La relación con Estados Unidos y la lucha electoral

Olga Pellicer

El tema de las relaciones exteriores de México es visto de manera muy distinta en los últimos tiempos, según se vea desde la perspectiva de las oportunidades económicas o los riesgos políticos. Desde el punto de vista de las oportunidades económicas, las disputas entre China y Estados Unidos, así como los problemas que tuvieron lugar durante la pandemia, al bajar la producción de semiconductores, esenciales para bienes con altos niveles de tecnología, colocó en primer plano el tema de la relocalización de cadenas de suministro.

Traer a territorios más cercanos y amistosos la producción de los mencionados semiconductores, así como otros bienes que son esenciales para la nueva etapa de industrialización que se está acelerando, permite ver a México como un espacio privilegiado. En efecto, el país tiene las condiciones en términos de mano de obra, costos y cercanía para aprovechar las ventajas del momento económico.

Decisiones adoptadas recientemente por el Congreso y el ejecutivo de Estados Unidos, como la Ley para Reducir la Inflación y la Ley de Ciencia y Semiconductores, ambas apoyadas por presupuestos de billones de dólares, han levantado expectativas en los países de desarrollo intermedio, los cuales ven la oportunidad de transitar hacia una etapa de creación de empleo y avance en la utilización de nuevas tecnologías.

Lo anterior es promisorio, aunque presenta obstáculos en el caso de México. Éstos pueden enumerarse rápidamente: falta de esfuerzos para capacitación adicional de mano de obra; insuficiente estructura para el desarrollo industrial, en particular fuentes de energía limpias; debilidad del estado de derecho y de la seguridad pública.

A las carencias anteriores se suma el hecho que los momentos políticos no son propicios para tomar decisiones por parte del gobierno y los empresarios. Al gobierno le corresponde tomar las medidas para dar certidumbre, lo cual va a contracorriente con la narrativa de López Obrador (AMLO), antiempresarial y antiinversión extranjera. Los empresarios, a su vez, desearían tener más seguridades respecto a lo que resulte de las elecciones presidenciales del próximo año y, por consiguiente, de los proyectos de gobierno en materia económica.

La campaña electoral ha comenzado de manera anticipada (aunque no oficialmente) por decisión de AMLO al dar nombres y enfrentar a los posibles candidatos de su partido. Permite prever que las luchas entre posibles candidatos y conformaciones políticas será muy dura, y los ataques y contraataques dominarán el panorama político nacional hasta junio del año próximo. Quedarán, pues, en segundo lugar, las decisiones sobre política económica que las condiciones exigen.

Poco contribuye a la confianza que se requiere el hecho que las pláticas sobre la violación o no a las estipulaciones del TMEC –el marco normativo más importante para las relaciones económicas internacionales de México– se prolonguen casi indefinidamente sin que se perciban, hasta ahora, las conclusiones a que se va a llegar.

Ahora bien, otras circunstancias hacen aún más complicado e incierto el futuro a corto plazo. Las diferencias con Estados Unidos en materia de seguridad toman cada día un carácter más alarmante debido a la decisión del Partido Republicano de presentar a México como una de las amenazas más serias a la seguridad nacional de Estados Unidos y uno de los puntos más criticables del gobierno de Biden.

El tema del crimen organizado en México –sin duda uno de los problemas más serios del país– trasciende las fronteras y tiene visos de convertirse en el problema de mayor gravedad en las relaciones entre México y Estados Unidos los próximos meses, justo los momentos menos propicios para que el primero pueda responder adecuadamente.

La publicación de Mike Pompeo (The Washington Post 24/01/23), exdirector de la CIA y secretario de Estado durante los años de Trump, es un botón de muestra de las exageraciones y clima de alarmismo que los republicanos más radicales están dispuestos a fabricar respecto a la amenaza que México representa para Estados Unidos. De acuerdo con sus palabras, “el siguiente 9/11 puede provenir de México”, diversas consideraciones sobre el papel que los cárteles de la droga en México ­desempeñan para la entrada y consumo de fentanilo en Estados Unidos, lo llevan a considerar a “México como punto de partida para operaciones terroristas en Estados Unidos, una posibilidad real dentro de los próximos 10 años”.

No es sorprendente, entonces, que más adelante se refiera al uso de la fuerza militar contra los cárteles mexicanos de la droga.

Cabe anotar que Pompeo no es el único republicano que piensa así. Igualmente alarmista es el representante de un distrito de Texas, Cresnshaw, vocero conocido en cuestiones de seguridad a partir de experiencias vividas en el caso de Afganistán.

Existe, pues, la posibilidad que surjan serias tensiones entre México y Estados Unidos, las cuales serán un serio obstáculo para que prosperen las oportunidades económicas que se están presentando. Es difícil imaginar cómo se tomarán importantes decisiones para aprovecharlas mientras las fuerzas políticas, de uno u otro signo, están enfrascadas en una larga batalla electoral, primero entre los candidatos de Morena y después, o simultáneamente, con las fuerzas opositoras.

Por lo pronto, dichas fuerzas están mal organizadas y parecen casi inexistentes, pero sería un error ignorar que los vientos pueden cambiar de rumbo. Mucho depende del surgimiento de liderazgos que puedan encabezarlas y debilitar al partido en el poder que, hoy por hoy, se considera invencible. En todo caso, una acción abiertamente intervencionista por parte de la derecha radical estadunidense pondría a prueba a cualquier líder político en México.

¿Será la relación con Estados Unidos un factor que influirá de manera significativa en el resultado de las elecciones de México en 2024? Es una pregunta que no debe desestimarse. Al menos obliga a otorgarle al factor externo una atención más elaborada que la concedida normalmente por analistas y formadores de opinión. Para la mayoría, las relaciones exteriores no son un elemento importante para determinar el futuro económico y político del país. Habrá que revisar semejante supuesto a la luz de lo que ocurra con el ánimo de los republicanos exaltados. 

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