Una narrativa conceptual de Mondiacult México 2022
Jorge Sánchez Cordero
Mondiacult México 2022 (México 2022) se inició el 23 de septiembre último bajo el dictum “la cultura como un bien público global”. Para estos efectos, la UNESCO impulsó consultas programáticas en cinco regiones (Europa y América del Norte, Asia y el Pacífico, África, América Latina y el Caribe, y Estados Árabes), con lo que logró consensuar un texto de principio que sería sometido a discusión y a su eventual aprobación.
Era predecible empero que las tensiones internacionales presenciadas con estupefacción por la comunidad mundial tuvieran una notable influencia en el desarrollo de los trabajos correspondientes y afloraran en ellos, lo que efectivamente acaeció.
La diplomacia cultural recurrió al poder de la cultura como elemento disuasivo, y el 25 de septiembre, bajo la presidencia del Estado mexicano, la plenaria aprobó por unanimidad la Declaración Final.
La recapitulación
Mondiacult México 1982 (México 1982) introdujo una nueva concepción de cultura: al patrimonio en este ámbito lo proveyó de una nueva dimensión; lo extendió a un sistema omnicomprensivo de valores, como las lenguas vernáculas, los ritos, las creencias, las tradiciones y las formas de expresión de los pueblos. Pero también incorporó a los sitios y monumentos históricos, a las obras de arte y literarias, a los archivos, a las bibliotecas…
Por primera ocasión en el debate universal sobre cultura, en México 1982 se insertó el aforismo de que la identidad y la diversidad culturales son nociones correlativas y, por lo tanto, indisociables.
Existe consenso en la comunidad internacional en el sentido de que México 1982 y Estocolmo 1998 son un hito en el proceso evolutivo de las políticas públicas culturales, además de que se constituyeron en el preludio de la emblemática Declaración universal sobre la diversidad cultural: Una visión, una plataforma conceptual, un semillero de ideas, un paradigma nuevo, aprobada por la Conferencia General de la UNESCO en noviembre de 2001.
Esa Declaración transfiguró la narrativa cultural compendiada en los instrumentos de la “segunda generación” del organismo. Más aún, legitimó la irradiación de la cultura, así como la consecuente valorización y transversalidad de ésta, en ámbitos y segmentos sociales insospechados. La innovación rizomática de las expresiones culturales adquirió su actual centralidad.
El efecto fue múltiple: propició la participación sistémica de voces hasta ese momento inescudriñables y confinadas por las culturas dominantes.
El paisaje cultural empero ha mutado sustancialmente en el umbral del siglo XXI y plantea desafíos inusitados; por ello la comunidad internacional instó a la UNESCO a elaborar una nueva hoja de ruta con prioridades puntuales en materia de políticas públicas de orden cultural; asimismo llamó a consolidar la cultura en la agenda pública global para privilegiar el poder de la cultura en tanto elemento de composición de diálogo multilateral y, con ello, fomentar entre otros aspectos la cultura de la paz.
Para hacer viable este propósito, la UNESCO consideró indispensable crear una plataforma y políticas ad hoc que permitieran visualizar el proceso evolutivo cultural.
Este análisis se concentrará exclusivamente, por razones de espacio, en la ascendencia que tuvieron las reivindicaciones de América Latina y el Caribe (Grulac) en el texto final de México 2022.
El desenlace
La salvaguarda del patrimonio cultural cobra su mayor sentido al constituirse como un elemento esencial de la identidad y la diversidad culturales, e igualmente al asegurar la transmisión de conocimiento a las sucesivas generaciones.
El vandalismo cultural depredador y los conflictos bélicos de la época, unos más prolongados que otros, han derivado en la destrucción de entornos y patrimonios culturales en forma intencional o fortuita. En este último caso la devastación se legitima con el eufemismo de daños colaterales.
Los enfrentamientos armados catalizaron el tráfico ilegal de bienes culturales, que ya había revelado síntomas ominosos. El crecimiento exponencial de esta actividad, que ha sido lesiva para la identidad y la memoria colectiva de las comunidades culturales y de los pueblos, devino uno de los negocios ilícitos más lucrativos a escala mundial.
