Empresarios y reforma electoral

Abraham Nuncio 

Empresarios con la Cuarta Transformación Nacional (E4T) es una organización que surge al calor del movimiento morenista que fundó López Obrador. Tiene su sede operativa en Monterrey bajo el liderato de Javier Garza Sepúlveda (Gentor) y configura una instancia de representación de las pequeñas y medianas empresas diferente de las organizaciones y cámaras tradicionales del ámbito empresarial.

La semana anterior, E4T convocó a varias figuras del periodismo y la política a un foro sobre la iniciativa de reforma electoral que ha enviado a la Cámara de Diputados el presidente López Obrador. Participaron Andrea Chávez, diputada federal por Morena; los analistas políticos Hernán Gómez y Abraham Mendieta, así como Jenaro Villamil, periodista y presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano. Moderó el evento Waldo Fernández, diputado local.

Efectuado en un recinto de la universidad pública, se estructuró en cuatro ejes. Uno fue el relativo a la participación ciudadana. Villamil recordó los ejercicios de consulta popular que han tenido lugar en el actual gobierno, entre ellos el de la revocación de mandato. Estas figuras y su práctica no estuvieron presentes en anteriores reformas donde la relación gobernantes-ciudadanía apenas era considerada por sus autores: un grupo tecnocrático; de aquí el bipartidismo que dominó la escena política nacional hasta 2018.

Significativo como ha sido el ejercicio de la consulta ciudadana en torno a ciertos temas, aún queda un espacio muy amplio para que la democracia directa pueda ser un complemento efectivo de la llamada democracia representativa.

El acto de votar, consustancial a la democracia representativa, involucra, en grandes conjuntos sociales, un grado menor de conciencia, un compromiso ciudadano muy tenue. Los medios de comunicación empresariales y otros aparatos ideológicos se ocupan menos de crear las condiciones para que los ciudadanos adquieran mayor grado de conciencia que de manipularlos para que voten por partidos y candidatos que encarnan sus intereses particulares. No son votos producto de la información, del debate, sino de una inercia audiovisual. Acaso un mero trámite. La experiencia rutinaria del origen de los votos es, en México, la del acarreo, la compra, la coacción, el chantaje y otras formas igualmente manipulativas. Con la llegada de Morena al poder se pensaba que esa experiencia quedaría desterrada o minimizada. En su propio proceso interno, este partido la ha reproducido y hasta potenciado, como señaló una asistente de Durango durante la ronda de preguntas y respuestas.

Otro eje importante fue el del financiamiento al INE y a los partidos políticos. Tras décadas de intentar que el dinero no genere arbitrariedades, maniobras ilícitas y desigualdad entre unos partidos y otros, los resquicios por los cuales se cuela a la arena electoral son más bien enormes boquetes. Y esto ha infectado al árbitro de las elecciones. Cabe reformarlo para que deje de ser la élite sesgada y con sueldos privilegiados que ha sido a lo largo de demasiado tiempo. La pregunta es si con la propuesta de los integrantes de su Consejo General por los tres poderes del gobierno y mediante el voto ciudadano se podrá garantizar su independencia para obrar con equidad y espíritu de justicia.

Con el sistema de representación proporcional pura, como explicó la diputada Andrea Vázquez (y según el guion de Pablo Gómez, el titular de la UIF) los partidos presentarán una lista de candidatos, cuyo orden de importancia puede ser modificado por los electores. El problema de quién o quiénes definirán esas listas de candidatos seguirá siendo el mismo. No habiendo una vida democrática –no la hay en ninguna de las actuales organizaciones partidarias– donde la militancia de base participe activamente, serán las direcciones de los partidos, en negociación con los jefes y cacicazgos políticos que forman parte de su estructura, las que determinarán quienes serán los candidatos de esas listas.

Para disminuir el gasto que suponen las elecciones y la representación política en México se restringirá el número de curules en las cámaras de diputados y senadores. En esto parece haber un acuerdo generalizado. Donde no lo hay es en el presupuesto destinado a los partidos fuera de las campañas electorales. Los partidos identificados con los empresarios ricos o con sindicatos poderosos y ciertas iglesias podrán contar con sus aportaciones o apoyo ideológico durante los tiempos en que no hay campañas; los partidos de izquierda no contarán fácilmente con esas propelas. Sin embargo, parece que la tendencia global es la conversión de los partidos diferenciados por su ideología a partidos “atrápalotodo”, necesariamente centristas, dijo Abraham Mendieta. Así que todos podrían aspirar a vender su logo al mejor postor. La desaparición de la democracia sería su efecto lógico.

El mero cambio de autoridades entronca sin conflicto con la lucha desnuda por el poder sin otra causa que el poder mismo. La causa de los más desprovistos puede atenderse por la puerta de servicio. El mejor ejemplo de este sistema es Estados Unidos.

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