Adán da resultados, la política “escénica” de Claudia y Marcelo, teatro
Antonio López de la Iglesia
Cuando las “corcholatas” del presidente eran solo dos, Claudia Scheinbaum y Marcelo Ebrard, muchos pensaban que, -aunque no les convencía ninguna de las propuestas porque ni la jefa de Gobierno de la CDMX ni el Canciller, y no respondían a su ideal de liderazgo de la 4T después de López Obrador-, no era conveniente renunciar a un proyecto político al que le habían invertido un sexenio. Al igual que podría hacerse con un negocio después de un tiempo razonable, a pesar de que no rinde frutos o te mantienes en una relación de mucho tiempo a pesar de no estar satisfecho o después de un año o dos descubres que ingresar a esa carrera universitaria no fue la mejor decisión, pero como ya le has dedicado algo de tiempo, te “obligas” a terminarla. A veces “sale más caro el caldo que las albóndigas”. La “lógica” detrás de estas decisiones es “Más vale malo conocido que bueno por conocer”.
A veces, como no quieres ser un perdedor y quizás te cuesta aceptar una equivocación: Exageras los beneficios para probar que no ha sido una decisión equivocada. Niegas que el tiempo invertido ha sido desperdiciado. Renuncias a la posibilidad de experimentar algo mejor porque temes arrepentirte. Apuestas por la seguridad aunque tengas que pagar el alto precio de la insatisfacción. Pierdes de vista los beneficios futuros de pasar la página y enfrentar un nuevo comienzo.
Pero cuando el mismo Presidente AMLO cayó en la cuenta de lo anterior puso sobre la mesa otra propuesta que fue la del secretario de Gobernación, su amigo más leal y brillante interprete de sus convicciones, Adán Augusto López Hernández y descubrió que hay otras alternativas: Y dio paso al “más vale bueno por conocer que malo conocido”. Solo se trata de reconocer que “cuando se cierra una puerta, se abren otras cien”. No todo está perdido. Como es natural ni Claudia ni Marcelo se dieron por vencidos y los dos siguen haciendo su lucha. La Scheinbaum sin ir más lejos le metió más dinero aún a su proyecto y contrató a expertos electorales catalanes y arreció en su gira por todo el país. Sin ir más lejos tuvo la osadía de meterse en territorio de Adán Augusto en el pasado fin de semana, arropada por un grupo de inconformes con la actual administración que los arrojo de la nómina gubernamental cuando estos habían abandonado sus trabajos para dedicarse a la grilla más evidente e improductiva para los tabasqueños. Siempre se aprende algo de cualquier experiencia. Se trata de aceptar la realidad. Por eso la honestidad juega un papel tan importante. Si hay algo en lo que los seres humanos somos expertos es en engañarnos a nosotros mismos.
Siendo optimista por naturaleza, y sin sacar a la luz ese pesimista irredento que llevamos los que vivimos en el mundo real, a mí este proceso de elección de los candidatos, al menos de momento, no me merece ninguna confianza. A las pruebas me remito. Ni Claudia ni Marcelo crecen a pesar de que están invirtiendo carretadas de dinero que es de dudosa procedencia. Y el único que si crece, Adán Augusto López, lo hace como se debe de hacer la política: Caminando y trabajando para sacar adelante leyes y resolviendo problemas. El peor de los males que nos aqueja, es la política escénica, como la de Claudia y Marcelo, más destinada a buscar público para la escenografía pero seguimos sin registrar mejoras y nos disponemos a pasar por una de esas crisis económicas que nos sube la fiebre a punto de caramelo para llevarnos al hospital. Las elecciones del 24 serán de esas que nos dejan jirones en la piel y heridas profundas en el alma. De todas las partes en conflicto nos anuncian que estos comicios serán los más importantes de este siglo y del pasado, del 20, que todavía no ha dejado de marcharse y nos ha regalado tantas y tan profundas consecuencias de su paso que será difícil olvidarle.