Agentes de EU, a la caza del narco mexicano
Julián Andrade
El Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (DHS) trabaja en México. Lo hace por medio de Unidades Investigativas contra el Crimen Trasnacional.
Operan en Hermosillo, Matamoros, Ciudad de México, Monterrey, Tijuana y Ciudad Juárez, aunque sus misiones pueden extenderse a cualquier punto del país. Esto lo realizan bajo el conocimiento del gobierno mexicano y es una de las aristas de la colaboración.
Esta distribución geográfica les permite contar con una visión adecuada a las circunstancias que se están viviendo, y donde la seguridad es uno de los aspectos más relevantes.
La tasa de asesinatos en México de 22.4 por cada 100 mil habitantes, es tres veces mayor que la del rango internacional. Además, muchos de estos crímenes dolosos, están relacionados con la rivalidad criminal, particularmente en Colima, Zacatecas, Baja California, Sonora, Chihuahua, Guanajuato, Michoacán, Guerrero y Quintana Roo, de acuerdo con un análisis de Datalnt.
Sin bien no se conoce, hasta el momento, el alcance que han tenido las Unidades de Investigación Trasnacional, sí hay que destacar que su misión es la de indagar criminales para que sean arrestados y llevados a juicio.
Una de sus mayores preocupaciones es la producción y el tráfico de fentanilo y, tan solo en el 2021, lograron incautaciones por 14 mil 530 libras de esa droga.
Este eje de su estrategia no cambiará y más bien se va a profundizar. En el contexto de la Cumbre de Líderes de América del Norte, la Casa Blanca ha puesto énfasis en que es necesario avanzar en la detención de narcotraficantes.
Inclusive, el presidente Joe Biden, fue claro en la necesidad de enfrentar el problema del fentanilo, que para Estados Unidos es una desgracia que roda ya lo epidémico y donde más de 100 mil personas han fallecido por su uso.
El secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, colocó ese mensaje en entrevista con El Sol de México, donde además puso en el tablero en la eficacia de la Unidades de Investigación Trasnacionales.
Las relaciones entre agencias de seguridad siempre son difíciles en el ámbito bilateral, porque los objetivos generales pueden ser los mismos, pero hay asuntos particulares que pueden complicar los acuerdos y hasta las operaciones.
Pero bajo la administración Biden hay un viraje al menos en lo que respecta al ámbito público, ya que han sido cuidadosos en no competir con las autoridades mexicanas y mucho menos en disputar la agenda mediática, como sí se ha hecho en otras ocasiones, cuando cualquier captura relevante, lo primero que implicaba era una disputa por la autoría de esos logros.
La participación del DHS en algunas regiones y sobre todo en la frontera, va a implicar que las detenciones de líderes importantes del crimen organizado continúen, particularmente en lo que respecta a las drogas y al tráfico de personas.
Es probable, por ello, que arrecien los operativos contra los cárteles de Sinaloa y de Jalisco Nueva Generación, que son catalogados como los que significan una mayor amenaza por su capacidad de fuego y su presencia en ambos países.
La DEA tiene colocados como algunos de los fugitivos más buscados a Ismael “El Mayo” Zambada y a Jesús Alfredo Guzmán Salazar, del grupo sinaloense y a Nemesio Oseguera de los jaliscienses.
Para nada es casual y muestra un esfuerzo institucional de debilitamiento de esas organizaciones en las que llevan empeñados años.
México ha hecho su parte, sobre todo en otras administraciones, aunque ahora también hay muestras de que la estrategia de seguridad está dando un viraje en los hechos, más allá de que continúe la retórica respecto a la no violencia.
Esto es así, porque hay información y análisis que muestran que el poderío de las organizaciones del crimen organizado va en aumento y que es una muy mala idea no enfrentarlos. Esto no se contrapone con una visión social estructural sobre los factores que generan criminalidad, sino que se complementa.
Lo ocurrido en Sinaloa, con la captura de Ovidio Guzmán, manda señales mixtas, en las que el éxito de la detención no debe hacer perder de vista el despliegue de fuego que mostraron las células del cártel y su capacidad de hacer daño y causar zozobra a la sociedad.