La Suprema Corte recupera su calidad de Poder de la Unión
Carlos Angulo Parra
Después del desastroso comportamiento de la Ministra Yasmín Esquivel en el penoso tema del plagio de su tesis profesional para obtener el grado de licenciado en derecho, la elección de la Ministra Norma Piña Hernández, como Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha caído como del Cielo.
Es más que claro que el Presidente de la República tenía a la Ministra Esquivel como su favorita para ocupar el cargo de Presidente Corte. En efecto, el Maestro Sheridan, buscó la oportunidad para sacar a la luz pública el escandaloso plagio cometido por la ministra en su juventud. En mi artículo anterior escribir lo que debió haber sido su carta renuncia de la ministra a la Suprema Corte de Justicia; cosa que no sucedió y debe suceder, sino al contrario, la ministra se defendió como comúnmente se dice “como gato boca arriba”, enterrando su desprestigio hasta niveles insospechables. Bueno, hasta tuvo el descaro de presentar una denuncia ante la Procuraduría General (“carnal”) de la Ciudad de México, de un plagio, cuyo término de prescripción está más que vencido, pero aprovechando sus vínculos con la Jefa De Gobierno y, por ende, con la Fiscal de la Ciudad de México, para hacer lo que se le viniera en gana habiéndose obtenido de la fiscalía una resolución de que a la ministra la plagiaron, como si la Fiscalía fuese juez, sin siquiera citar a las partes.
Pero en fin, lo que importa en este momento es el resultado obtenido después de 3 rondas de votación en la Suprema Corte. En la primera ronda, los 5 candidatos registrados, los ministros Piña, Esquivel, Laynes, Gutierrez Ortíz Mena y Pérez Dayán, obtuvieron 2 votos cada uno, por lo que es de suponerse que los dos votos obtenidos por la Ministra Esquivel derivaron de su propio voto y del de la ministra Loretta Ortiz Ahlf, ambas propuestas por el Presidente López. En esta ronda, al haber habido un empate de todos, procedieron los ministros a abrir una segunda ronda, con todos los candidatos de nueva cuenta por no poderse eliminar a ninguno.
En la segunda ronda se eliminaron los ministros Esquivel, Laynes y Pérez Dayán por no haber alcanzado la votación mínima.
En la última ronda de votación quedaron como finalistas la ministra Norma Lucía Piña Hernández y el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, habiendo obtenido la Ministra Piña seis de los once votos emitidos, convirtiéndose así en la primer mujer, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Leyendo el plan de trabajo de la Ministra Piña Hernández, nos damos cuenta que destaca centralmente el concepto de independencia de la Suprema Corte (a mí no me gusta utilizar el término autonomía al referirme a un Poder de la Unión), por lo que el término que usa la ministra en su plan de trabajo de “independencia” es el más adecuado.
Considero que en los tiempos en que vivimos, el que la ministra considere la Independencia de la Corte como una parte esencial del desarrollo de dicho Poder de la Unión, asienta claramente el problema central en que se ha encontrado ante los embates del presidente de la República, como a titular del Poder Ejecutivo Federal, quien claramente ha querido controlar las decisiones del más alto tribunal de nuestra nación.
No debemos de echar en saco roto que la muy virulenta reacción ocasionada por los ciudadanos, representados por la prensa, la academia, los articulistas y las benditas redes sociales, ante las aviesas maniobras de la Ministra Yasmín Esquivel, sirvieron para mandarle una clarísima señal a los integrantes de la Suprema Corte de qué se esperaba de ellos.
El considerar esto como un triunfo del poder de la opinión pública en contra del Poder del Ejecutivo Federal no es cosa menor. Ello nos debe mandar un claro mensaje a los ciudadanos de que, si nos sentamos en nuestros laureles aprovechando nuestras zonas de confort y no hacemos nada, ponemos en riesgo nuestra democracia y libertad, abriéndole las puertas al autoritarismo. En cambio, si actuamos, exigimos, criticamos y nos organizamos, hacemos que el Estado de Derecho y orden imperen en nuestra República para el crecimiento del país y el beneficio de todos.