El maíz: La farsa de los apoyos agrícolas en Sinaloa y el cuento de los 750 mil pesos

José Luis López Duarte
En Sinaloa, la agricultura enfrenta una crisis que se profundiza con cada reunión entre los productores de maíz y las autoridades gubernamentales. Ismael Bello, secretario de Agricultura del gobierno estatal, se presenta periódicamente ante líderes agrícolas, prometiendo soluciones que nunca llegan. Durante casi diez meses, ha mantenido la misma retórica sobre un apoyo de 750 pesos que están dispuestos a recibir mil 500 productores desde 2024. La realidad, sin embargo, es que ni un solo peso ha sido entregado.
Es asombroso que, a pesar de esta falta de cumplimiento, algunos líderes continúen brindando aplausos a Bello como si fueran “matraqueros”, ignorando la cruda realidad que enfrentan los agricultores. A lo largo de estas reuniones, Bello asegura que los productores de maíz están vendiendo su cosecha a 6,300 pesos por tonelada. Este dato es simplemente falso; en el mejor de los casos, los maiceros reciben entre 4,500 y 5,000 pesos, lo cual no cubre ni los costos de producción.
La desinformación no se limita a las palabras de Bello. El secretario de Agricultura nacional, Julio Berdegué Sacristán, ha hecho eco de historias sobre la erradicación del gusano barrenador mediante el uso de moscas estériles. Sin embargo, resulta que ni siquiera producimos esas moscas y, como consecuencia, Estados Unidos ha cerrado su frontera a la exportación de ganado mexicano. Esta cadena de promesas incumplidas y datos manipulados señala una clara falta de compromiso con la realidad del campo mexicano.
El panorama se complica aún más con la proyección de Estados Unidos, que para 2025 cosechará un récord de 450 millones de toneladas de maíz, lo que aplastará a la escuálida producción mexicana —estimada en 16 millones de toneladas— y, como ya es habitual, impondrá los precios en la bolsa de Chicago. Para los productores sinaloenses, esto significa que, con el modelo actual de manejo agrícola del gobierno, la cosecha promedio no superará las 7 toneladas por hectárea. Los casos de productores precarios, aquellos que poseen entre 10 y 15 hectáreas, evidencian la urgencia de una solución: sus ingresos promediarán entre 350,000 y 525,000 pesos, sumas que no alcanzarán para cubrir los costos de producción.
Para revertir este escenario, el gobierno estatal y federal deberían reconocer que se necesita un precio de 7,000 pesos por tonelada para garantizar la supervivencia del productor. No se puede ocultar que las autoridades tienen conocimiento de esta necesidad. La única opción viable es que el gobierno federal, conforme a la ley de desarrollo rural, otorgue un subsidio de 2,000 pesos por tonelada de maíz. De lo contrario, se condena a los productores al fracaso.
Todo esto ocurre en un contexto donde la Cuarta Transformación, que se jacta de velar por el bienestar de todos, parece ignorar que el 80 por ciento de las familias sinaloenses viven en condiciones de pobreza. Las promesas vacías y el desprecio por la realidad contribuyen a la desesperación de un sector vital, que clama por soluciones reales y efectivas. La agricultura en Sinaloa requiere atención y acción; lo que no puede permitirse es seguir con esta farsa de apretón de manos y discursos vacíos que no llevan a nada.