Democracia y Estado de Derecho, la base que fortalece a México

Juan José Sierra Álvarez
La democracia no se reduce a depositar un voto cada ciertos años: es un ejercicio permanente de vigilancia y responsabilidad. Sin un Estado de Derecho firme, las instituciones se desgastan, los derechos se desdibujan y la confianza se desvanece. En este contexto, la figura del observador electoral emerge como un baluarte esencial para garantizar la independencia de los procesos y la integridad de nuestras instituciones.
El próximo 1 de junio, México vivirá una jornada inédita: la ciudadanía elegirá por primera vez a jueces y magistrados mediante sufragio directo. Esta elección ambiciona devolver legitimidad al Poder Judicial, pero también encierra riesgos de politización y vulneraciones a la imparcialidad. No se trata solo de emitir un voto, sino de custodiar los cimientos de nuestra democracia. La participación de observadores no promueve a un candidato; salvaguarda la transparencia y refuerza el principio de separación de poderes.
Ser observador implica formarse, inscribirse y recorrer casillas, pero también requiere entender el alcance de cada elección y el impacto de cada fallo judicial. Una sentencia emitida al margen de la ley equivale a un paso atrás en la defensa de las libertades. Del mismo modo que vigilamos las urnas, debemos estar atentos a la calidad de las resoluciones, pues la justicia efectiva se construye día a día, sentencia tras sentencia.
La invitación es abierta. Cualquier persona mayor de edad, se puede registrar antes del 7 de mayo en el INE. En los 71 centros empresariales de COPARMEX se vigilará la legalidad, documentaremos irregularidades y se defenderá el principio de separación de poderes. Observar no equivale a promover el voto: significa custodiar la confianza de la sociedad y proteger los derechos de las y los mexicanos.
La democracia exige no solo participación electoral, sino un entorno donde se respeten contratos, se acaten leyes y se sancione la corrupción. El Estado de Derecho es la garantía de que las reglas no cambien de la noche a la mañana, ni se apliquen de manera arbitraria. Para que las empresas inviertan y generen empleos, los inversionistas nacionales y extranjeros deben contar con certidumbre legal. La estabilidad jurídica es la materia prima de toda economía sólida.
Observar la elección judicial es un paso necesario, pero no suficiente. Debemos reforzar la formación de los servidores públicos, impulsar la transparencia en los funcionarios y fortalecer los mecanismos de ética y responsabilidad. La política anticorrupción debe articularse desde organismos autónomos, con comités de ética que garanticen procesos limpios y sanciones ejemplares.
La vigilancia ciudadana trasciende la jornada electoral: es un pacto social que exige la unión de gobierno, sector privado y sociedad civil. Solo así podremos enfrentar desafíos comunes: la inseguridad, la desigualdad y la desconfianza. Cuando cada mexicano se convierte en observador de su propia democracia, el país avanza hacia un horizonte de justicia auténtica y prosperidad compartida.
Defender nuestras libertades es tarea de todos. Cada voto cuenta, cada observador suma y cada resolución judicial define el rumbo del país. Hagamos de la observación ciudadana un motor de cambio y un paso firme en la construcción de un México donde la democracia y el Estado de Derecho sean fronteras infranqueables para quienes buscan erosionar nuestras instituciones.
Con información de Expansión Política