La farsa de Rocha en la CDMX
Álvaro Aragón Ayala
Ciudad de México. – Mediante mapeos digitales, videos de grupos “de interés”, fotografías y rastreos en Facebook y otras redes electrónicas, organismos de inteligencia del Gobierno Federal, apoyado por el gobierno capitalino, determinaron que la “brigada de choque” o agitación, calificada como corriente “reformista” por Rubén Rocha Moya, con la cual intentó “reventar” la manifestación de trabajadores, consejeros y directivos de la Universidad Autónoma de Sinaloa, fue un montaje con falsos universitarios, una farsa orquestada por el propio gobernador de Sinaloa para engañar al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la secretaria de Gobernación Luisa María Alcalde Luján.
La conclusión de la investigación federal es precisa: Rubén Rocha creó un grupo de choque integrado por trabajadores y funcionarios públicos, municipales y estatales, y directivos y empleados de otras universidades, incluso del Colegio de Bachilleres de Sinaloa y activistas de Morena, para intentar hacer creer que él, como gobernador, tiene la razón en sus ataques, en la persecución política y judicial contra los directivos de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y para justificar la fabricación de demandas penales, porque, en sus argumentos e imaginarios, atiende los reclamos de una fantasiosa “mayoría” universitaria. Sin embargo, el tiro le salió por la culata.
En la lista de personajes hasta ahora identificados por el Centro Nacional de Inteligencia y otros órganos de inteligencia política, se encuentran Joaquín Landeros, secretario de Obras Públicas del Gobierno de Sinaloa; David Vargas, director del Registro Público de la Propiedad, Denise Azucena Díaz Quiñónez, presidenta de la Junta de Conciliación y Arbitraje; Claudia Valdez, alcaldesa morenista de El Rosario; Ana Luz Ruelas, jubilada y columnista de El Debate; el ex universitario Marcos Medrano; el eterno aspirante a diputado de Morena, Arturo Nevárez, y Jorge Ibarra Martínez, todos identificados con la “corriente” de Rubén Rocha.
Se les sumó a la lista de identificados Adriana Margarita Ochoa del Toro, directora de Comunicación Social del Gobierno Estatal, Juan Manuel Mendoza, rector de la Universidad Tecnológica de Escuinapa, el expresidente y actual secretario general de Morena, Manuel de Jesús -El Meni- Guerrero Verdugo, y dirigentes y miembros del Sindicato de Trabajadores del ayuntamiento de Culiacán, principalmente de aseo y limpia; también Sofía Loaiza, Carmen Rivas, Florentina Yadira Osuna Rodríguez y Rafaela Maturano del Colegio de Bachilleres de Sinaloa, cuyo director general es Santiago Inzunza Cazarez, hermano del secretario general de Gobierno Enrique Inzunza.
Andrés Manuel López Obrador no se dejó engañar. Desde las primeras horas del lunes mandó investigar sobre la identidad real de los miembros de la “brigada de choque” que intentó penetrar a la plancha de El Zócalo capitalino, sin permiso para ingresar a esa zona, y ordenó indagar cuáles eran sus demandas o pretensiones encontrándose con la sorpresa que el grupo rochista, al que le apodan “los chivitas”, al que pertenecen no más de 15 universitarios y que arengaba en el mitin encapsulado en una de las calles que desembocan en El Zócalo, rechazaba el diálogo, posición muy contraria a la del Presidente que obligó a que se celebrará el encuentro entre directivos de la UAS, Rubén Rocha y Luisa María Alcalde.
Conforme se profundizó en la investigación, salió en claro que Rubén Rocha financió el traslado a la Ciudad de México, pagando camiones y boletos de avión a esa “brigada de choque” integrada por falsos universitarios, para sentirse respaldado. Las fotografías y videos obtenidos desenmascararon la farsa del gobernador provocando el enojo del Presidente Andrés Manuel López Obrador y de Luis María Alcalde, quienes se mostraron sorprendidos por el “poco tino” y la falta de escrúpulos del mandatario de Sinaloa que de manera infantil creyó que los engañaría.
Las fotografías revelan el montaje. La casi totalidad, en un 99.5 por ciento, las personas que intentaron “reventar” la manifestación pacífica, legítima, de los universitarios, no son trabajadores activos ni jubilados de la UAS. Usurparon la identidad de los verdaderos universitarios para gritar sandeces, insultos, contra los directivos de la Casa Rosalina y personajes políticos, a quienes el gobernador persigue y a los que mantiene bajo el azote del espionaje y el terrorismo gubernamental con una sobrevigilancia policial, espiados por tierra y aire y por las plataformas digitales.
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