Teuchitlán, el Holocausto y las elecciones judiciales

Flor María Yáñez Álvarez
Este sábado pasado fui invitada a participar en el Conversatorio “Madres buscadoras y víctimas de Teuchitlán” en Honduras. Fue estremecedor estar conectada con más de 250 personas de distintas partes de Latinoamérica y escuchar testimonios de desapariciones a lo largo del continente.
Lo ocurrido en Jalisco, develó, -otra vez- la ineptitud y la incapacidad del gobierno para enfrentar las violencias que atraviesa nuestro país, sobre todo, la violencia estructural. Fernández Noroña y otros 4Teístas, declararon que los hallazgos eran “presunciones” y campañas de desprestigio de la extrema derecha, hacia el gobierno. Claro que debían decir eso porque los reiterados “discursillos manipuladores” de Sheinbaum sobre Construcción de Paz y ataque a las causas estructurales de la violencia, no han logrado absolutamente nada.
Varias de las víctimas de esta tragedia, fueron personas que atendieron a un anuncio de oferta laboral en redes sociales, pero mediante engaños, fueron trasladados al Auschwitz mexicano. Su “trabajo” sería ingresar, a la fuerza, a una “escuela de adiestramiento” para matar y si sobrevivían el entrenamiento, serían incorporados a un cartel de droga. Los testimonios de sobrevivientes indican que, si no seguían las instrucciones y completan el programa satisfactoriamente, los mataban. Tuvieron que someterse al trauma de asesinar a otros seres humanos, sólo para probar que sí eran aptos para “graduarse”, y así sobrevivir. Me acordé de Adolf Eichmann (orquestador de la ingeniería del Holocausto en Alemania) quien aún en juicio, nunca sintió culpa por su participación en este genocidio, pues “él sólo hizo su trabajo”. En realidad, este hombre no era un monstruo o una mala persona, al contrario, hasta era un padre ejemplar. Su pecado fue ser un “burócrata obediente” que se esmeró en cumplir las tareas que le fueron impuestas. Ante esto, Hana Arendt escribió: “Nos hemos convertimos en cómplices del mal, porque hemos trivializamos el exterminio de personas”. Quizá las declaraciones de Noroña no fueron con una “mala intención”; a lo mejor, sólo se esmeraba en hacer bien la chamba para al final del día, le pusieran una “estrellita en la frente”. Después de una larga reflexión sobre este Conversatorio, comencé a ver en mis redes sociales saturadas por cientos de personas con “reels” sobre su “campaña” a aspirar un cargo en el Poder Judicial. No me dio pena, me dio tristeza. Quienes tienen una trayectoria política (pero NO en el Poder Judicial), tienen ventaja. Saben cómo se maneja a la gente, la imagen y tienen una plataforma que votará por ellos. Lo “otros” tuvieron que iniciarse en este “cochinero” de las “charlatanería”. El evento de Teuchitlán podría compararse con esta elección judicial. Estas personas se ven obligadas a someterse a reglas ridículas y humillantes, y si no lo hacen, morirán en el proceso. No les queda de otra más que agarrar la cámara y fingir ser políticos. Los de Teuchitlán, o mataban o los mataban. Eichmann fue el mejor burócrata de Alemania y cumplió brillantemente con su trabajo, y los contendientes al Poder Judicial o se ridiculizan en redes, o no hay chamba. Todos los anteriores tuvieron que someterse a algo que quizá no querían, pero tuvieron que hacerlo, para agarrar algo. Quizá lo de la elección judicial sea sólo para legitimar el populismo…
Con información de El Sol de México