Noroeste, ¡muchas gracias!

Ernesto Hernández Norzagaray

Después de más de 25 años de haber sido distinguido con una invitación para incorporarme al cuerpo de colaboradores del diario Noroeste y haber publicado ininterrumpidamente, mil 333 artículos y ensayos de opinión, la mayoría de ellos en un día y espacio estelar ilustrado y a plana completa, llegó el día de la despedida de este gran diario sinaloense que se ha sostenido a viento y marea.

A esa cantidad de colaboraciones habría que decir les faltan dos de ellas por el repliegue producto de una amenaza digital de muerte que sufrí en 2004 junto con mi familia, por mi labor de análisis, de la que informé al ingeniero Manuel Clouthier, en ese entonces director general de Noroeste y, de quien, recibí apoyo moral en un momento difícil, pues había que resolver el dilema entre parar o continuar escribiendo.

También, lo recibí de Adrián López, en los días y semanas posteriores al accidente que sufrí con mi esposa en abril de 2014, para visibilizar las infamias que cometen las empresas de transporte público cuando ocurren estas tragedias -en una de mis últimas colaboraciones, lo recordé, con el accidente que costó la vida de 23 sinaloenses en la carretera Mazatlán-Culiacán.

Mi agradecimiento a los distintos jefes de redacción y directores editoriales, que han sido respetuosos de mis ideas y, por ello, quiero expresar mi gratitud especialmente a Ismael Bojórquez, Joel Díaz Fonseca (QEPD), Manlio Tirado (QEPD), Francisco Cuamea, Marco Santos y Guillermina García.

Cómo olvidar la generosidad de Noroeste al publicar dos libros con una selección de colaboraciones mías (El affaire sinaloense, 2003, y Es el contexto, ¡estúpido! 2015, además, Manuel Clouthier y Adrián López, generosamente han sido presentadores de otras obras mías de interés público.

Asimismo, no puedo olvidar la defensa que he recibido de Noroeste cuando he sido objeto de ataques personales y descalificaciones de pasquines y, destacadamente, la del Gobernador Rubén Rocha Moya.

Quien, recordemos, hace un año, en forma abusiva, me calumnió desde su púlpito semanal sin aportar prueba alguna, y nuestro medio, solidario, salió al paso exigiéndole evidencia, hasta que, acorralado por los reporteros de Noroeste y el semanario Riodoce, tuvo que reconocer que sus calumnias eran producto de “oídas”, dando cuenta así de las fuentes y la calidad de “información” que se procesa en Palacio de Gobierno.

Sin embargo, mi separación de Noroeste, que era el objetivo de sus calumnias, debo aceptar se ve cumplido con esta despedida.

Entonces, ¿qué le puedo reprochar a Noroeste por pedir cerrar mi ciclo?

Nada, absolutamente nada, solo hay agradecimiento a esa gran familia, a ese pilar indispensable de nuestra inacabada democracia local, amenazada hoy como nunca por el crimen organizado, la narcopolítica y los aires autocráticos.

Y, solo, lamento por Noroeste que el “cierre de ciclo” o la gota que derramó el vaso coincida con la publicación de mi artículo del domingo pasado: La mesa de negociación en Gobernación (https://www.noroeste.com.mx/colaboraciones/la-mesa-de-negociacion-en-gobernacion-JL6278391) donde abordo con compromiso, equilibrio, esperanza y, debo reconocer, con cierto escepticismo, el ofrecimiento del Presidente López Obrador para que las autoridades universitarias se sienten a dialogar y negociar con representantes del gobierno de Rocha Moya en la Secretaría de Gobernación.

En el artículo, busco ayudar a encontrar un punto de encuentro en una atmósfera polarizada y cuando es tarea de todos contribuir a poner punto final al conflicto que ya cumplió más de un año y no se ve la salida, pero se siente una tensión que no merece la comunidad universitaria.

Fuera de las diferencias de enfoque, naturales en medios plurales y comprometidos con la conquista de derechos, todo es agradecimiento para un medio que me permitió contribuir con mi comunidad.

Solo, agregaría, si se me permite, que bien harían los directivos de Noroeste abrir un espacio para que el Rector Jesús Madueña o Robespierre Lizárraga, hoy encargado de despacho de la UAS, se defiendan y expongan sus puntos de vista frente las investigaciones de Noroeste y la uniformidad de argumentos de algunos de sus colaboradores; lo merece la sociedad sinaloense y, sería, una buena contribución al debate público sobre la Universidad que resulta imperioso en este momento y que hablaría de la mejor tradición de este diario fundamental en la historia sinaloense de los últimos 50 años.

Recuerdo, finalmente, una solicitud que Manuel Clouthier, hace unas dos décadas, cuando nos pidió a un grupo de colaboradores que el día que dejáramos de escribir en Noroeste o, en este caso, se nos pidiera dejar de hacerlo, tuviéramos la cortesía de despedirnos de los lectores.

Así lo hago, con una sonrisa en los labios y nuevamente expreso mi agradecimiento por haberme permitido acompañar a Noroeste en este cuarto de siglo.

Con información de Noroeste

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