Desenfreno emocional. Feliciano, desquiciado

Alfonso Carlos Ontiveros Salas      

El diputado de Morena -antes del PRD-, Feliciano Castro Meléndrez, no admite opiniones en contrario. Quiere imponer sus decisiones aun cuando vayan por el camino equivocado. 

Sostiene, que el disenso debe ser respetuoso y que por ello la prudencia es la mejor consejera en un ambiente en el que las corrientes políticas suelen ser algo hostiles. Sin embargo, ni él ni sus seguidores comparten que las diferencias deben admitirse, aunque no resuelvan el conflicto. 

Rechaza como derecho de los universitarios rosalinos su libre y soberano desacuerdo con sus pretensiones violatorias a la autonomía universitaria, pero debe quedarle claro que toda reforma a la normatividad de la Universidad Autónoma de Sinaloa tiene que ser, por ley, producto de la expresión mayoritaria de los uaseños y no por acciones arbitrarias del Congreso él dice representar. 

Admito sin cortapisas las objeciones a mis comentarios. El problema es que el grupo que representa, que por fortuna no son muchos, no acepta que están equivocados. Quieren, a través de la injuria, que se deje de opinar y se acepte una Ley de Educación Superior que bien saben que no se admitirá. La lucha continúa y será intensa; la defensa a la autonomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa sigue firme. Castro Meléndrez lo sabe. 

Toda reforma a la Ley Orgánica de la Institución será por la propia iniciativa de los universitarios y no del Congreso. Mucha tinta se derrama, voces afónicas por los micrófonos que se utilizan. La difusión gubernamental sigue con su denostación discursiva de que la UAS no admite ser auditada, cuando bien saben que solo ingresará a revisar la casa Rosalina, la Auditoría Superior de la Federación. Una práctica que cotidianamente viene realizando. 

No será con denuncias penales o con el uso faccioso de las instituciones del gobierno como se doblegará como es el caso de la Auditoría Superior del Estado que la utilizan como instrumento de represión del propio Congreso del Estado y a la Fiscalía General que perderá su condición de órgano autónomo constitucional para convertirse en una dependencia más del Poder Ejecutivo para seguir instrucciones en la forma de integrar la carpeta de investigación, porque no se atreverá a desechar la denuncia presentada porque no hay delito que investigar. 

Por separado a la represión estatal, cursan diversos juicios de amparo a favor de la UAS en los once juzgados de distrito de la entidad. Se han concedido un número importante de suspensiones provisionales y definitivas derivadas de los mismos. Todavía faltan. Se siguen presentando nuevas demandas. Se han formalizado también sendas quejas ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos porque se ha incurrido, en el desespero gubernamental, en violación a derechos humanos y se le ha excitado a la presentación de la acción de inconstitucionalidad en contra de la Ley de Educación Superior de Sinaloa. 

La Universidad Autónoma de Sinaloa actúa en apego a la legalidad. La defensa se hace con la debida oportunidad y calidad. No se hace uso de la injuria para rechazar una Ley que por ninguna circunstancia se habrá de admitir. Las voces de los universitarios que quieren a su Universidad estarán ahí para defenderla. La democracia en la universidad Autónoma de Sinaloa no se construye con discursos difamatorios; se logra con acuerdos mayoritarios y por la misma vía se elige a sus autoridades. 

No será desde el exterior quienes vengan a imponer sus condiciones. La mayoría representativa en la Universidad es su propia comunidad y es la que se encargará de dictar las directrices de cómo se deberá gobernar. Controle sus desenfrenos señor Diputado Castro Meléndrez, su postura discursiva es una farsa y su rostro es la imagen pura de una persona obsesionada en su pretensión de destruir la autonomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa. 

No ha sabido compartir ideas. Su soberbia y su autoritarismo que le da su investidura gubernamental, lo han hecho perder toda proporción juiciosa que lo alejan de manera muy apresurada, de cualquier elogio popular. 

La UAS no se toca, su autonomía se respeta. 

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