Bahía de La Paz: Puerto de Ilusión… infestado por llantas y basura
Roberto Galindo
El epicentro de la mayor contaminación por llantas y basura en el estado de Baja California Sur se encuentra en el corazón de la Bahía de La Paz, a tan sólo unos metros de complejos inmobiliarios de clase media y colonias populares, así como a 6 kilómetros del malecón de la capital de Sudcalifornia, donde se concentran hoteles y departamentos de lujo en una franja de playa en la que los bañistas son principalmente turistas. Basurero ilegal que contamina las aguas en las que cada año el tiburón ballena y otras especies marinas se resguardan por temporadas en sus largas travesías por los océanos; y en las que los pescadores capturan lo que se sirve en las mesas de los hogares paceños y en los restaurantes de alta cocina internacional.
Integrantes de Mar Libre, colectivo que realiza limpias en el fondo marino, en las playas, en los manglares y en los arroyos de la entidad, detectaron y denunciaron en junio pasado, el tiradero clandestino de llantas de automotores y desechos de todo tipo más grande de Sudcalifornia. Pablo Ahuja, coordinador de Mar Libre, dice a Contralínea que hay gran cantidad de neumáticos y desperdicios en el delta del Arroyo El Cajoncito, es decir, en la desembocadura de éste al mar. Menciona que llantas y basura se han acumulado ahí durante décadas; y que son contaminantes altamente tóxicos que se encuentran entre el manglar que aún sobrevive al desarrollo urbano, en el fango del delta y, sin duda, más allá, al interior del mar.
El delta del Arroyo El Cajoncito se ubica en la parte sur-suroeste de La Paz, en las inmediaciones del mayor centro comercial de la ciudad, el aeropuerto y la laguna de desecación de aguas negras. El lecho del arroyo se extiende por 25 kilómetros hacia el Este, en dirección a las montañas, en las que se adentra al sureste hasta las compuertas de la Presa de La Buena Mujer, en la que tiene su origen. Hasta hace 3 décadas, la parte más baja del arroyo era prácticamente el límite de la mancha urbana, que hoy incesante se expande varios kilómetros más hacia el sur y al oeste.
La mayor parte del año este arroyo se encuentra seco, pero en temporada de lluvias o cuando los huracanes y las depresiones tropicales afectan a Sudcalifornia se convierte en un río de grandes proporciones; un caudal de agua tan poderoso que en varias ocasiones ha arrastrado automóviles, camionetas y vehículos de pasajeros de tamaño mediano, un flujo que se lleva lo que encuentra en su cauce. Río incontenible que en 1976, con el paso del Huracán Liza, devastó gran parte de La Paz causando miles de muertes.
De los 25 kilómetros de extensión del arroyo, al menos 7 se encuentran flanqueados por la mancha urbana, y en estos la gente genera infinidad de pequeños tiraderos de basura, en los que hay muebles, electrodomésticos, colchones y neumáticos entre otros desperdicios. Desde la avenida Francisco J Múgica, a 2.5 kilómetros de la desembocadura del arroyo, en la parte más ancha de éste, se han emplazado diversos campos deportivos para beisbol y otros deportes, así como pistas de motocross; espacios en que los atletas utilizan llantas para su delimitación, así como para erigir pequeñas gradas. Además, cada que los deportistas usan los campos y pistas dejan una considerable cantidad de desperdicios en las inmediaciones, basura que es dispersada por los perros callejeros o que simplemente no es recolectada por los servicios de limpieza municipales. Asimismo, en algunos puntos del arroyo, inmediatos a las avenidas Constituyentes –Carretera Transpeninsular, General Agustín Olachea, y Forjadores– y Carretera La Paz Todos Santos existen varios refugios irregulares erigidos con llantas y otros desperdicios por personas en situación de calle. Es así que los 7 kilómetros del arroyo antes de la desembocadura a la Bahía de La Paz conforman un enorme basurero ilegal, cuya basura y llantas llegan al mar cada vez que el agua de la lluvia convierte a El Cajoncito en un río.
