Crisis de la transición 1977-2000 Y 7.- La democracia en modo talibán
Carlos Ramírez
La comodidad académica se ha encargado centralizar a la democracia como el régimen político ideal, aunque desde 1970 Octavio Paz señaló que “la democracia no es un absoluto ni un proyecto sobre el futuro; es un método de convivencia civilizada».
El INE de Lorenzo Córdova Vianello y Ciro Murayama Rendón ha convertido a la democracia en un ídolo con los pies de barro, sin entender que una revisión estricta de las formas de gobierno debe de tomar en cuenta la referencia de Polibio de que la democracia es una versión pervertida o impura de la República.
La paradoja de la democracia se ha visto con claridad en México: el INE quiere imponer la democracia como un modelo absoluto e inflexible de ejercicio de las libertades, pero arribando a la fase talibana fundamentalista de que no se puede aceptar que la democracia deba avalar a los enemigos de la democracia. En esta paradoja se prueba que la democracia no es una forma de gobierno, sino el ejercicio electoral en una República o hasta en monarquías parlamentarias y que la democracia es mucho más que el voto.
Cuando la democracia se ejerce de manera inflexible e impide el ejercicio democrático aun a costa de su propia existencia se estaría frente a una versión autoritaria y hasta dictatorial de la democracia y se saldría de los espacios de respeto a los derechos ciudadanos. Donde se debe discutir la democracia es en la calidad de sus objetivos y no solo en la libertad para ejercer el voto. Leonardo Morlino actualizó los ritmos de la democracia a partir de la teoría de anaciclosis de Polibio en dos vertientes: de un lado, que la democracia no es un régimen absoluto o terminal sino que se define en función de la dinámica de la correlación de fuerzas sociales y por lo tanto pasa por el ciclo de crisis, transición, instauración, consolidación y crisis; y, de otro lado, la verdadera democracia se percibe en el modelo de la calidad de los servicios democráticos, como el Estado de derecho, la rendición de cuenta, la reciprocidad cívica, el respeto a los derechos y la ampliación de la igualdad.
La campaña de Córdova y Murayama para aplicar a la relación democracia-populismo el modelo binario de Schmitt como la política amigo-enemigo es, en el fondo, un método autoritario, excluyente y tramposo para imponer la democracia churchilliana: “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás”.
Sin embargo, la prueba de que existe un régimen democrático se tiene cuando la democracia resiste la competencia o confrontación con otros regímenes autoritarios, centralizadores y hasta dictatoriales, pero a partir del valor de sus principios, de la conciencia ciudadana y de la capacidad de competencia democrática con otras doctrinas. El INE está encabezando una campaña antidemocrática para imponer una democracia excluyente al estilo talibán.
El grupo intelectual salinista que se apropió del discurso de la transición a través del documental engañoso de José Woldenberg está echando mano de la teoría de los dos demonios: el demonio del populismo tipo Mussolini estaría sentando las bases del demonio democrático autoritario y excluyente, los dos en nombre del pueblo. En este sentido, ya se puede hablar de una democracia populista que tomó el poder y lo mantiene en nombre del pueblo a través de un discurso caudillista que impide que la democracia cumpla con las reglas de la democracia.
El modelo de fundamentalismo democrático viene desde las doctrinas excluyentes similares a las del populismo y el caudillismo: la vida política vista en el enfoque binario de lo bueno y lo malo, sin entender que los procesos políticos son desarrollados por personas y las contradicciones humanas y al final se pueden convertir en factores potenciadores de la propia democracia o en obstáculos autoritarios que no juegan con las reglas de la democracia. Ahora el INE está encabezando una campaña para señalar desde ahora el fantasma del fraude electoral o la anulación de las elecciones en 2024 porque las tendencias electorales el modo democrático están beneficiando a Morena, frente a la fragmentación partidista e ideológica de la oposición.
El modelo de la transición o liberalización electoral de la política se agotó en el 2006 y mostró que el problema de México no era la democracia electoral, sino la ausencia de una República de leyes e instituciones. Y que la reforma política a través del INE cumplió su cometido en la libertad de voto, pero que el problema de fondo es la existencia de un Estado autoritario que lo mismo beneficia a los demócratas excluyentes que a los populistas.
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