El año electoral
Karolina Gilas
Este año México elige su presidencia y más de 20 mil otros cargos federales, estatales y locales. Nuestra elección sin duda marcará un hito cuando, con toda probabilidad, por primera vez, una mujer se convierta en presidenta.
Aunque estemos enfocados en nuestras propias elecciones, debemos recordar que 2024 está destinado a ser un año trascendental para la política mundial, con un impresionante número de elecciones en todo el mundo, incluyendo algunos de los países más poblados y geopolíticamente significativos.
Más de 60 países y la Unión Europea celebrarán elecciones en 2024. Algunos de ellos son democracias establecidas, otros democracias emergentes y otros más autocracias con votos, pero con pocas opciones reales para que el electorado elija. En cualquier caso, más de cuatro mil millones de personas —50% de la población mundial— votarán y sus decisiones tendrán implicaciones de amplio alcance tanto a nivel local como internacional.
La mayoría de los votos se emitirán en Asia, donde la ciudadanía de sus mayores democracias —Bangladesh, India e Indonesia— está llamada a las urnas. En la India, el primer ministro Narendra Modi lidera en las encuestas. En Indonesia, el presidente Joko Widodo parece decidido a afianzar una dinastía política, mientras que Bangladesh ya ha dado un giro autoritario, con líderes de la oposición encarcelados y sin tolerancia alguna ante el disenso.
En la elección presidencial de Taiwán, celebrada ya el 13 de enero, resultó electo William Lai Ching-te, del gobernante Partido Progresista Democrático, aunque las elecciones legislativas produjeron un parlamento fragmentado. Esta situación podría llevar al incremento de tensiones entre Taiwán y China, influenciando a la dinámica geopolítica, tanto en la región del Indo-Pacífico como globalmente.
África será el continente con más elecciones. Varios países celebrarán elecciones, aunque sus votantes están cada vez más desilusionados con cómo funciona la democracia. Los golpes de Estado se han vuelto nuevamente más comunes: desde 2020, el poder ha sido tomado por la fuerza en nueve países. Las encuestas sugieren que un número creciente de la población podría estar dispuesta a aceptar un gobierno militar; estas tendencias son críticas para la estabilidad regional e influirán en las inversiones extranjeras y en la seguridad regional y global. Entre los comicios más relevantes del continente destacan Sudáfrica, donde, entre escándalos de corrupción, el Congreso Nacional Africano de Mandela podría perder el poder después de 30 años, mientras que en Ghana el futuro gobierno enfrentará importantes desafíos económicos.
La Unión Europea llevará a cabo elecciones parlamentarias en junio, con un posible aumento en el apoyo a los partidos populistas de derecha, ante las preocupaciones ciudadanas acerca de la migración, seguridad y los cambios geopolíticos. Un aumento en la influencia de los bloques de extrema derecha en el Parlamento Europeo tendría importantes consecuencias para la guerra en Ucrania, el conflicto entre Israel y Gaza, la política ecológica y los desafíos económicos.
Tendencias similares se observan en algunos países europeos, especialmente en Austria, Bélgica y Portugal, donde el descontento creciente con el establishment político aumenta la probabilidad de que los partidos principales endurezcan sus agendas y que la extrema derecha logre avances. En las elecciones en Gran Bretaña es muy probable una victoria laborista, después de 14 años de gobiernos conservadores.
En Estados Unidos, la muy esperada elección presidencial del 5 de noviembre determinará si el presidente Joe Biden obtiene un segundo mandato o si un candidato republicano se mude nuevamente a la Casa Blanca. Los resultados de estas elecciones tendrán implicaciones regionales y globales significativas. Donald Trump parece ser el oponente más probable de Biden, y el enfrentamiento entre dos hombres de edad avanzada, a quienes la mayoría de los votantes desearía no tener en la boleta, decidirá el futuro de la democracia estadounidense.
En América Latina, las elecciones que cierran el superciclo electoral llegan en un momento en que la región ha estado experimentando transformaciones políticas, con partidos gobernantes enfrentando desafíos derivados del desencanto social: de las 19 elecciones realizadas entre 2019 y 2023, en 17 los ganadores han sido las candidaturas opositoras.
Sin embargo, en El Salvador, la victoria del muy popular presidente Nayib Bukele parece más que segura, mientras que en la República Dominicana es posible la reelección del presidente Luis Abinader. En Panamá es posible el retorno de un expresidente, Ricardo Martinelli. A pesar de haber sido condenado por corrupción, Martinelli cuenta con altos niveles de aprobación y está buscando revertir su condena para poder acceder a la candidatura.
Países como Bielorrusia, Rusia, Venezuela e Irán celebrarán elecciones, aunque es poco probable que estos procesos conduzcan a cambios inmediatos en las políticas. Sus gobernantes parecen haber asegurado resultados positivos de manera extralegal, especialmente el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quien sin duda ganará un tercer mandato consecutivo (y quinto en total) como mandatario de Rusia. Malí y Chad, ambos bajo régimen militar tras golpes de Estado, han anunciado planes para elecciones presidenciales, aunque la certeza de que éstas se lleven a cabo sigue en duda.
Las elecciones de 2024 ocurren en el contexto de desafíos globales como la inseguridad económica, las tensiones geopolíticas y un declive general en las prácticas democráticas en algunas regiones. Los resultados de estas elecciones no sólo darán forma a los paisajes políticos domésticos de los países, sino que tendrán efectos de gran alcance en las relaciones internacionales y la dinámica global. Desde el aumento de la violencia étnica hasta los pasos destinados a debilitar los controles judiciales y otros sobre el poder del Ejecutivo, las amenazas a la democracia son reales. Sin embargo, también hay tendencias positivas, pues la popularidad de la democracia medida por la opinión pública sigue siendo alta. Una encuesta realizada en 30 países por la Fundación Open Society en 2023 respalda esta idea: más de 80 por ciento de los encuestados dijeron que querían vivir en una democracia.
Los resultados de las elecciones de este año serán críticos para comprender el avance o retroceso de la democracia en el mundo. Según el Informe de Democracia de Varieties of Democracy (V-Dem) de 2023, a finales de 2022 había 90 democracias en el mundo. Apenas 29% de la población mundial, unos 2.3 mil millones de personas, vive en estas democracias. La gran mayoría, más de 70% de la población global —5.7 mil millones— vive en los regímenes autoritarios.
Más que en cualquier otro punto de la historia, la supervivencia de la democracia misma estará en las boletas alrededor del mundo. Pronto, en tan sólo 12 meses, conoceremos el veredicto ciudadano sobre el futuro de la democracia.