Las llantas generan contaminación desde que son instaladas en los autos y no sólo cuando son desechadas; diversos estudios científicos exponen la alta toxicidad de algunos de los componentes químicos usados en su fabricación, y señalan que las gomas contaminan el ambiente desde el momento en que empiezan a rodar. En promedio, cada neumático pierde alrededor de 3 o 4 kilos de su peso durante su vida útil, pues debido a la abrasión durante el rodamiento se le desprenden partículas de diversos tamaños, incluso micrométricas, algunas de estas, las más diminutas, quedan suspendidas en el aire y es muy factible que lleguen hasta los pulmones de la gente y los animales. Además, los restos de las llantas están contaminando el mar, y es posible que sean la causa de algunas muertes masivas de diversas especies como en el caso del salmón (https://www.theguardian.com/environment/2022/jul/25/tyre-dust-the-stealth-pollutant-becoming-a-huge-threat-to-ocean-life?fbclid=IwAR238dmnGaE_ZtBOl_KuZ_-930hvT1Mnhbs0eKC2D9OcoIe83DDeNhGG0m8).
La contaminación generada por los neumáticos está presente en todo el planeta, pero es mayor en los lugares en que estos no son tratados como residuos tóxicos; pues una llanta expuesta al ambiente, a altas temperaturas, al sol y a las lluvias puede seguir aportando partículas contaminantes hasta deshacerse en sigilosos fragmentos que contaminan aire, tierra y mar; pues con cada temporada de lluvias las aguas, que buscan su cauce hasta el océano, arrastran las partículas desprendidas de las gomas, mismas que pueden ser ingeridas por gran diversidad de fauna marina, causando a los organismos daños irreparables.
En la Bahía de La Paz ya se han encontrado tiraderos de llantas en el mar, ya sea porque antes se consideraba a los neumáticos una opción para generar arrecifes artificiales o debido a que algunos particulares o empresas usan el océano como basurero. El colectivo Mar Libre ha recuperado centenares de neumáticos del fondo marino en diversos puntos costeros del municipio de La Paz, principalmente en las inmediaciones de la playa de Pichilingue. Las gomas, incluso sumergidas, siguen sufriendo un desgaste gradual debido a las corrientes marinas, a la abrasión generada por el roce con la arena, a los cambios en la temperatura del agua y a la oxidación de sus estructuras de malla metálica. Sin duda, en partículas o enteras, las llantas contaminan los mares. Además, se desconoce el grado de afectación que los componentes químicos de los neumáticos causan a los corales y a otros organismos que se fijan en éstos, o a los animales marinos que los utilizan como refugios.
El tiradero ilegal de llantas y basura en la desembocadura del Arroyo El Cajoncito puede ser el más grande del que se tenga noticia en la Bahía de La Paz y en Baja California Sur. Actualmente este delta tiene un área de más de 2 mil metros cuadrados, y con cada temporada de lluvias este cementerio de neumáticos crece y contamina más el Golfo de California; ya que con las grandes crecidas del arroyo, las gomas y la basura son arrastradas por la corriente un poco más adentro de la bahía. La cantidad de llantas que se encuentran ahí es impresionante. Pablo Ahuja considera que deben ser, cuando menos, varias centenas. A simple vista se pueden contar alrededor de 50 ruedas en todo el delta, pero ésas son las que están en posición vertical y sobresalen del fango, pero la gran mayoría yacen horizontales, apenas cubiertas por la capa superficial de lodo, y es que sus redondas formas pueden ser advertidas en fotografías aéreas, pero además de los neumáticos verticales o superficiales hay muchos más que están enterrados a una mayor profundidad. Contralínea pudo constatar lo anterior ya que asistió a la limpieza del Arroyo El Cajoncito, convocada por Mar Libre, que se realizó el 13 de agosto de este año, en la que miembros del cuerpo de Rescate Calafia lograron extraer del fango, muy cerca de la orilla, mediante el empleo de palas, cuerdas y trabajo en equipo, más de media docena de llantas, algunas que se encontraban hasta 1 metro de profundidad en el lodo, que a su vez estaban debajo de otros neumáticos.
