desafío y, sobre todo, una complicación para México, si con la reforma judicial y la probable desaparición de los organismos autónomos se acusa al país de violar sus obligaciones en el T-MEC.
No hay que echar en saco roto los señalamientos sobre inminentes incumplimientos por parte de México en diferentes áreas del tratado.
Además de poner en duda la seriedad del país, lo que está en juego es la integración y vinculación con la mayor economía del mundo, de la que México no sólo es su primer socio comercial, sino su principal proveedor.
Con información de El Financiero