Mesas de trabajo propuestas por Sheinbaum, clave para reducción de jornada laboral
Eduardo de La Rosa
En su primer día de gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum se comprometió a que durante su administración se alcanzará gradualmente la semana laboral de 40 horas. El tema no ha dejado de aparecer en la agenda pública desde entonces, y el 3 de diciembre la titular del Poder Ejecutivo afirmó que en 2025 comenzará a evaluarse la reducción de la jornada laboral a través de mesas de trabajo.
Estos espacios propuestos por la mandataria de México buscan alcanzar consensos y definir las condiciones que se necesitan para llegar a la meta, representantes de diversos sectores expondrán sus puntos de vista, situación que expertos ven adecuado para revisar todas las implicaciones.
En entrevista con El Economista, Carlos Ferran Martínez, socio director de Ferran Martínez Abogados, dice que los llamados al diálogo es lo que se necesita para entender lo que implica cambiar un modelo laboral con ese nivel de impacto para las empresas.
“En lo que he seguido las declaraciones de la presidenta rescato que ya se empieza a hablar de algo que no se hablaba tanto, que es de gradualidad. La reducción de la jornada es un tema que va a suceder. Pero creo que aquí, la palabra clave para que pase bien, y para que se haga de manera adecuada, es gradualidad” afirma.
En ese sentido el experto explica que, si los cambios se hacen de manera ordenada, las cosas pueden funcionar como sucedió en Chile o Colombia donde se han hecho ajustes de manera gradual, dando un periodo para de adaptación a las empresas.
“Me parece que apenas así vamos a lograr hacer una reducción de la jornada inteligente, paulatina, y que no termine afectando a los factores de la producción. Creo que, en el corto plazo, hasta en tanto haya las mesas de diálogo, y llegamos a una propuesta que deje medianamente satisfecho a todos los involucrados, yo creo que esto podría empezar a implementarse a lo mejor a mediados del siguiente año o a finales del siguiente año”, estima el especialista.
Expone que un resultado favorable de las mesas de trabajo es que la primera reducción que se aplique sea de 48 a 45 horas, y que a partir de ahí se pueda continuar bajando.
“Yo creo que tendría que salir una propuesta, digamos matizada, mucho más aterrizada, y que pudiera caminar en el tiempo. Entonces sí, yo esperaré acceder a una propuesta puntual, que se echara a andar en un periodo de tiempo de más o menos un año, y que estuviéramos hablando de 45 horas en un año”, apunta.
Al ser cuestionado sobre quiénes deben participar en las mesas para revisar la reducción de la jornada laboral, el experto considera que sindicatos, cámaras empresariales, colegios de abogados, asociaciones de Recursos Humanos, y la academia, son los perfiles idóneos para integrar estos espacios.
Carlos Ferran Martínez destaca que durante la implementación, una vez que avance la reforma, es importante explicar a las empresas y trabajadores lo que va a implicar un ajuste así.
“Creo que, además, una situación que no va a ser inmediata pero que tenemos que tomar en cuenta en esta discusión, es cómo hacemos para que México se convierta en un país de alta productividad. Creo que, si empezamos a hablar de una realidad en la reducción de la jornada, tenemos que empezar a hablar de productividad, de cómo le hacemos para que la reducción de la jornada derive en mayor productividad”, afirma.
La reforma que implica un límite de 40 horas de trabajo por semana es uno de los cambios que están atorados en el Congreso. En la legislatura pasada, el dictamen fue aprobado por la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, sin embargo, su votación no llegó al pleno.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) tiene recomendaciones para que los países tengan una política pública que disminuya gradualmente el límite de horas de trabajo. La Recomendación 116 y el Convenio 47 del organismo son los instrumentos que enmarcan la semana de 40 horas de trabajo como el escenario ideal.
Mesas de trabajo: Echar lápiz y planchar propuesta
Nadia González Elizondo, especialista en derecho laboral, indica que las mesas de trabajo tienen un nivel más técnico que los parlamentos o foros abiertos que se han organizado en distintas materias en el pasado.
“Las mesas de diálogo en principio son un poco más técnicas, y ya para arrastrar el lápiz en lo que va a ser el texto de la iniciativa, y de la propuesta de reforma. Estamos obligados a seguir para cualquier reforma en materia laboral, un diálogo social tripartito entre empresarios, sector empleador y gobierno, y por el carácter más técnico, estas mesas de diálogo van a estar dirigidas por la Secretaría del Trabajo Previsión Social”, destaca.
Detalla que las mesas tienen como propósito sondear más en corto y en directo a las diferentes industrias a través de las cámaras empresariales, para saber cómo están viviendo este tema.
“También se debe ir trabajando en estas mesas de diálogo, en lo que va a ser la reforma a la legislación secundaria, es decir, a la Ley Federal del Trabajo al capítulo de jornadas y descansos que eso es al final del día lo que vamos a vivir en nuestra operación, lo que tenemos que implementar en nuestras empresas, con nuestros clientes”, comenta.
La experta recuerda que, actualmente por cada seis días de trabajo, las personas trabajadoras tienen derecho a un día de descanso con goce de salario, por lo que se debe definir cuál va a ser la duración de la jornada diaria con las modificaciones.
“En realidad, no vamos a estar trabajando 40 horas, vamos a estar trabajando muchísimo menos, y qué maravilla, pues yo creo que si le preguntas a los trabajadores todos van a decir que sí, pero cómo vamos a cumplir con nuestras proyecciones de producción”, resalta.
Ante eso, la experta confía en que las mesas de diálogo se acuerde la implementación gradual de reducción de la jornada sin disminuir el salario, además de que se comience una redacción preliminar de las reformas a la Ley Federal del Trabajo una vez que se establezca constitucionalmente, donde las personas trabajadoras tengan derecho a dos días de descanso por cada cinco días laborados.