Más allá del voto, México necesita un verdadero avance
Iván Franco
Con la elección del 2 de junio de 2024, se hace evidente que la verdadera medida del progreso democrático en el país no será simplemente el acto de salir a votar. Más bien, será el compromiso genuino de la candidata ganadora de, en primer lugar, agradecer el voto y, luego, comprometerse de una vez por todas con todos los votantes.
La vieja práctica de pagar a actores y figuras públicas cada seis años para persuadir al electorado a que vote por una determinada alternativa hace muy poco por mejorar la democracia. Simplemente perpetúa la ignorancia y la vacuidad de votar por votar, al igual que el clientelismo político. La democracia auténtica se logrará únicamente cuando los candidatos estén genuinamente conectados con sus electores y actúen en su mejor interés.
Votar sigue siendo un deber cívico y un derecho fundamental, pero como sociedad, es más importante exigir representación genuina de nuestros funcionarios electos. Este compromiso implica transparencia en la gobernanza y una dedicación inquebrantable al bienestar público, trascendiendo las meras promesas electorales.
El reto inmediato para la próxima presidenta
El desafío más inmediato y crítico para la próxima presidenta de México será reconciliarse con toda la población, especialmente con aquellos que no votaron por ella. Es imperativo cerrar las brechas y calmar cualquier resentimiento persistente dentro de varios sectores sociales y privados. Construir confianza y transparencia en la gobernanza y asegurar la rendición de cuentas serán pasos esenciales para unificar la nación en torno a una visión común de desarrollo.
Este próximo sexenio es particularmente significativo, ya que presenta una oportunidad para que México acelere los proyectos de infraestructura regional que pueden mejorar la productividad, la competitividad y el crecimiento económico. Generar este potencial requiere fomentar un entorno propicio para la inversión, apoyado por un desarrollo integral de infraestructura en todo el país. Esto incluye no solo el Corredor Transístmico, sino también toda la ruta hacia las ciudades fronterizas, abarcando carreteras, ferrocarriles, parques industriales y por supuesto, mayor seguridad. Tales iniciativas proporcionarán la base necesaria para que las empresas extranjeras consideren la relocalización en México, impulsadas por perspectivas comerciales regionales favorables. Así, finalmente, el país podrá crecer en promedio no al 1%, sino arriba de 3 o 4%.
Salud y energía: áreas clave de enfoque
En el ámbito de la salud, la nueva administración debe priorizar la reorganización de los proyectos de salud existentes. Esto implica asegurar que las iniciativas de salud pública estén bien coordinadas y se implementen rápidamente para mejorar la prestación general de servicios de salud. El sistema de salud de México enfrenta varios desafíos, incluyendo, el gran desembolso de las familias para consultas médicas privadas y medicamentos; una baja inversión pública en salud, la fragmentación del sistema y la necesidad de mejorar la calidad y el acceso a los servicios de salud. Es esencial expandir la capacidad de atención primaria, mejorar las condiciones laborales para los trabajadores de la salud y asegurar una referencia efectiva a hospitales de segundo y tercer nivel. Además, se debe monitorear y evaluar continuamente el sistema de salud con transparencia y rendición para garantizar que las reformas se implementen de manera eficiente y sin corrupción.
En el frente energético, es crucial avanzar en la inversión privada en energías limpias. Adoptar aceleradamente energía solar con la ayuda de políticas públicas. Además, revitalizar la extracción de petróleo por parte de empresas privadas, enfocándose en los pozos de petróleo no explotados y avanzando en proyectos estancados será esencial para mantener la seguridad energética y la estabilidad económica de Pemex y del erario.
Seguridad, la prioridad del sexenio
La seguridad sigue siendo uno de los desafíos más apremiantes. La violencia y el crimen continúan recrudeciéndose. La próxima presidenta debe desarrollar e implementar una estrategia de seguridad estrechamente vinculada con el desarrollo regional que se impulsará. Esto incluye aumentar el número de efectivos federales y locales bien entrenados y adecuadamente compensados y mejorar la capacidad de las fiscalías y tribunales para administrar justicia de manera amplia. Abordar la corrupción dentro de estas instituciones también es crucial para asegurar que se haga justicia y se restablezca la confianza pública.
Además, la nueva administración debe enfrentar el crimen organizado mejorando la coordinación entre las fuerzas de seguridad e invirtiendo en tecnología e inteligencia para desarticular las redes criminales. Es fundamental asegurar las inversiones de las empresas y la seguridad de los ciudadanos para fomentar un entorno donde las actividades económicas y sociales puedan prosperar.
Educación
Sobre todo, en educación superior, México debe ponerse a la vanguardia en sus planes de estudio, adaptándolos a los requerimientos técnicos y tecnológicos que demanda un país atractivo para la inversión extranjera. Si bien no se podrá hacer mucho en seis años, es fundamental sentar las bases para cambiar el rumbo de la educación superior, adaptándola a un entorno que demandará profesiones y vocaciones que exigen alta productividad y liderazgo.
Conclusión: un llamado a la profesionalización y proyectos de alto impacto
Es inusual que una administración pública sea profesional y eficiente. Sin embargo, la administración entrante tiene la oportunidad de establecer un nuevo estándar de gobierno en México. Es esencial que este sexenio se caracterice por proyectos profesionales, eficientes y de alto impacto que aborden los problemas más apremiantes del país. Al enfocarse en el desarrollo de infraestructura, la mejora de la salud, el avance energético y el fortalecimiento de la seguridad, el nuevo gobierno puede crear una base para un crecimiento sostenible y una mejora en la calidad de vida de todos los mexicanos.
El camino hacia una democracia verdaderamente representativa requiere no solo del voto, sino también un compromiso obligatorio de aquellos elegidos para servir. Para ello, la partidocracia debe ingresar a sus filas a profesionales comprometidos, no solo a sus parientes, comediantes y otros personajes populares.
El enfoque debe estar en entregar resultados tangibles que reflejen la voluntad y las necesidades de la gente, asegurando que el proceso democrático se traduzca en un desarrollo innovador para la nación.
Con información de Expansión