En concomitancia con los conflictos bélicos, la apetencia de los grupos terroristas terminó por crear una alianza perniciosa con las organizaciones criminales internacionales, lo que condujo al Consejo de Seguridad (CS) de la ONU –hecho insólito en su tradición– a resolver que la salvaguarda del patrimonio cultural es primordial para la preservación de la paz y la seguridad internacionales (Resolución 2347).
De esta manera, el derecho a la identidad, a la diversidad lingüística y a la libertad artística, entre otros, son esenciales para la estabilidad, la resiliencia social y el desarrollo sostenido.
El CS terminó por conminar a los Estados –incluidos los organismos internacionales– a tomar medidas para dar cumplimiento a esta Resolución, y lo hizo con una alusión expresa a los grupos terroristas y a las organizaciones criminales.
En armonía con esta disposición del CS, México 2022, en su parte relativa y a instancias del Grulac, convoca a regular las prácticas deletéreas de mercado y a diseñar mecanismos domésticos de legalidad que prevengan el tráfico ilícito, con lo cual pone de relieve que el combate a esta práctica es un elemento fundamental en la construcción de la paz y le confiere plena legitimidad al poder de la cultura. Esta expresión adquiere todo su significado con la reintegración de los bienes culturales a los países de origen; aspecto que contribuye a una nueva narrativa en términos de identidad y de memoria colectiva.
La sustanciación de los derechos culturales en su dimensión colectiva y difusa, impulsada por Grulac, es una creación genuina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Este arquetipo, que en México fue desarrollado a través de un modelo cultural jurisprudencial configurado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), se disocia del europeo, que es esencialmente individualista.
México 2022 culturaliza ahora los derechos humanos en el contexto de las políticas culturales públicas y extiende el ámbito del acceso a la cultura a los creadores, con expresa inclusión de los ecosistemas digitales.
Con un efecto radial, México 2022 le confiere al modelo cultural jurisprudencial un valor ecuménico, lo que reviste una trascendencia enorme, pues desbroza nuevos senderos en el ejercicio de los derechos culturales colectivos y difusos a escala universal. Las repercusiones son magnificentes, toda vez que el acceso a la cultura adquiere una nueva dimensión en materia de políticas públicas, pues posibilita la participación sistémica de amplios segmentos sociales y de protagonistas, con lo que vertebra la transversalidad cultural y atempera la inequidad en cuanto a acceso a la cultura, así como la vulnerabilidad de los creadores culturales.
Adicionalmente a lo anterior, la categorización de los derechos culturales colectivos y difusos como derechos humanos tutela y resguarda la libertad artística y de expresión, lo que ya en la Constitución de la Ciudad de México se manifiesta en el axioma de que la ciencia y el arte son libres, y por lo tanto queda prohibida toda forma de censura.
Epílogo
La diplomacia cultural puso de relieve una vez más su magnanimidad y la valía del poder de la cultura en espacios públicos tan diversos como el económico y el social. Este es un elemento de convicción irrefutable para legitimar la transversalidad de la cultura.
La realización de México 2022 en entornos de alta complejidad, provenientes de las tensiones internacionales, también pone de manifiesto la cualidad de la diplomacia cultural y consolida el poder de la cultura.
La miríada de culturas que confluyeron en Mondiacult México 2022 requirió de la UNESCO la realización de grandes esfuerzos para sistematizarlas y proveer de una hoja de ruta a la comunidad internacional, tal como ésta lo había solicitado. La elaboración de una matriz programática con vocación universal pudo sobreponerse a la heterogeneidad de las culturas universales existentes. Para ello las políticas públicas culturales exigen una mayor diversificación, transversalidad y capacidad de adaptación a variadas realidades.
México 2022 satisfizo pródigamente las reivindicaciones de la comunidad internacional en lo que atañe a los desafíos de mayor relevancia que emergen en el umbral de este siglo.
La pretensión de este análisis, al que seguramente sucederán muchos más en la academia, es participar en el debate, en torno al que se auguran, por la naturaleza misma de la cultura, intensas controversias. Los despliegues de análisis acompasados pondrán a México 2022 en perspectiva, lo que permitirá destacar con puntualidad sus logros.