La guerra en Ucrania: Ganando corazones y mentes en América Latina

Radu Magdin

La guerra librada por Rusia contra Ucrania ofrece lecciones importantes para cualquier persona interesada en el desarrollo de la opinión pública mundial, incluidos líderes políticos, periodistas y expertos. Cada votación de la ONU y cada reunión de organizaciones internacionales brinda la oportunidad de comprender la postura de cada estado y líder sobre el conflicto de Europa del Este.

Los líderes políticos no solo dan forma a la opinión pública, sino que también la siguen, así que es crucial saber cómo varios países y comunidades fuera de Europa y América del Norte ven la agresión rusa. Actualmente, existe una competencia global para dar forma a la narrativa de la guerra de Ucrania. Mientras que algunos en Occidente se enfocan en mantener el apoyo público durante una guerra prolongada, la atención real debe estar en identificar campos de batalla clave, América Latina siendo una prioridad principal. Ganar el apoyo de naciones como ArgentinaBrasil y México es fundamental para ayudar a Ucrania a tener éxito en la guerra de comunicación estratégica.

En lugar de estar demasiado preocupados por la narrativa occidental de “fatiga de guerra”, los líderes de Europa y América del Norte deberían concentrar sus esfuerzos de comunicación estratégica en países que aún no han condenado la guerra rusa o que solo han ofrecido un respaldo político y diplomático mínimo a Kiev. Este problema no puede pasarse por alto, y los miembros de la UE, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el G7 deberían verlo como una oportunidad para comprometerse de manera más persuasiva con estas naciones. El conflicto en Ucrania remodelará el mundo en los próximos años, es por eso que es vital establecer la confianza y más cooperación con América Latina como parte de una estrategia integral para proporcionar a Ucrania los recursos necesarios para ganar la guerra.

¿Es exagerada la narrativa de la “fatiga de guerra”? Creo que las encuestas de opinión pública dan una respuesta clara. En Estados Unidos, el apoyo a Kiev es bipartidista, como lo demuestra un análisis de Foreign Policy. Si bien los datos del Pew Research Center muestran tendencias preocupantes entre los votantes republicanos, Ucrania aún no se ha convertido en un tema polarizador en Washington. En Europa, las encuestas encargadas por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores demuestran que los ciudadanos de la UE apoyan a Ucrania a largo plazo y creen que Ucrania triunfará contra Rusia. La teoría de Rusia de que el público occidental abandonará Ucrania no está respaldada por la realidad, y hay indicios de que no se espera un cambio de opinión. Mientras que los líderes occidentales deben continuar comunicándose con sus electores sobre la importancia de apoyar a Ucrania, generar apoyo en otras regiones del mundo, como América Latina, es una preocupación más apremiante.

En AL, prorrusos o neutrales

El camino a seguir no es ambiguo. Los datos indican que los países no occidentales tienden a creer que las decisiones tomadas por la UE, la OTAN y los países del G7 no están motivadas por la preocupación por el destino de Ucrania, sino por el deseo de preservar el dominio occidental. Según un informe de The Economist, dos tercios de la población mundial residen en países que son neutrales o prorrusos respecto al conflicto. Algunos de estos países están en América Latina. Hay varias explicaciones potenciales para este comportamiento: agravios pasados contra Occidente como una fuerza “intervencionista” y “colonialista” (sin duda, hay mucho por hacer para mejorar la reputación estadounidense y española en América Latina); una adopción del concepto de multipolaridad en las relaciones globales; renuencia a involucrarse en un conflicto percibido como confinado a Europa; y un rechazo al discurso sobre los derechos humanos y la democracia liberal, al menos entre aquellos países que no califican como democracias.

La narrativa occidental sobre Ucrania se ha centrado en varios temas centrales, incluida la dicotomía de “Este vs. Occidente”, el contraste entre democracias y autocracias, la salvaguardia de la seguridad europea y la protección del orden liberal. Mientras se alinean con los valores e intereses de la UE, la OTAN y las naciones del G7, estos temas no logran persuadir a quienes están fuera de la esfera occidental debido a las razones descritas anteriormente. En consecuencia, el reencuadre es necesario para ganar el apoyo de los líderes políticos y las sociedades latinoamericanas, entre otros.

Para ganar el apoyo de los países latinoamericanos, se debe desarrollar una campaña persuasiva centrada en una narrativa fresca que destaque el impacto de la guerra ilegal de Rusia. La narrativa debe abarcar al menos tres temas críticos.

Primero, debe subrayar la importancia de adherirse a los principios de la Carta de la ONU que promueven la seguridad de todas las naciones, incluida la integridad territorial, el respeto por las fronteras reconocidas, el no uso de la fuerza y la no injerencia en los asuntos internos de otros estados. El conflicto en curso no es simplemente una disputa fronteriza entre dos países vecinos, sino más bien una cuestión de reconocimiento de los derechos iguales de cada estado bajo el derecho internacional. Se deben buscar soluciones diplomáticas para resolver los desacuerdos en lugar de recurrir a la acción militar y la conquista. Es crucial garantizar la seguridad de todas las naciones, en particular aquellas que enfrentan desafíos militares y económicos, responsabilizando a los agresores y preservando la integridad del sistema internacional. Además, el orden mundial existente debe reestructurarse para promover una mayor inclusión y equidad.

El segundo punto de la nueva narrativa es que Ucrania no debe ser vista como un peón en una lucha de poder global, sino como un país que merece apoyo por derecho propio. Muchos países dudan en tomar partido en la disputa entre Estados Unidos y Europa versus Rusia y China, ya sea por interés nacional o por el deseo de evitar quedar atrapados en el fuego cruzado. Sin embargo, es importante reconocer que Ucrania es un país que, como muchos otros, busca determinar su propio futuro y ha sufrido enormemente por el conflicto. Todos deberíamos apoyar el derecho de cualquier país a elegir su propio destino, un sentimiento compartido por los países latinoamericanos que lucharon en el pasado con tanta fuerza por la independencia y contra el imperialismo.

El tercer aspecto de la nueva narrativa debe enfatizar la importancia de la seguridad humana. No se debe pasar por alto el sufrimiento de millones de ucranianos debido a la agresión de Rusia. En un mundo que se esfuerza por eliminar la crueldad y el sufrimiento, es nuestra responsabilidad proteger y mejorar la vida de los afectados por la guerra. Es importante recordar que los beneficiarios finales de la seguridad no se limitan a Occidente u Oriente, sino que se extienden a los seres humanos de todo el mundo. Por lo tanto, debemos apoyar a Ucrania por el bien de la humanidad y la paz.

* Radu Magdin fue asesor honorario del primer ministro rumano (2014-2015) y del primer ministro moldavo (2016-2017). Actualmente se desempeña como analista global y consultor.

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