Presupuesto 2025, el gran acertijo
Ramses Pech
El presupuesto de México para el año 2024 ha sido un precedente para las futuras administraciones de México y puede tener, como consecuencia, una deuda pública superior a la actual.
El presupuesto del 2025 es un misterio para la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y un obstáculo para la nueva administración, debido a que dependerá de la forma en que se distribuirá el dinero y cuánto se asignará a los estados y a todo el sistema operativo de la nación.
Un ejemplo es Pemex y CFE, a los cuales asigna entre ambas empresas aproximadamente 1 billón de pesos para su operatividad, y ante los cambios que ocurrirán para poder tener energía, deberían aumentar el monto a partir del 2025 entre 1.3 y 1.5 billones, y después del 2026, entre 1.8 y 2.0 billones de pesos. Por ello, deberá existir una mayor deuda o algún programa dejará de percibir el dinero suficiente. Recordemos que el dinero es finito.
De acuerdo con Hacienda, en su último informe trimestral, es posible que al cierre de este año sean 9.143 billones de pesos, en relación con el gasto neto total, y en 7.444 billones los ingresos presupuestarios, lo que produce un déficit presupuestal de 1.7 billones.
Debemos tener en cuenta que para el ejercicio fiscal 2024 se aprobó un monto de endeudamiento interno neto del Gobierno Federal de 1 billón 990,000 millones de pesos y un techo de endeudamiento externo neto, que incluye al Gobierno federal y a la Banca de Desarrollo, de hasta 18,000 millones de dólares. La SHCP prevé que la deuda pública aumente en 2 billones de pesos, la más alta en los últimos 20 años (en 2015 fue de 1.5 billones).
La deuda neta de este año, teniendo en cuenta el cierre de diciembre al mes de agosto, ha alcanzado los 16.660 billones, un incremento de los 1.795 billones, esperando alcanzar el objetivo establecido por Hacienda al cierre de diciembre.
La cuestión es ¿será el mismo gasto en 2025? En dado caso, para reducir el déficit que se ha propuesto, se incrementarán los ingresos, y eso provendría de la parte petrolera, al incrementar el precio de barril y estimar menos estímulos para los combustibles, como ha ocurrido este año. ¿De dónde provendrían los ingresos para no tener un déficit como el actual, y que esto ocasione que la deuda neta aumente y lacere la relación de esta respecto al Producto Interno Bruto? Para el 2025 se estima un crecimiento económico contraído respecto al esperado para este 2024.
Se ha mencionado que en México la deuda no ha superado el 50% en comparación con el PIB, lo cual es correcto, pero inexacto al hacer un balance económico en función del dinero, debido a que los porcentajes han variado, principalmente porque el PIB ha aumentado en mayor proporción respecto a la deuda del 2000 al 2023.
No obstante, debemos comprender que si se incrementa el PIB, es posible disminuir el porcentaje de la deuda pública en relación con esto y da margen para poder tener un mayor déficit; una tentación para el 2025. México no debería estar involucrándose al poner en el presupuesto este crecimiento ficticio en papel para cerrar la brecha.
El próximo año, el dinero del presupuesto se centrará, en un 70%, en el desarrollo social, lo que podría generar un incremento en el déficit y, por ende, una mayor deuda.
¿Cuál sería la estrategia numérica económica que seguir?
¡Gastar menos! Eso significaría que el presupuesto de egresos fue contraído respecto al 2024, y esta acción afectará en la operación del gobierno. Un mayor gasto en la protección social significaría un menor presupuesto para el desarrollo económico, y es donde están las inversiones públicas respecto a infraestructura, energía, turismo y todo lo que pueda ayudar al crecimiento del PIB.
Ahora que México está apostando en que gran parte del crecimiento económico provenga de la inversión pública, realmente podrá lograrse ante los cambios constitucionales que están por ocurrir en los próximos meses, y ante la incertidumbre mundial sobre los costos de los energéticos, productos, el transporte y una geopolítica económica-financiera-energética incierta.
Podemos argumentar que la inflación disminuirá en los próximos meses, pero hay que dejar claro que los productos, las mercancías y los servicios seguirán aumentando. El costo del dinero ha empezado a descender ante la disminución de las tasas de interés en los principales bancos centrales en el mundo. Se observa a un dólar en cuanto a su índice que fluctúa de forma variable, en comparación con las monedas que se evalúan para determinar su fortaleza, ya que es la moneda de mayor utilización para transacciones comerciales. Hay que señalar que el peso mexicano no forma parte de esta evaluación, y solo se compara en cuanto a una depreciación o apreciación.
Todo esto puede influir a los ingresos de México, ya que al tener una mayor incertidumbre, y un mayor riesgo del dinero para ser utilizado en proyectos dentro de los diferentes mercados en forma directa, el dinero podría ir a otras partes del mundo en donde se sienta cómodo.
En el dado caso que algunos peculios asuman la forma de ser contratados por alguna secretaría, empresa estatal o cualquier órgano del gobierno, que necesite un servicio, construcción o productos por medio de una licitación, asignación o cualquier manera que sea considerada su contratación, los precios unitarios estarán influenciados por la incertidumbre y la prima de riesgo, originando un sobrecosto en el erario. Estos incrementos podrían lacerar los gastos programados dentro del presupuesto, al estar arriba de lo planificado.
Dado que no existen ingresos adicionales en la actualidad, y debido a que no existe una mayor proporción de nuevas empresas que generen nuevos negocios -y que a su vez incrementen la recaudación al tener nuevos empleos que en conjunto generan una mayor proporción de dinero para el erario-, será difícil poder llevar a cabo todo, como es la perspectiva actual.
Por favor, no consideren a las remesas como un incremento de ingresos para la nación, ya que gran parte de este dinero no genera o paga impuestos a través de una formalidad, y gran parte se utiliza para la vivencia cotidiana de las familias, las cuales tienen una desintegración familiar aguda y agravada cada día cuando los miembros de la familia buscan una percepción salarial más favorable.
El aumento del salario por arriba de la inflación no sirve de nada, debido a que la gente necesita percibir una mayor proporción de veces el salario por día. Actualmente la gente que está inscrita en el Seguro Social, entre un 65 y un 70% de los asegurados, percibe no más de dos salarios mínimos, insuficiente para tener una vida digna.
Es hora de dejar de lado la política, que no genera dinero para el país, y centrar en cómo obtener los ingresos y cómo gastar para obtener desarrollo económico y, por ende, el crecimiento necesario para esta ad hoc con el mundo.
Un presupuesto con alta incertidumbre, al no tener dinero que cubra el gasto neto, creará dudas a los mercados financieros, los cuales podrían apalancar la deuda pública y al mismo tiempo a las empresas que sean contratadas por los gobiernos federales, estatales, o municipales. Sin embargo, el dinero costaría más de lo esperado al tener primas de riesgos por encima del promedio observado en los mercados.
En última instancia, el que tendrá que pagar todo será el consumidor final, el 40% que está en la formalidad y las empresas que mantienen sus negocios, sin invertir en crecimiento.
Con información de Expansión Política