Cabe resaltar que a esta limpia comunitaria asistieron más de 70 voluntarios que pudieron recoger alrededor de 200 llantas en las inmediaciones de la desembocadura y cerca de 1 tonelada de basura de otro tipo a no más de 500 metros del mar; pero lo recuperado es una mínima parte de la gran cantidad de desperdicios que yacen en el lecho del arroyo. Contralínea contabilizó 400 neumáticos más, tirados un poco más allá del área que fue limpiada por Mar Libre, a tan sólo 1 kilómetro de la costa; esto sin contar los que hay a lo largo del cauce de El Cajoncito que se encuentra dentro de la ciudad, que deben ser varios cientos más, posiblemente miles, pues están esparcidos en los 7 kilómetros flanqueados por la mancha urbana. Y es ahí, a 7 mil metros del delta, en el inicio de la carretera La Paz-San Juan de los Planes donde, a un costado del arroyo, se encuentran nuevos asentamientos humanos erigidos sobre cascajo, y varios deshuesaderos de automóviles; área en que las laderas del cauce de El Cajoncito son utilizadas como tiraderos para restos inservibles de automotores y para todo tipo de residuos.
Las autoridades de todos los órdenes de gobierno, incluidas la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) deben poner orden y prohibir el uso de llantas en los campos deportivos señalados. Es indispensable que la autoridad municipal implemente un programa que garantice que los usuarios de estas áreas no dejen su basura cada que las usan. Así mismo, es ineludible para las instituciones gubernamentales el atender a las personas en situación de calle que habitan a lo largo del arroyo. Además, es clara la necesidad de montar operativos de vigilancia para evitar que la gente use El Cajoncito como tiradero de basura y cascajo.
Por otra parte, es fundamental generar programas de prevención que operen antes de cada temporada de lluvia y huracanes, en los que se realicen amplias jornadas de limpieza a lo largo del arroyo para evitar una mayor contaminación de la Bahía de La Paz. Por supuesto, lo anterior no excenta a todas las autoridades mencionadas, principalmente a la municipal a cargo de Milena Quiroga Romero, de tomar acciones contundentes para liberar el delta y el cauce del Arroyo El Cajoncito de las miles de llantas y toneladas de basura que están contaminando el Golfo de California, pues en ocasiones excepcionales de lluvias muy intensas, como ocurrió recientemente con la Tormenta Tropical Javier y el Huracán Kay, que afectaron a Sudcalifornia con severidad, debieron ser abiertas las compuertas de la Presa de La Buena Mujer para desfogar los excedentes de agua, esto se hizo bajo la supervisión de Quiroga Romero el 7 de septiembre, para evitar el desbordamiento no controlado de la presa. Es lamentable que debido a una mala planeación operativa no se realizó una limpieza preventiva del Arroyo El Cajoncito; con lo cual el flujo de desfogue ordenado por la autoridad, con la intención de prever un siniestro por las lluvias excesivas, terminó contribuyendo a la contaminación de la Bahía de La Paz y el Golfo de California, pues este excedente de agua por la fuerza de su caudal recorrió el lecho de El Cajoncito, sumándose a los flujos de otras escurrentías que ya lo abastecían, arrastrando a su paso más basura y llantas para contribuir desde el gobierno a la contaminación del mar.
Los factores contaminantes revisados perfilan un desastre ecológico de magnitudes insospechadas, uno que lentamente y durante años se ha ido conformando con la irresponsable participación de la sociedad paceña y la indolencia de las autoridades municipales, estatales y federales, pues al ser el delta del Arroyo El Cajoncito la entrada al mar, el problema contaminante inicia en territorio estatal y municipal, pero desemboca en la Zona Federal Marítimo Terrestre. Este cementerio de llantas, tiradero de basura ilegal, posiciona al llamado Puerto de Ilusión como un destino turístico de clase mundial infestado de basura.
Roberto Galindo*
*Maestro en Ciencias con especialidad en Exploración y Geofísica Marina; maestro en Apreciación y Creación Literaria