Sin derechos formales e invisibilizados, pescadores contribuyen al 40% de las capturas mundiales

Itzel Chan / Causa Natura Media
La pesca artesanal emplea a 60 millones de personas en el mundo y, aún así, es un trabajo del que se habla poco, que gobiernos ignoran y en el que hacen falta políticas públicas para mejorar las condiciones de derechos laborales, considera Xavier Basurto, profesor del departamento de Ciencias Sociales Ambientales de la Universidad de Stanford y coautor del estudio “Iluminando las Cosechas Desconocidas”.
“No se ha hecho el esfuerzo de hacer mucha ciencia enfocada a esta realidad y casi no hay políticas internacionales que afecten, positivamente, a estos pescadores. Entonces, a nivel práctico de política pública, es un sector invisible”, describe Basurto.
La pesca de pequeña escala representa, al menos, el 40 % de las capturas mundiales y contribuye a la seguridad alimentaria de 2 mil 300 millones de personas en costas o cuerpos de agua interiores, de acuerdo con el estudio de la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), la Universidad de Duke y la organización WorldFish. El estudio involucró a más de 800 personas en 58 países.
“Se trata de una pesca que no se hace precisamente en un barco, sino comúnmente son dos personas máximo en una canoa, remando o mujeres caminando en la playa recolectando mejillones o almejas, también hombres que van en su embarcación con un motor fuera de borda y con su propia fuerza tiran las redes. Y casi todo el pescado que comemos viene de esa pesca en la que frecuentemente son dueños de sus propias embarcaciones pequeñas y que mucho de su trabajo lo hacen con sus manos, usando poca tecnología”, menciona.
Basurto, junto con el equipo de investigadores, registró el aporte de la pesca artesanal de micronutrientes esenciales para beneficio de la salud de comunidades vulnerables.
Esta pesca se caracteriza porque los pescadores salen al mar y al regresar a las costas venden su producto a un comprador, además, en muchas ocasiones hay pocos intermediarios para que los productos lleguen a los hogares.
A pesar de la importancia de este tipo de captura, el investigador resalta que los pescadores artesanales frecuentemente operan sin derechos formales de participación en la gestión de los recursos pesqueros, aun cuando en muchos casos son los habitantes originarios de las zonas.

“En donde viven quizá hay una clínica, pero el doctor nunca va; quizás hay una escuela, pero el maestro nunca va…. Son áreas marginalizadas entonces la única opción económica para esas comunidades es pescar”, dice el investigador.
Esto los deja en una situación de vulnerabilidad frente a aquellos con intereses económicos en zonas costeras, como la pesca industrial que domina el diseño de políticas internacionales y nacionales, ya que la falta de regulaciones y apoyo institucional permite que grandes flotas pesqueras exploten los recursos marinos sin garantizar la equidad en el acceso y uso de estos.
El hecho de que las políticas públicas den preponderancia a la pesca industrial deja en cierto desamparo a pescadores artesanales que son conscientes de su entorno.
“No hay que romantizar. Si el pescador no utiliza bien su red, puede pescar todo. Entonces puede tener un efecto bastante negativo. Sin embargo, es importante decir que los pescadores tienen mucho conocimiento y pueden evitar esos efectos. Muchas veces no los evitan porque no tienen ningún incentivo, pero de manera natural piensan ‘si sobrepesco, me quedo sin chamba’. En cuanto a la pesca industrial, esta puede causar mucha contaminación o por ejemplo, la pesca de arrastre de camarón daña todo el fondo marino”, considera.
Una de las finalidades del estudio es generar evidencia para que los gobiernos comprendan que no deben ignorar más a los pescadores de pequeña escala porque, además de las afectaciones económicas, también hay impactos ambientales considerables.

Mujeres en la pesca artesanal: el trabajo minimizado
A pesar de que no todas las mujeres salen al mar, el 40 % de los 60 millones de pescadores artesanales son mujeres.
Con tan sólo una búsqueda de la palabra ‘pesca’ en Google el resultado arroja fotografías de hombres en embarcaciones, pero en este estudio se contempla incluso a las que preparan el almuerzo de los pescadores.
Muchas limpian, preparan y comercializan el pescado. Estas actividades, aunque esenciales, son excluidas de la definición tradicional de pesca, lo que contribuye a que el trabajo femenino en el sector sea minimizado.
“Muchas mujeres sí salen a pescar, pero muchas otras participan en procesos que suceden una vez que el pescado se trajo a la costa, ya sea fileteando, separando, limpiando, llevando al mercado. En la mente de algunas personas eso no es pescar, piensan que pescar es solo lo que sucede en el agua”, describe el investigador.
En comunidades costeras alrededor del mundo, las mujeres juegan un papel clave en la economía pesquera, se aseguran de que los productos del mar lleguen a los mercados y consumidores.
Sin embargo, la ausencia de reconocimiento de su trabajo se traduce en la falta de acceso a beneficios sociales, capacitación o créditos financieros para mejorar sus condiciones laborales.

México: una excepción con avances y desafíos
En el contexto global, México se distingue por contar con un marco legal que permite una mayor participación de los pescadores en la toma de decisiones del manejo pesquero.
A pesar de estos avances, aún faltan mecanismos eficaces para que los pescadores artesanales ejerzan plenamente sus derechos.
“Sorpresivamente, en México la situación es mucho mejor porque los pescadores en muchos casos sí tienen el derecho de involucrarse en la gestión de sus recursos. Como mexicanos pensamos siempre que están mal las cosas, pero cuando hicimos este estudio y vimos la situación a nivel mundial, nos dimos cuenta de que México no está al fondo en términos de darles derechos e involucramiento a los pescadores para la toma de decisiones”, menciona.

Los mayores retos que enfrentan los pescadores en el país son las barreras burocráticas y la falta de representación efectiva en las decisiones gubernamentales, considera Basurto. Mientras tanto, persisten otros desafíos como la regulación de las vedas, la supervisión del cumplimiento de normas ambientales y la prevención de la pesca ilegal.
Las comunidades pesqueras en México requieren mayor capacitación y apoyo institucional para garantizar que sus prácticas sean sostenibles y que sus productos compitan en mercados cada vez más demandantes.
De esta forma, la falta de apoyo gubernamental, la marginación de las comunidades pesqueras y la competencia con la pesca industrial ponen en riesgo la sustentabilidad de la pesca artesanal.

Enfoque integral
La inclusión de las y los pescadores en la toma de decisiones, el reconocimiento del trabajo de las mujeres en el sector y el establecimiento de zonas de exclusión para la pesca industrial son algunas de las estrategias clave para asegurar un futuro más equitativo y sostenible para millones de personas que dependen de esta actividad, apuntó.
Solo a través de un enfoque integral de aspectos ecológicos, económicos y sociales se podrá garantizar la continuidad de esta actividad fundamental para las comunidades pesqueras en el mundo.
“Es fundamental invertir en tecnologías de pesca sostenible, fortalecer las cooperativas pesqueras y promover el consumo responsable de productos provenientes de la pesca artesanal”, considera el investigador Basurto.
Con información de Animal Político