¿Qué hacer con los expresidentes?
César González Madruga
En México, se sigue sin lograr saber qué hacer con los expresidentes, situación que causa y origina muchos de nuestros problemas. Si se revisa en la historia contemporánea de México sobre qué ha sido de la vida de los últimos seis presidentes después de su mandato, se puede concluir que urge encontrar un mecanismo para resolver este problema.
De la Madrid acabo defenestrado y señalado como un loco por su propia familia; el sexenio de Salinas acabó en un desastre no sólo para él, sino para todo el país, es recordado como el innombrable y con máscaras de su cara usadas durante las fiestas de disfraces de los niños; Zedillo vive prácticamente en el exilio y los cargos que tiene en el exterior son más motivo de vergüenza que de orgullo para los mexicanos; en el caso de Fox salió peleado con su partido, nadie defiende su gestión y su sexenio está manchado por lo que ha develado actualmente sobre el caso de García Luna; de Calderón ni se diga, es una losa pesadísima de su propio partido y su sexenio se ha vuelto indefendible tras el veredicto de culpabilidad de García Luna; y, finalmente, Enrique Peña Nieto, quien no pisa México y en menos de 5 años se ha separado dos veces y con la constante de que vende y oculta sus propiedades.
Lo anterior no es más que una muy breve síntesis, pero inclusive antes de los presidentes antes mencionados, el problema era el mismo. Los presidentes son personas que, así como acumulan mucho poder, concentran muchos enemigos y quien los sustituye tiene que demostrar que hay un nuevo mando. Al final, la justicia jamás los alcanza, su memoria busca ser borrada, sus enemigos quieren venganza, pero al final no son más que un problema.
Es muy predecible que nuestro actual presidente, López Obrador, corra una suerte muy parecida, quien además ha acumulado más enemigos que sus predecesores, aunque todo será resultado de cómo maneje su proceso de sucesión, hasta el momento su empecinamiento de dejar a Claudia Sheinbaum provoca que se le hayan descompuesto tantos asuntos.
Al igual que en el montañismo, donde llegar a la cumbre es solo la mitad del camino (la mayoría de los accidentes suceden al descender), de igual modo, sucede con el ascenso y descenso del poder, sin embargo, ningún presidente se ha preparado para su descenso y en sus caídas estrepitosas nos han llevado entre las patas a todos los mexicanos. Por ello, es urgente que se estudie, proponga y abra la conversación al respecto.