2022 se recordará como una desgracia
Sara Lovera
El año que expirará en unos días nos dejará grandes huellas y pesares. Fue tremendo para las mujeres y las y los periodistas. Ahora que estamos por recibir al año nuevo, invade la tentación del recuento. En positivo y negativo.
“Amanecimos en 2022 con el asesinato de Lourdes Maldonado en Tijuana, una periodista de enorme carácter y decisión, y lo estamos terminando con las amenazas a la periodista Soledad Jarquín Edgar en Oaxaca, luego de que ella, durante más de cuatro años ha buscado justicia por el asesinato de su hija.
Este año, durante más de siete meses, la Red Nacional de Refugios luchó por presupuesto para eso espacios de protección a mujeres violentadas. La Cámara de Diputados lo había aprobado, pero los obligó a vivir hasta de prestado. Tampoco hubo recursos para la prevención de la violencia y todavía nadie explica cómo funcionaron los institutos o secretarías de la mujer beneficiadas durante años por el Programa de Apoyo a las Instancias de Mujeres en las Entidades Federativas (PAIMEF) trasladado a Gobernación. Este año se vació casi totalmente el Anexo 13, creado para impulsar la igualdad, y ahora el 85 por ciento de sus recursos se usa para los programas insignia de la presidencia de la república.
Mantuvimos en alto riesgo a las mujeres en salud, continuó el embarazo en adolescentes, se redujeron o manipularon los gastos en salud reproductiva y, al final de 2022, estamos muy lejos de reducir la muerte materna, que está en 30 por cada cien mil embarazadas o parturientas, mientras escasean los medicamentos.
Este año quedó claro que las muertes por la pandemia superaron el millón de personas —400 mil mujeres— y estamos sin un sistema de salud renovado. Por el contrario, su desastre afectó la vacunación para los recién nacidos que no han recibido vacunas esenciales.
Se habla pomposamente de la creación de un sistema nacional de cuidados que está durmiendo el sueño de los justos en el Senado de la República. Aunque se reconoce la grave carga para las mujeres y los discursos menudean, no hay la intención de crearlo, por lo que significa su costo. Todo queda en palabras vacías.
Ni hablar de los feminicidios y la violencia contra las mujeres. Entre 2018 y 2022 ocurrieron 14 mil 879 muertes violentas de mujeres, de las que tres mil 662 se investigan como feminicidios y 10 mil 817 como homicidios dolosos; es decir, en México, solo una de cada cuatro muertes es investigada como feminicidio, pese a la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para investigar todas las muertes violentas como feminicidio. Además, se mantienen al alza las violaciones sexuales, el hostigamiento y el acoso.
A cuatro años de gobierno, las mujeres siguen siendo la mayoría de quienes ocupan los trabajos informales en la economía, lo que las deja sin posibilidades de tener derechos laborales y cobertura del seguro social.
Lo positivo es que ni un solo día las mujeres dejan de luchar, proponer y batallar para eliminar la opresión y discriminación. Las vimos en todos los frentes, en calles y caminos, imaginando iniciativas de avance en los congresos. Nadie cree en las cifras de “avance”. Lograron que en siete entidades el aborto sea legal, y poco a poco abren canales de comunicación; impidieron el intento de borrarlas de la Constitución y mantuvieron la denuncia del desmantelamiento de la política oficial de género. En el Congreso se acumulan iniciativas de avance y en la arena pública se les ve cuestionando al sistema patriarcal. No obstante, 2022 será recordado por la reiteración de una narrativa y una política de simulación y mentiras. Ellas, nosotras, tendremos que mantener el espíritu crítico y no esperar. Veremos…